¿Alguna vez te has preguntado por qué aprendemos tanto y tan rápido cuando somos pequeños? Es cierto que el cerebro es más plástico en la infancia, pero también hay un factor decisivo, relacionado con ello, que tiene un papel decisivo en esta cuestión: las podas neuronales. La más grande tiene lugar en la adolescencia, y afecta más a los cerebros con altas capacidades.
Desde el INA Memory Center explican que “cuando uno es pequeño, nuestras conexiones neuronales pueden alcanzar hasta 40.000 nuevas sinapsis por segundo, casi el doble que en la edad adulta”. Esta actividad requiere que el cerebro haga podas neuronales, que empiezan alrededor de los 3 años. “Este proceso dura hasta aproximadamente la adolescencia, los 12-13 años, en la que se llega al punto álgido”, añaden.
En la charla dedicada a las familias del PEAC de la Comunidad de Madrid, la directora del Centro Regional de Enriquecimiento educativo para el alumnado con Altas Capacidades (CREACIM), Silvia Benito, destacó que son muchas las familias con hijos e hijas con altas capacidades que se sorprenden con el “apagón” que sufren sus hijos e hijas cuando llegan al citado momento álgido de la poda neuronal en la adolescencia, los 12-13 años..
Lo hizo para tranquilizar a las familias con peques con altas capacidades, ya que la poda neuronal de la adolescencia es un fenómeno común a todas las personas, pero es en las altas capacidades cuando tiene todavía mayor incidencia. La incidencia, explicó Silvia Benito, es a corto plazo y no tiene mayores consecuencias para estos chicos y chicas, cuyos cerebros continuarán trabajando de la misma forma. No han perdido las altas capacidades.

Qué es la poda neuronal de la adolescencia
Para entender en qué consiste una poda neuronal en general y específicamente la de la adolescencia, es necesario entender que durante esta etapa el cerebro funciona como un reloj.
“Durante la adolescencia el cerebro sigue perfeccionando y fortaleciendo las capacidades cognitivas, habilidades que consolidarán los circuitos que las sustentan a través de sinapsis (conexiones entre neuronas) más rápidas y más maduras”, explica al respecto Esmeralda Armada Ortega, psicóloga del Centro Psicológico Loreto Charques. Lo que ocurre, agrega, es que las habilidades que no practica “usarán menos los circuitos que las sustentan produciendo una poda neuronal”.
Esta es la explicación por la que es posible observar un retroceso en la conducta de los chicos y chicas cuando llegan a esta edad. El retroceso puede ser más o menos grande, algo más habitual esto último en los niños y niñas con altas capacidades.
La psicóloga Loreto Charques indica que es en la corteza prefrontal donde se concentran la mayoría de los circuitos, y debemos tener en cuenta que esta parte del cerebro tarda en madurar. En ello insisten cada vez que tienen ocasión neuropsicólogos y psicoterapeutas como Álvaro Bilbao o Rafa Guerrero.
Es la corteza prefrontal, dice Charques, “la se encarga de la toma de decisiones, la planificación de tareas y tiempos, la inhibición de un comportamiento inadecuado, anticipación de consecuencias… y es la sede de nuestra “conciencia” de ahí la fama de los adolescentes de impulsivos, desafiantes, desorganizados y de tropezar en ocasiones con la misma piedra”.
Además, este “mecanismo” está conectado con el sistema límbico, aquel que permite procesar emociones y recompensas, que en la adolescencia tiene una respuesta más potente que en la edad adulta.
En definitiva, la poda neuronal de la adolescencia no tiene mayor importancia, pero es importante conocer de su existencia para poder acompañar y entender todo lo que les ocurre a nuestros hijos e hijas alrededor de los 12-13 años. Y es interesante saber, también, que esta poda puede ser mayor en las altas capacidades, por lo que es posible que percibamos un retroceso más grande si tenemos un hijo o hija que las tiene.