El comienzo de la guardería es un cambio en la dinámica familiar, tú y tu bebé se enfrentan a una nueva rutina luego de la convivencia, casi total, de la que han disfrutado durante meses.
Sientes alegría porque simboliza un paso más en el crecimiento de tu hijo, y también porque podrás retomar actividades que habías dejado a un lado. Pero al mismo tiempo, sientes temor por el cambio, tristeza, nostalgia o incluso culpa. ¡No eres el único, es un momento de muchas emociones!

¿Qué supone para tu hijo entrar a la guardería?
En primer lugar, supone una separación de sus padres, y, por tanto, del mundo que conoce: es la salida “oficial" del hogar. Representa un gran cambio al que poco a poco se irá adaptando tu hijo.
Por esto, necesitará sentirse acompañado y comprendido durante el tiempo que dure este proceso. Cada bebé y cada niño responderá diferente dependiendo de su personalidad, su edad, lo novedoso que sea la guarde o las personas que lo cuidarán, el que haya estado antes bajo el cuidado de otros cuidadores o, la actitud con la que sus padres tengan sobre la guardería.
¿La actitud de los padres importa?

Sí, la adaptación del niño va a estar influenciada por la forma en que tú y tu pareja manejen este cambio. La actitud de los padres afecta a los niños porque los padres son las figuras de referencia más importantes en la vida de un niño. Los niños dependen de sus padres para obtener orientación, apoyo emocional y seguridad.
Es importante saber que los niños aprenden observando y imitando el comportamiento de sus padres. Si los padres demuestran una actitud positiva hacia los cambios y desafíos de la vida, es más probable que el niño también desarrolle esas actitudes y habilidades de afrontamiento. Por el contrario, si los padres muestran negatividad, estrés o ansiedad, los niños pueden aprender a reaccionar de la misma manera.
Además, durante los primeros años de vida, los niños desarrollan un fuerte vínculo emocional con sus padres. Por lo que si los padres muestran una actitud positiva y brindan apoyo emocional, los niños se sentirán seguros y amados. Esto les brindará la confianza necesaria para enfrentar nuevos desafíos y adaptarse a situaciones cambiantes. Así pues, si los padres tienen una actitud negativa o distante, los niños pueden sentirse inseguros y tener dificultades para adaptarse.
Asimismo, los peques necesitan sentirse seguros y protegidos para explorar y enfrentar nuevos entornos. Si los padres brindan un entorno seguro y estable, los niños se sienten más seguros para enfrentar nuevos desafíos. Por otro lado, si los padres muestran preocupación excesiva, los niños pueden sentirse más ansiosos y temerosos ante las situaciones nuevas.
Puedes preguntarte cómo te sientes con este cambio, qué piensas de la guardería que has elegido o de la profe, a quién ya conociste hace algunos meses. Atrévete a preguntarte cuáles son tus mayores temores, o qué echarás de menos de la etapa que se cierra, y qué te ilusiona de la que recién comienza. Sentirte seguro y tranquilo con la decisión tomada, tomar conciencia de tus sentimientos y tus angustias, sin duda ayudará a que el proceso de adaptación de tu hijo vaya mejor.

Tú y tu pareja son los encargados de construir el puente para la transición de tu hijo a ese nuevo mundo que representa la guarde, un puente que idealmente será lo suficientemente sólido como para que el niño pueda caminarlo y disfrutarlo. Así, la guardería podrá convertirse en un lugar en el que tu hijo se sienta en confianza, lo que es fundamental para que se atreva a socializar y a vincularse con otros que son externos a su familia. A las pocas semanas verás como tu hijo se sentirá seguro y tranquilo con su profe, su nuevo cuidador.
¿Qué puedes esperar de estos primeros días?
Pasará un tiempo hasta que tu hijo se sienta como en casa. A medida que se familiarice con el nuevo lugar y comprenda que la separación será solo por unas horas, (¡que sus padres volverán a buscarlo!) se empezará a sentir mucho mejor y podrá disfrutar de su nueva actividad.
Al pensar en estos primeros días, seguramente vendrá a tu mente la imagen de un niño llorando cuando su madre lo deja en la puerta de la clase. Esta es la forma que muchos niños encuentran para mostrar a sus padres el temor, la incomodidad o el enfado que sienten frente al cambio que están viviendo. Pero también pueden expresarlo de otras formas. De hecho, el que tu hijo se quede sin llorar desde el primer día no significa, necesariamente, que ya esté adaptado.
¿Te preguntas de qué otras maneras puede tu hijo expresar lo que siente frente a este cambio?

Es normal o esperado que durante algunos días tu hijo:
- Esté irritable, inquieto o triste.
- Tenga dificultad para conciliar el sueño, se despierte por la noche con pesadillas.
- No quiera comer, en la casa o en la guarde, como usualmente lo hace.
- Tenga algún “retroceso” en un hito del desarrollo que ya había alcanzado.
¿Cómo podemos ayudarlo?
Cada niño es completamente diferente y algunas sugerencias pueden servir más a unos niños que a otros. Sin embargo, algunas recomendaciones generales para todas las familias son:
- Prepáralo para el cambio. Antes del inicio, háblale con la verdad y dile que va a comenzar la guardería, menciona el nombre de sus profes, cuéntale sobre lo que va a conocer, niños, juguetes y cuántas cosas más. Incluso, pueden hacer la ruta de la casa a la guarde, o visitar la guarde días antes. Preparen la mochila juntos. Todo esto le ayudará a sentirse más tranquilo y orientado cuando comience.
- Intenta que la adaptación sea progresiva. Que el tiempo que esté en la guardería vaya aumentando de forma gradual hasta alcanzar el horario definitivo, ayudará a que el cambio no sea tan abrupto para tu hijo.

- Transmítele seguridad y confianza. Aunque es un bebé o un niño pequeño, tus palabras y tu actitud son lo más importante. Acuérdate que si trasmites desconfianza, le resultará más difícil sentirse tranquilo en el nuevo espacio. Háblale y asegúrale que va a estar bien, que su guarde es un lugar seguro y que volverás muy pronto.
- Despídete. Es importante que el niño sepa que te has ido. Si te vas sin despedirte “para que no sé de cuenta” tu hijo se sentirá más inseguro y temeroso. Acércate, dile que te vas, que él se quedará con su profe mientras tú vas al trabajo o hacer la compra, y más tarde irás a buscarlo.