La temporada de comuniones ya está aquí, y eso significa que toca echar mano al bolsillo para muchas familias cuyos hijos e hijas van a celebrar su primera comunión en las próximas semanas. Ni más ni menos que, aproximadamente, 3.000 euros de media.
Curiosamente, se da la circunstancia en nuestro país de que la comunión sigue siendo mayoritaria entre los niños y niñas pese a que el sentimiento religioso está en claro descenso. Así lo atestiguan los datos del https://www.cis.es/cis/opencms/ES/index.html (Centro de Investigaciones Sociológicas), que lleva desde 1978 preguntando a los españoles: en mayo de dicho año el 90,5% de la población se declaraba católica, y actualmente esa cifra supera por poco el 50% (practicantes, menos del 20%) mientras que el de ateos se ha disparado desde el 7,6% hasta el 39,9%.
Con estas cifras, la evolución de los niños y niñas que hacen la primera comunión debería dibujar una gráfica en claro descenso, pero según datos de la Conferencia Episcopal, cada año seguían haciendo la comunión en España hasta antes de la pandemia 250.000 niños y niñas.
Es imposible saber en qué medida afecta a esta estadística que hayamos convertido las comuniones en una especie de bidas, como dice el psicólogo infantil Luis Aretio. “Se nos ha ido la mano un poco. Los bautizos se han convertido en comuniones, las comuniones en bodas y las bodas, en la entrega de los Oscar…”, apunta en este post escrito al respecto de las comuniones.

Es la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) quien confirma la gran inversión que supone la primera comunión para las familias: 3.600 euros de media en 2021. Y este dato se llega a disparar casi hasta los 9.000 euros en algunas comunidades autónomas.
De hecho, ya hace más de un lustro, en 2017, la Unión de Consumidores de Andalucia avisó de que los gastos de la comunión en dicha comunidad podían superar los 8.000 euros, al igual que en la Comunidad Valenciana, donde incluso se elevaba el precio hasta los 9.000 euros, tal y como reflejó la misma entidad pero en esta región. La media se acerca a los 3.600 que dice la OCU porque otras comunidades como Aragón tienen su media entre 2.500 y 5.000 euros.
La mayoría de estos gastos se escapan en el banquete, los regalos y la vestimenta, aunque también hay inversiones complementarias de cientos de euros como la del fotógrafo.

¿Es demasiado?
Es imposible mojarse en esta pregunta sin caer en cuestiones subjetivas y muy personales, ya que al fin y al cabo depende de cada familia.
Sí que es cierto que los expertos en psicología infantil no suelen apoyar que la comunión se convierta en un día de excesos. “Confusión es lo que experimentan los niños cuando de todo, lo más importante es la amalgama de regalos que pueden llegar a recibir y el esfuerzo, en la mayoría de los casos, que supone para las familias semejante despliegue de medios para celebrar un acto tan humilde como el que realmente representa”, dice el psicólogo Luis Aretio.
Si queremos ahorrar, el banquete es la primera opción para hacerlo, ya que no es lo mismo pagar 41 euros por cubierto que 77, límites mínimo y máximo de la media de este gasto según la OCU en 2021, precios que ahora probablemente habrán subido, como ocurre con la alimentación y otros muchos sectores. Además, también es posible recortar el número de invitados como medida de ahorro.

En la vestimenta es otra partida donde se puede ahorrar una gran cantidad de dinero, pues se pueden invertir desde 100 euros hasta lo que cada familia desee, probablemente por encima de los 1.000 euros en muchos casos. Y, además, hay gastos que no son obligatorios, como el citado fotógrafo profesional.
Pero, sin duda alguna, es en los juguetes donde más hincapié hacen los expertos. No tanto por la calidad, que también, sino por la cantidad. “Es la confusión de la prioridad por satisfacer las necesidades más materiales; el regalo por el regalo o el sobre con dinero, la abundancia y la ostentación. ¿Aportan algo? Si queremos que nuestros hijos sean felices, ¿de verdad que este es el camino adecuado?”, se pregunta el psicólogo Luis Aretio.
Por ello, tanto Aretio como organizaciones especialistas en consumo recomiendan “recuperar el sentido común” con respecto al gasto que supone una primera comunión para las familias. “Creo que casi todo, en una medida justa, es razonable y necesario. Es como los cumpleaños, que generan una montaña de plástico y papel difícil de digerir, sobre todo por el impacto negativo que genera en nuestros hijos la creencia de que crecer es igual a acaparar cosas que apenas tienen tiempo para disfrutar y que saturan las estanterías de nuestras casas”, dice Aretio, que se pregunta si la necesidad no es más de los adultos que de los niños.
Por su parte, organizaciones como la Unión de Consumidores de la Comunitat Valenciana recomiendan hacer un presupuesto previo y ceñirse a él todo lo posible para controlar el gasto. Y recuerdan la influencia que tienen en este tipo de gastos familiares cuestiones como el reclamo publicitario, la presión social o el consumismo que nos rodea.
De hecho, son muchas las entidades (solo tienes que hacer una búsqueda sencilla en Google para comprobarlo) que ofertan créditos personales para cubrir los gastos que genera una primera comunión, síntoma de que los bancos son conscientes del derroche que muchas familias hacen en este día pensando que es lo mejor para que sus hijos e hijas sean felices.