Según los últimos estudios, los adultos pasamos de media 34 años de nuestra vida mirando pantallas, estos y otros datos los comenta Elsa Punset en alguna de las charlas que sobre gestión emocional digital da con bastante frecuencia en distintos foros, sobre todo entre educadores, padres y madres.
Para ella es preocupante el hecho de que estemos perdiendo la capacidad de aburrirnos y no solo hablamos de los niños, a los adultos también nos está pasando. Uno de los problemas que ella señala es que “los niños actualmente necesitan siempre algo externo que los estimule por la cantidad de horas que invierten en las pantallas”, sobre todo de una forma pasiva.
La importancia de recuperar la vida analógica
Elsa Punset reflexiona sobre el tiempo que tarda un adulto en mirar una pantalla desde que se despierta por la mañana cualquier día rutinario, “la pantalla es lo primero que ve la tercera parte de las personas, antes de cinco minutos” desde que se despiertan. ¿Qué estamos enseñando a nuestros hijos a través de nuestro ejemplo?
Nuestro cerebro está sobreestimulado y esto nos hace volvernos impacientes y los adultos, al menos tenemos otros recursos porque hemos sido educados de niños de otro modo, en un mundo sin pantallas, pero nuestros hijos no y a ellos les están pasando cosas buenas gracias a la tecnología como también cosas malas por culpa de la tecnología.
Uno de los perjuicios que está provocando la tecnología en los niños es la falta de sueño, no duermen lo suficiente, a lo que se une la falta de actividad física, dos aspectos negativos que están perjudicando la salud de la población infantil a niveles preocupantes.
Relaciones entre personas
Elsa Punset señala que los estudios que se han hecho en este campo demuestran que “cuando quitas los móviles de un aula mejora el rendimiento escolar pero no solo eso, también mejoran las relaciones entre los niños y las niñas.”
Porque como ella misma añade, las relaciones entre personas necesitan del contacto físico, necesitan que “nos contagiemos las emociones físicamente, a través de las redes sociales nos volvemos más fríos porque no sentimos al otro, cambia nuestra forma de relacionarnos” y todo esto es importante hablarlo también con los niños y explicárselo.
Es verdad que la propia autora señala que no todo es malo a la hora de relacionarnos a través de la tecnología, cuenta la anécdota de su propia infancia, cuando vivía “en un internado y llamaba a mi casa los sábados por la tarde a cobro revertido, ahora con mi hija hablamos todos los días y a veces varias veces. Esa parte de la tecnología ¡qué bonita es!.”
Cómo recuperarnos
Elsa Punset no demoniza la tecnología, todo lo contrario, lo que plantea es un uso racional y que seamos nosotros los que marquemos los límites y no al contrario.
Ella propone por ejemplo darse un tiempo sin móvil, una hora por ejemplo, una actividad que no tenga nada tecnológico y que durante ese tiempo no se permita que nada interrumpa la conversación, la actividad o el momento.
Otra propuesta es la de salir a la naturaleza, experimentar “que te moje la lluvia, que abraces un árbol”, actividades físicas y analógicas que repercuten de forma positiva en la salud física y mental.
Y lo más importante para Elsa Punset es que “tenemos que enseñar en las primeras dos décadas de vida hábitos tecnológicos sanos” a nuestros hijos. Enseñarles a usar la tecnología de una forma activa y no tan pasiva como mayoritariamente la están usando ahora.

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