Lo que una mujer come durante el embarazo puede influir en la salud futura de su hijo, pero hasta ahora, la conexión entre la dieta materna y el riesgo de desarrollar trastornos como el TDAH o el autismo no había sido tan clara. Un nuevo estudio, publicado en Nature Metabolism, ha puesto el foco en un patrón alimenticio específico: la dieta occidental, caracterizada por un alto consumo de grasas, azúcares y productos ultraprocesados, en detrimento de frutas, verduras y pescado.
Los investigadores analizaron datos de más de 61.000 madres y sus hijos, observando que incluso pequeños cambios hacia este tipo de alimentación se correlacionaban con un mayor riesgo de desarrollar estos trastornos en la infancia y adolescencia. La relación no implica causalidad directa, pero sí sugiere que los primeros meses de vida, incluso antes del nacimiento, son críticos para la salud neurológica.
¿Cómo influye la dieta en el desarrollo cerebral del feto?
El desarrollo del cerebro fetal es un proceso complejo que depende de múltiples factores, entre ellos la disponibilidad de nutrientes clave. El estudio encontró que ciertas sustancias presentes en la sangre de las madres que seguían una dieta occidental estaban vinculadas a procesos inflamatorios y al daño celular, lo que podría interferir en la formación de las conexiones neuronales.
El período más crítico parece situarse en el primer y segundo trimestre del embarazo, cuando el sistema nervioso central se está estructurando. Según los hallazgos, cuanto mayor era la adherencia a un patrón de alimentación poco saludable durante este tiempo, mayor era el riesgo de que el niño presentara síntomas o fuera diagnosticado con TDAH o autismo en la infancia.
Para asegurarse de que los resultados no fueran una coincidencia, los científicos validaron sus hallazgos en cuatro cohortes diferentes. En el grupo principal, compuesto por 508 niños, los pequeños fueron evaluados clínicamente a los 10 años de edad. En los otros grupos, los datos provinieron de registros nacionales y autoinformes de los padres.
Los resultados fueron consistentes: en todas las cohortes, una mayor presencia de dieta occidental durante el embarazo se asoció con un aumento en el riesgo de trastornos del neurodesarrollo. Además, los investigadores lograron identificar 15 biomarcadores en sangre que podrían actuar como mediadores en este vínculo, ofreciendo una pista sobre los mecanismos biológicos que estarían en juego.

Un cambio pequeño, un impacto significativo
Si bien los resultados pueden parecer alarmantes, también traen consigo un mensaje positivo. Los investigadores destacan que incluso modificaciones menores en la alimentación materna pueden tener un impacto significativo en la salud del bebé. Reducir el consumo de ultraprocesados y aumentar la ingesta de alimentos frescos y ricos en ácidos grasos saludables podría marcar una diferencia en el desarrollo cerebral del feto.
Este estudio refuerza la idea de que la nutrición prenatal es una pieza clave en la prevención de problemas de salud a largo plazo. No se trata de generar ansiedad en las futuras madres, sino de ofrecer información útil para que puedan tomar decisiones informadas sobre su dieta durante el embarazo.
¿Qué podemos hacer con esta información?
El conocimiento sobre el impacto de la alimentación en el desarrollo infantil ha avanzado enormemente en los últimos años, pero aún falta trasladarlo a recomendaciones más concretas y accesibles. Los investigadores sugieren que estos hallazgos podrían servir de base para la creación de nuevas guías nutricionales específicas para embarazadas, con un enfoque en la prevención de trastornos del neurodesarrollo.
Asimismo, destacan la necesidad de seguir investigando en esta línea. Aunque la relación entre dieta y neurodesarrollo parece clara, todavía queda por entender en profundidad cómo interactúan los factores genéticos y ambientales en este proceso. De hecho, los propios investigadores advierten que no se puede hablar de una relación de causa y efecto. Se trata de una asociación estadística, lo que significa que otros factores no medidos podrían estar influyendo en la conexión entre la dieta materna y los trastornos del neurodesarrollo.
Además, al ser un estudio observacional, no es posible descartar del todo la influencia de factores genéticos o ambientales. Aun así, la consistencia de los hallazgos en diferentes cohortes y la identificación de biomarcadores en sangre refuerzan la idea de que la alimentación durante el embarazo podría jugar un papel más relevante en el desarrollo neurológico infantil de lo que se pensaba hasta ahora.

Un cambio de paradigma en la nutrición materna
Este estudio podría marcar un punto de inflexión en la forma en que entendemos la alimentación durante el embarazo, sin olvidarnos de sus limitaciones. Hasta ahora, las recomendaciones se han centrado principalmente en evitar deficiencias nutricionales y asegurar un crecimiento fetal adecuado. Sin embargo, estos hallazgos sugieren que la calidad global de la dieta materna podría ser tan relevante como la cantidad de nutrientes individuales.
Los próximos años serán clave para seguir profundizando en este campo y trasladar estos conocimientos a estrategias de salud pública más efectivas. Mientras tanto, la mejor recomendación, como señalan los propios autores del estudio, sigue siendo optar por una alimentación equilibrada, rica en alimentos frescos y naturales, y evitar en la medida de lo posible los ultraprocesados.
Referencias
- Horner, D., Jepsen, J.R.M., Chawes, B. et al. A western dietary pattern during pregnancy is associated with neurodevelopmental disorders in childhood and adolescence. Nat Metab (2025). DOI:10.1038/s42255-025-01230-z