Durante muchos años el sesgo de sexo en medicina omitió lo que sucedía a las mujeres durante el embarazo, así que lo que sucedía después directamente no existía, se trataba en la intimidad del hogar y con suerte se comentaba con madres, abuelas, hermanas o tías, lo que demuestra que puede ayudarte mucho la compañía de otras madres cuando eres madre para encontrar ese apoyo que durante esta etapa millones de mujeres necesitan y han necesitado a lo largo de la historia de la humanidad.
La primera infancia es agotadora, “los cambios neurohormonales, biológicos, físicos, emocionales y vinculares” según la psicóloga María Agustina Capurro, son continuos durante el puerperio, una etapa que hace referencia a los dos primeros años tras el parto “donde muchas transformaciones en paralelo” se van produciendo en la mujer que acaba de convertirse además en madre.
El terremoto del puerperio
Para la RAE el puerperio es el periodo que transcurre desde el momento del parto hasta el momento en el que la mujer regresa a un estado ordinario anterior a la gestación, aunque para muchas mujeres ese momento realmente no llega nunca, ya que una mujer cuando se convierte en madre, no vuelve a ser la que era antes en muchos aspectos.
Para los médicos el puerperio tiene una duración mínima de dos años desde que se produce el parto y todos coinciden en que se trata de un periodo complicado que a veces se agrava porque es vivido en soledad por parte de las mujeres, muchas de ellas optaron por la maternidad sin pareja debido a las circunstancias vitales que atravesaban.
La obligatoriedad de “estar bien”
Uno de los aspectos que más se resiente durante esta etapa vital es sin duda la salud mental de la reciente madre, la percepción externa de lo que “debe ser” o “debe hacer” una buena madre se junta con la presión de “disfrutar de esta etapa” porque según todo el mundo alrededor “se pasa muy pronto”.
Son comentarios que escuchamos todas y que no son de mucha ayuda cuando estás desbordada, no tienen mala intención en la mayoría de los casos pero aún así, no ayudan.
Y ahí aparece una nueva compañera de la maternidad: la culpa, que se activa en nuestro cerebro casi de forma automática e inconsciente pero que viene impuesta por una narrativa sociocultural arraigada a lo largo de los siglos que poco a poco estamos tratando de cambiar.
El agotamiento, la sensación de no llegar a todo, la niebla mental, el dolor, son vivencias y experiencias que hemos tenido todas las mujeres que hemos sido madres en menor o mayor medida.
Aparece de golpe en nuestras vidas todo de lo que no se habla sobre la maternidad, nos damos cuenta en primera persona de que la lactancia materna no es tan fácil como pensábamos y de lo que no nos damos cuenta es de que la ansiedad se transmite de padres a hijos, aunque lo estemos viviendo durante este periodo.
Quiérete mucho
Aunque no lo creas es lo mejor que puedes hacer también por tu hijo y no solo por ti misma, porque la salud mental de la madre es clave para el desarrollo saludable del bebé y el hecho de sentirte agotada y desbordada te va a llevar a estar siempre enfadada con tus hijos, algo que no es justo para ellos como tampoco lo es para ti.
La información, el asesoramiento profesional, el cuidado a tu propia salud, el descanso y la alimentación saludable, van a ser tus mejores aliados para superar este agotamiento que provoca la primera infancia de los hijos.
Numerosos estudios evidencian que los vínculos con otras madres, como veíamos antes, son de gran utilidad durante esta etapa porque acompañan y consuelan, son un importante sostén emocional que durante el puerperio se hace fundamental para afrontar la situación y todos los miedos que genera la maternidad que no son pocos.

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