No es un secreto que algunas sociedades han aprovechado las pequeñas diferencias biológicas entre niñas y niños para establecer estereotipos de género acompañados, muchas veces, de ventajas y desventajas para uno u otro.
Uno de ellos tiene que ver con la madurez en la adolescencia, atribuida primero a las chicas y motivo de esperar de ellas determinados comportamientos que siguen un único patrón cuando, en realidad, madurar es también la libertad de elegir ser como quieres ser.
Dejando a un lado los modelos de conducta y desde un punto científico, ¿maduran antes la chicas realmente? ¿Qué supone madurar? Un estudio publicado en el National Institutes of Health (NCBI) da respuesta a estas y otras preguntas.
La mayor oleada de cambios cerebrales se produce, efectivamente, en la adolescencia. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) esto en cifras aproximadas vendría a ocurrir entre los 10 y los 19 años. Y esta nueva investigación señala que, en el momento en que nacemos, niños y niñas tienen prácticamente la misma cantidad de fibras cerebrales. Estas fibras serán las que nos permitirán, a través de la red que forman, aprender y desarrollarnos.
Para realizar el trabajo, los expertos al mando de Sara B. Johnson, Doctora del departamento de Pediatría de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de Baltimore, Maryland (EEUU), escanearon los cerebros de 121 personas de entre 4 y 40 años mediante resonancias magnéticas, y encontraron que algunas fibras cerebrales que unían regiones remotas del cerebro tendían a permanecer estables, pero que otras conexiones más cortas, desaparecieron por completo.
¿Y esto qué quiere decir? Según el informe del estudio, esto forma parte del proceso de reorganización cerebral que realiza nuestro cuerpo en la adolescencia; cuando el número de fibras disminuye, en realidad se está simplificando para que se puedan enfocar de una forma más adecuada en la región del cerebro que demanda cada momento; por ejemplo, para memorizar un tema a la hora de estudiar, para tener agilidad de cálculo mental, o para solucionar un imprevisto.
Bien, pues según los resultados del análisis este procedimiento de reducción parece ocurrir antes en el cerebro de las niñas que en el de los niños.
Un efecto del cerebro: Conecta y Dispara
Sin embargo, el género no es importante en este proceso del desarrollo según los investigadores. Da igual si somos del género masculino, femenino, o intersexual porque en la infancia nuestro cerebro vive toda una reestructuración mediante la que se eliminan las conexiones del cerebro que no se usan de manera regular. De la misma forma, aquellas que se utilizan frecuentemente, se alimentan y sobreviven.
Esto es lo que los entendidos de la ciencia conocen como “conecta y dispara”, o en un lenguaje ordinario, la supervivencia de las redes neuronales más utilizadas.
La coautora del estudio y científica, Sol Lim, añade que “este proceso de poda selectiva, que ocurre antes en el cerebro de las chicas, y le llamamos desprendimiento preferencial, preserva las propiedades centrales de la red cerebral que son cruciales para el procesamiento de la información y el desarrollo cognitivo”, dice. Por esta razón y tal y como explica Lim, podría ser que el cerebro de las mujeres, en algunas áreas emocionales durante la adolescencia, madure antes que el de algunos varones.
El mismo equipo de investigación señala que el cerebro de ellas, tiende a tener más conexiones en los dos hemisferios del cerebro, lo que sumado a la reorganización que hemos visto, provoca que en muchos casos se reorganice de forma más eficiente para procesar el entorno.
Esta es una de las diferencias que la ciencia encuentra, pero no por eso debemos extrapolar y olvidar que cada caso particular es diferente y que por supuesto, puede haber casos de niños cuyos cerebros realicen antes este proceso. Lo que sí podemos dar por seguro, es que las diferencias biológicas no tienen por qué acompañar diferencias culturales, sociales y de juicio, ya que esas diferencias suelen depender del ángulo del que mira, y cuando nos fijamos bien, descubrimos que son muchas más las semejanzas que compartimos.