Durante años, los consejos sobre crianza han estado llenos de normas estrictas sobre cómo educar a los hijos: límites en el tiempo de pantalla, dietas equilibradas llenas de verduras y alimentos que no gustaban a los niños o actividades extraescolares que los padres se empeñaban en poner a sus hijos a toda costa. Sin embargo, para muchas familias, estas reglas han generado más ansiedad que beneficios, llegando al punto incluso de tener actitudes tóxicas en la crianza.
Meg Thompson, madre de dos niños, decidió dar un paso al frente y adoptar un enfoque diferente. "Me di cuenta de que soltar estas imposiciones convirtió mi hogar en un espacio más tranquilo y armonioso", explica. Desde entonces, sus hijos disfrutan de una mayor autonomía y, lejos de verse perjudicados, han demostrado estar más felices, seguros, e incluso han pasado a ser más exitosos académicamente.
La presión por mantener a los niños ocupados
Cuando su hija era un bebé, Meg se obsesionó con la idea de que debía estar siempre estimulada. La presión de mantener a los niños entretenidos es un mandato social que hace sentir culpables a los padres si no logran un ambiente de diversión constante.
Con el tiempo, comprendió que los niños no necesitan un entretenimiento ininterrumpido; a veces, simplemente necesitan espacio para aburrirse y desarrollar su creatividad de manera natural.

Enseñarles a usar el baño cuando sea el momento
Uno de los mayores errores que cometió Meg fue tratar de enseñar a su hija a usar el baño antes de que estuviera lista. "Fueron meses de frustración innecesaria", comenta. Con su hijo, en cambio, esperó a que mostrara interés, y el proceso fue sencillo y sin traumas. "Cada niño tiene su ritmo, y respetarlo evita el estrés tanto para ellos como para los padres".
Imponer una dieta llena de alimentos que tus hijos odian
Durante años, Meg se esforzó en encontrar maneras de hacer que sus hijos comieran más verduras, comprando productos que los disfrazaban en formas divertidas. Sin embargo, obligarlos solo generó rechazo.
Cuando dejó de insistir y simplemente se dedicó a comer saludablemente delante de ellos sin presionarlos, su curiosidad hizo el resto. "Ahora disfrutan de alimentos que antes rechazaban, sin que nadie los obligue".

Pantallas: un enemigo malentendido
Este tema suele ser un problema recurrente, puesto que muchos padres intentan controlar el tiempo que sus hijos deben usar las pantallas, creyendo que es algo perjudicial. Sin embargo, en su casa, Meg ha dejado que sus hijos usen sus dispositivos libremente. En lugar de aislarlos, las pantallas han sido una fuente de aprendizaje. "Mi hijo, a los 4 años, ya comprendía conceptos históricos que no estaban en su programa escolar gracias a videos educativos", señala.
Por supuesto, hay que supervisar el contenido, pero ella está convencida que demonizar la tecnología es ignorar sus beneficios. Su hija lee e-books durante horas y escucha audiolibros para dormir. "Su amor por la lectura ha sido impulsado por la tecnología, no frenado por ella".
Confiar más en nuestros hijos
Hoy en día, las decisiones sobre las actividades que realizan, lo que comen y hasta las horas de entretenimiento en la familia de Meg se deciden en conjunto. Si sus hijos no quieren practicar un deporte o prefieren un desayuno menos convencional, no los obliga. Curiosamente, esta libertad ha fortalecido su relación y les ha permitido desarrollar un fuerte sentido de autonomía."Criar niños felices y equilibrados no se trata de seguir reglas estrictas, sino de confiar en su capacidad de autorregulación y aprendizaje", concluye. "A veces, dejarlos ser es la mejor manera de acompañarlos en su crecimiento".