Noemí Navarro se ha convertido, porque la vida le ha llevado a ello, en una fuente de referencia y acompañamiento para muchas familias que tienen hijos diagnosticados con TEA (Trastorno del Espectro Autista), o autismo, “una palabra que da mucho miedo”, como ella misma reconoce. Cuando estaba embarazada de 4 meses de su hija pequeña, Manuela, recibió el diagnóstico de su hijo Mateo. Tenía 18 meses.
Han pasado más de cinco años, un lustro en los que ha reflexionado, aprendido y compartido a través de las redes sociales —@noemimisma es su perfil en Instagram y TikTok, donde acumula más de medio millón de seguidores—, y de su libro, El arte de no encajar, que en apenas dos meses llegó a la tercera edición. Noemí, consciente de que es necesario divulgar de forma cercana y comprensible para complementar todas las publicaciones técnicas que ya hay sobre el TEA, no duda en visibilizar la condición de su hijo y lo que conlleva. Condición, “no enfermedad”, como ella recalca en muchas de sus intervenciones y publicaciones, que ella también porta, puesto que tiempo después del diagnóstico de Mateo recibió el suyo.
Aunque sus perfiles son de temática variada, no se centran solo en el TEA, Noemí Navarro dedica mucho tiempo y espacio a divulgar y visibilizar el autismo. Comparte, por ejemplo, “los regalos” que la neurodiversidad ofrece a las familias a nivel humano, como este momento en el que su hijo Mateo conecta con ella a través de la música. Momentos que, como ella misma describe, “a los demás le parece lo corriente”, pero que para una madre de un niño con autismo es una experiencia inolvidable. Y es que, como la propia Noemí ha explicado en multitud de ocasiones, las personas con autismo como su hijo Mateo “no prefieren estar aisladas y evitar el contacto”, sino que “no saben cómo relacionarse”.
Este, el de que las personas con TEA prefieren estar aisladas y evitar el contacto, es uno de los muchos mitos sobre el autismo que Noemí Navarro trata de erradicar con su trabajo en distintos espacios públicos, sobre todo en sus redes sociales. “El autismo no es una enfermedad, no se cura, es una condición para toda la vida”, dice. “Y tampoco es verdad que no puedan mirar a los ojos, es uno de los grandes falsos mitos sobre el autismo. Es cierto que mirar a los ojos a una persona conlleva una cantidad de estímulos que para muchos cerebros autistas les lleva demasiada carga sensorial y resulta muy difícil para ellos”, apunta en otro vídeo. “Tampoco son todos genios, solamente el 10% tiene altas capacidades —es el porcentaje estimado que hay en la sociedad con esta otra condición compatible con el TEA—, ni son agresivas”, señala en algunas otras píldoras que publicó coincidiendo con la celebración el 2 de abril del Día Internacional por la Visibilización del Autismo.
Es en las redes sociales donde Noemí Navarro también comparte características compatibles con el autismo a través de su propia experiencia, como cuando este verano contó qué era el “escapismo”, eso que les ocurre a muchas personas con TEA cuando se encuentran en lugares amplios con mucha gente alrededor. A Mateo, su hijo, le dio por salir corriendo sin mirar atrás en medio de la playa. “Por eso no puedo ir sola a sitios como la playa con mis hijos”, contaba en el vídeo.
Es también en sus canales de redes sociales donde comparte algunos consejos útiles para todas las personas, que todavía somos muchas, que no sabemos cómo comportarnos ante el TEA. Especialmente útil es su reflexión, en base al conocimiento, sobre cómo es la mejor forma para romper el hielo y acercarnos a una persona con TEA si no sabemos cómo hacerlo. “Si nunca has tratado con un niño o con un adulto autista, y quieres empezar a comunicarte, lo más apropiado es que hables con sus seres cercanos y que te digan cómo es la mejor manera de acercarse a ellos”, recomienda Noemí Navarro. Algo tan sencillo y lógico que, sin embargo, no se suele hacer por desconocimiento y, en algunos casos también, falta de autoconciencia.

En las personas con TEA, dice Noemí Navarro, “el cerebro procesa la información de una manera diferente”. Esto conlleva dificultades en la comunicación y en las relaciones sociales, lo cual hace necesaria “una rutina y anticipación para que se puedan sentir seguros”. Además, son personas “muy sensibles a los estímulos”. Estos detalles deberíamos conocerlos todas las personas que convivimos con aquellas que tienen TEA porque nos ayudan a entender por qué debemos establecer contacto con ellos de una manera más responsable. “Se comunican, pero quizá no como tú esperas que lo hagan. [...] Hay que estar muy abiertos a aprender”, concluye Noemí Navarro, una voz imprescindible para todas aquellas personas que quieran conocer el TEA desde cerca.