Malas costumbres en niños: causas y consejos para evitarlas

A medida que los niños van creciendo, pueden ir dejando de lado las malas costumbres, pero ¿por qué siguen estando presentes a pesar de que nuestro hijo ya no es un bebé? ¿Qué hacer al respecto? Te lo explicamos.
niño aburrido coche

Hace tiempo que dejó de ser un bebé y aún continúa chupándose el dedo. Puede, quizá, que se muerda las uñas, se hurgue la nariz en público, o que no deje de decir palabrotas. El caso es que los niños suelen desarrollar algunas malas costumbres y manías que si no se tratan pueden llegar a tenerse aún en la edad adulta.

¿Cómo se forma una costumbre o un hábito?

Las costumbres y los hábitos se forman a través de un proceso gradual que implica la repetición de comportamientos o acciones en situaciones específicas. Cuando se realiza una acción una y otra vez en un contexto en particular es que se comienza a establecer un patrón de comportamiento.

Generalmente, estos comportamientos se ven reforzados de alguna manera positiva, por eso son propensos a repetirse y a convertirse en hábitos o costumbres. Por ejemplo, en el caso de los niños que se muerden las uñas, podrían estar experimentado un desfogue de ansiedad, y es por eso que suelen repetir la acción cuando están en contextos que les cause estrés.

La mayoría de estos hábitos desaparecen con el tiempo, pero otros persisten convirtiéndose en un problema. Veamos los motivos por los que aparecen y algunos consejos para ayudar a los más pequeños.

¿Por qué tienen malas costumbres?

Este tipo de hábitos son de muy diversa índole y pueden aparecer por varias razones:

  • Ser una manifestación de estrés o ansiedad, por ejemplo, cuando un niño se muerde con frecuencia las uñas.
  • Ser una evidencia de algún problema físico, psicológico o neurológico.
  • Ser una vía de expresión porque el niño no encuentra o no tiene las palabras para expresar lo que siente o preocupa.
  • Ser el reflejo de una educación inadecuada o ausencia de normas y límites. Por ejemplo, cuando utiliza continuamente palabrotas para expresarse. En este caso, suele ser muy común que aparezcan por imitación. Los niños podrían estar copiando a sus padres, a otros adultos o incluso, los hábitos de sus hermanos u otros niños.
  • Cuando no encuentran diálogo o buena comunicación con su familia y para ello intentan llamar su atención.

Cómo ayudar a acabar con sus malos hábitos

Es frecuente que tiendan a desaparecer con el paso del tiempo, pero si hay algunos que se mantienen pueden tener consecuencias negativas. Por una parte, se pueden transformar en comportamientos obsesivos y llegar a afectar a las propias relaciones sociales. Por otro lado, si hay una razón neurológica, psicológica o física que los está provocando hay que saber atender a esta llamada de atención.

Los padres deben observar cuándo sus hijos están teniendo estas costumbres, investigar cuáles pueden ser las causas e intentar darles una solución para evitar que acaben siendo crónicas.

Para empezar, lo importante para lograr que desaparezca un hábito es ser constante. Hay que explicar desde un principio al niño cómo queremos que se comporte (por ejemplo, decirle que no debe decir palabrotas o que meterse el dedo en la nariz además de ser de mala educación, puede acabar causándole daño).

Otro punto importante es que no se deben aplicar castigos exagerados ni dramatizar, esto puede llegar a ser contraproducente pues adoptan una actitud defensiva con la que estas manías seguramente se incrementen.

Algo muy relevante es que no se debe regañar ni ridiculizar al niño en público. De hecho, como en el caso anterior, esto hará que el niño se vea más inseguro y se aferre aún más al consuelo de esa costumbre que tiene. Lo mejor, en vez de decir delante de todos “ya eres muy mayor para chuparte el dedo”, lo que se puede hacer en este caso es proponerle un juego en que necesite usar las dos manos. Es decir, darle alternativas.

Si durante este proceso en el que intenta deshacerse de un hábito vemos que tiene avances, algo muy positivo puede ser elogiarle y recompensarle de alguna manera como un paseo por el parque. Se esforzará mucho más por intentar cambiar.

Por último y por supuesto, algo esencial es que los padres cuiden su ejemplo. No se le puede exigir a un niño que hable con educación, si constantemente en casa oye palabrotas, o que deje ordenada su habitación si los mayores llegan y dejan el abrigo por el medio. Se trata de ser un buen modelo en el que se reflejen, recordemos la imitación para bien y para mal.

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  • Eugenio Manuel Fernández Aguilar