¿A partir de qué edad es recomendable enviar a los niños a estudiar al extranjero?

Cada vez más familias deciden ofrecer a sus hijos una experiencia de inmersión lingüística en otro país, pero, ¿cómo saber cuándo están preparados y qué opción es mejor para ellos? ¿Qué otras alternativas tienen para mejorar su conocimiento de ese idioma sin viajar fuera?
niño viaje solo

Aprender bien un idioma tiene una parte de trabajo y estudio y otra, mucho más importante, de inmersión y exposición. Por esta razón, cada vez son más las familias que deciden enviar a sus hijos al extranjero con el objetivo de que lo interioricen y afiancen y, de paso, vivan también una interesante experiencia. La cuestión es decidir a qué edad, a qué país, en qué formato de estancia y durante cuánto tiempo. 

Niña viajando sola - Getty Images/EyeEm

Las opciones son múltiples: estancias de una a cuatro semanas en verano, un trimestre escolar o un curso completo, alojamiento en familias o en residencias… La elección dependerá principalmente de la edad del niño, de su personalidad y de su nivel de conocimiento del idioma… y también, claro, del presupuesto.

¿cómo preparar al niño para viajar al extranjero?

Si queremos enviar a nuestro hijo al extranjero desde muy pequeño (7 u 8 años) es recomendable empezar por introducirle gradualmente el idioma (que seguramente ya estudiará en el colegio, en alguna academia o con medios audiovisuales en casa) y también acostumbrarle previamente a pasar periodos lejos de sus padres. Esto último, especialmente a edades tempranas, es fundamental. 

- Marco Govel

Si nunca han estado sin nosotros, pueden pasarlo realmente mal con el solo hecho de imaginarse lejos de nosotros. Mientras que si están acostumbrados a quedarse un fin de semana en casa de los abuelos, o de algún amigo, podrá llevarlo mejor.

Si tenemos dudas, podemos probar primero apuntándole a un campamento de verano de dormir fuera en un área no lejana de nuestro lugar de residencia, para ver cómo reacciona y si lo disfruta. Si todo va bien, el siguiente verano podemos dar el paso de elegir un curso de verano de una o dos semanas en el extranjero, aprovechando nosotros para hacer turismo por ese mismo país, o ya enviarle solo con alguna organización de confianza. 

Si aún así notamos alguna reticencia por su parte, podemos ayudarle a ilusionarse buscando juntos información acerca del destino para encontrar los aspectos que creemos que les gustarán especialmente (por ejemplo, visitar un estadio de fútbol cercano, asistir a algún espectáculo, comer ciertas comidas, etc.). 

Segunda clave: a partir de Secundaria

Adolescente con maleta - Getty Images

Para estancias de un trimestre o un curso entero lo mejor es que el niño o la niña esté ya en Secundaria. A partir de los 13 años, y en función de la personalidad y el desarrollo de cada uno, puede ser una edad para tenerlo en cuenta, pues ya son lo suficientemente maduros para entender las diferencias de la cultura y del país, suelen tener una buena base en el idioma y son más independientes. En estos casos, lo más fácil para ellos suele ser alojarse en una residencia donde están supervisados en todo momento, con horarios para las comidas, lecciones y actividades.

Pero si están preparados para vivir con una familia, podrán realizar una inmersión mucho más completa. Vivir con una familia local donde solo se habla inglés, ir a una escuela donde todas las clases son en inglés, tener que hablar en este idioma para hacer amigos, etc., le hará aprender a una velocidad y con una intensidad mucho mayor, mejorará la pronunciación, adquirirá más vocabulario y, lo más importante, también ganará más confianza a la hora de expresarse en esa lengua.

Esta exposición más completa a esa nueva cultura les aporta un mayor conocimiento sobre las costumbres, tradiciones y la gastronomía, todo lo cual, sin duda, suma también a su comprensión del idioma. Y más aún, la experiencia global les ayuda a mejorar otras soft skills como la adaptabilidad, la flexibilidad y la resiliencia, todas ellas fundamentales en su maduración y desarrollo. 

Otras alternativas sin salir del país

Pero estudiar en el extranjero no es algo, sin embargo, al alcance de todos, ya sea por un tema económico, por el propio carácter del pequeño o, por qué no decirlo, en muchos casos también por el apego de los propios padres. Por lo que si queremos ofrecerles una experiencia inmersiva podemos buscar opciones más cerca de casa, como escuelas o campamentos de verano bilingües, o programas de inmersión lingüística que existen en diferentes provincias que transforman un pequeño municipio español en un auténtico pueblo inglés.

La tecnología, por supuesto, también es una gran aliada, ya que ofrece un gran abanico de opciones que pueden ayudar a los estudiantes de idiomas a mejorar sus habilidades mucho más rápido de lo que era posible hace apenas un par de décadas. Hoy día tienen a su disposición clases online con profesores nativos que pueden dar clases a cualquier hora del día, apps de aprendizaje que facilitan la adquisición de vocabulario con audios y vídeos profesionales, programas de televisión, películas, periódicos o libros casi en cualquier idioma.

La clave es ofrecer a nuestros hijos todas las herramientas a nuestro alcance (y al suyo, en cada etapa de su vida) para conseguir que tengan la mayor exposición posible al idioma elegido, e intentar hacerlo de una forma atrayente y divertida, con o sin viaje al extranjero.

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