Los primeros días en la guardería, el comienzo de las clases en la escuela de infantil, el paso a la educación primaria… La vida de un niño está lleno de momentos increíbles y únicos, y también de bastantes cambios a los que debe adaptarse poco a poco.
No obstante, si existe un cambio todavía más importante por el momento en el que se produce, ese es el paso de Primaria a Secundaria, especialmente cuando la transición supone cambiar no solo de lugar, sino tutores, compañeros y amigos.
La transición de la escuela de primaria a la de secundaria siempre tiende a ser un momento lleno de emoción y de ansiedad, tanto para los niños como para los padres. Nuevos entornos, nuevos amigos, nuevos desafíos y nuevas opciones a medida que nuestro hijo abre la puerta a los primeros días de clases.
En definitiva, pasar de la escuela de primaria a la secundaria se convierte en un momento emocionante de la vida, aunque también puede llegar a ser una perspectiva abrumadora.

Cuando un niño llega a sus últimos años de primaria, lo más común es que se encuentre totalmente familiarizado con su entorno escolar. Conocerá muy bien a su maestro, se sentirá relativamente cómodo con la mayoría -o con todas- las personas de su clase, y también conocerá a la mayoría de los otros compañeros de la escuela, independientemente de que no formen parte de su aula.
Además, en sexto curso de primaria, lo más común es que esté acostumbrado/a a que se le asignen responsabilidades, y que incluso sean admirados por los niños y niñas más pequeños, pertenecientes a cursos inferiores.
Pero el paso del colegio al instituto suele ser bastante importante, especialmente cuando se acompaña de un cambio de ambientes y de compañeros de clase.
Establecer rutinas (y cumplirlas)
En la educación secundaria, el nuevo ritmo tiende a ser más riguroso que en primaria, y por lo general no existe demasiado tiempo para volver a enseñar determinadas rutinas que, se entiende, el niño/a ya sabe y comprende.
En este nuevo ámbito, los tutores esperan que los estudiantes sean capaces de adaptarse, y además rápidamente. De tal forma que cuanto antes puedan conseguir esta estabilidad, mucho mejor.
Para ello, es esencial recordar a nuestros hijos la importancia de mantener ciertas rutinas, así como de seguir las instrucciones cuando se las dan por primera vez. Estos recordatorios constantes serán de mucha utilizar a la hora de conseguir una transición bastante más fluida.
Mantener horarios

Cada niño/a es diferente, y mientras algunos tienden a adaptarse fácilmente a la escuela secundaria, a otros les cuesta adaptarse más, sobre todo cuando se encuentran ante nuevos compañeros de clase, diferentes profesores, cambios interminables de clases y, sobre todo, la llegada de nuevas tareas a realizar en casa.
En este caso, los horarios lo son prácticamente todo: el horario de clase, el horario extraescolar y, a su vez, el horario en el que deben llevar a cabo sus tareas y prepararlas en casa para el siguiente día lectivo.
Mientras que algunos niños querrán cierta ayuda con ello, otros podrían no quererla. No obstante, mantener un horario regular de tareas es de cierta importancia a la hora de conseguir el éxito en la escuela de secundaria.
Por otro lado, también debemos tener en cuenta que también existirá una variedad más amplia tanto de materias como de profesores. Todo ello viene con una carga de tareas más compleja. Los plazos pueden variar, y conocer las diferentes preferencias de los profesores puede acabar siendo también bastante confuso en un principio.

Puede ser muy útil mantener un horario de tareas colgado en el tablón de anuncios de casa, además de incluir aquellas tareas que deben ser entregadas y cuándo.
La mayoría de expertos aconsejan que los padres miren el diario de tareas de vez en cuando, con la finalidad de asegurarse de que está siendo utilizado, y además de forma efectiva.
Mantener el contacto
A medida que el niño crece, el paso de primaria a secundaria supone también un cambio para muchos padres, ya que se espera que los estudiantes asuman más responsabilidades por sí solos.
Esto significa que, inevitablemente, muchos padres tienden a perder el contacto diario con la escuela o con el instituto, pero debemos ser conscientes de que es esencial mantenerse atentos ante cualquier inquietud o duda que pueda surgir, o incluso hacer preguntas a los distintos tutores acerca de cómo se está adaptando nuestro hijo.
No es conveniente esperar hasta junio para comprobarlo. Mantenerse informado/a es la clave, dado que cuanto más sepan y comprendan los padres sobre lo que está ocurriendo en la escuela, mejor equipados estarán para apoyar al niño cuando sea posible.