Los dos años son tal terremoto de emociones y cambios para los peques que hay quien los bautizó como “Los terribles dos”, también conocidos popularmente como “aDOSlescencia”. La verdad, hay que reconocer que el nombrecito (cualquiera de los dos) ronda la cabeza constantemente cuando la experiencia de la paternidad pasa por esta etapa, pero no basta con aguantar el chaparrón y ya está. Debemos conocer qué les ocurre a nuestros hijos en esta etapa para acompañarles y que la transición sea la mejor posible para ambas partes.
Mariana Martínez, pedagoga especializada en Educación en Valores y Disciplina Positiva, define de forma muy gráfica "Los terribles dos": “Es la etapa en la que aquella pequeña y adorable personita, que te derrite con su simpática sonrisa, se convierte, de pronto, en un volcán en erupción y se tira a mitad de la calle a llorar y gritar por un motivo que no entiendes o que no sabes solucionar porque, ante la mirada y lógica adulta, parece algo irracional y sin sentido”, expone. Esta “No es una etapa fácil, ni mucho menos. Sobre todo porque las prisas, el estrés, el día a día, la poca tribu que tenemos, etc., hace que todo se complique mucho y sobre todo, no nos deja a los padres con un estado de ánimo muy óptimo para gestionar conflictos cada dos por tres”, explica Miriam Tirado, asesora de crianza. “Es una etapa que, sin duda, suele descolocar a los papás, advertidos quizás previamente por alguien que ya ha pasado por esto, y que pone a prueba los límites insospechados de su paciencia”, añade Martínez.
El gran problema de "Los terribles dos" es no saber cómo actuar ante una crisis emocional de tu hijo. Llega un momento, ante una rabieta de las intensas y duraderas, que se puede convertir en una pesadilla, pero hay que mantener la calma porque nuestro papel como padres es importante ya que es la fase en la que “los niños dos años se enfrentan con la dependencia de sus padres y, al mismo tiempo, con el deseo de independencia”, indica el doctor Jay Hoecker en declaraciones recogidas por Mayo Clinic. “Están ansiosos por hacer cosas solos, pero están comenzando a descubrir que se espera que cumplan con determinadas reglas. La dificultad de este desarrollo normal puede llevar a una conducta inadecuada, frustración, sentimientos descontrolados y berrinches”, asegura el doctor especializado en medicina pediátrica.
La ‘adoslescencia’ es un momento, por estos motivos, en el que el peque necesita sentirse protegido y querido, acompañado como hasta ese momento pero si cabe un poquito más porque aprender a reconocer las emociones no es un reto sencillo de superar, pero también necesita que sus padres le faciliten poco a poco la autonomía que demanda. Por ejemplo, cuando quiere hacer algo solo y, como se va a manchar (comer, pintar, etc.) o va a tardar mucho, no les dejamos. “Somos nosotros los que tenemos que tener más paciencia todavía, más tolerancia, entenderlos más, ser más empáticos y acompañarlos mejor en esta etapa que a ellos también les cuesta y en la que también sufren. No les es fácil crecer y adaptarse a tantas cosas nuevas”, dice Miriam Tirado.
Consejos para afrontar la etapa de 'Los terribles dos'
Si somos capaces de entender qué ocurre de forma generalizada en esta etapa -no se da en todos los niños con la misma intensidad el descontrol emocional, por ejemplo-, tendremos mucho camino recorrido para que la ‘adoslescencia’ no sea un calvario.
La mentalidad positiva ayuda. Y, de verdad, hay motivos para ello. “También es una edad en la que son maravillosos, divertidos, ocurrentes y fantásticos”, dice Mariana Martínez con toda la razón del mundo.
El doctor Jay Hoecker recomienda “evitar situaciones desafiantes, como ir de compras durante la siesta de tu hijo, y asegurarse de elogiarlo si su conducta es adecuada”. Efectivamente, reafirmar aquellas conductas positivas es un hábito fantástico, y lo es a lo largo de toda la crianza, no solo durante los dos años. Sobre lo primero, es especialmente importante tenerlo en cuenta en esta etapa porque existe una mayor probabilidad de que todo se tuerza, así que es fundamental respetar “sus ritmos y necesidades de alimentación, descanso, juego y movimiento”, advierte Martínez.
En cuanto experimentes en primera persona el contexto de "Los terribles dos" verás que el cansancio es un factor desestabilizante absolutamente protagonista así que tanto para el niño como vosotros es muchísimo más saludable respetar los momentos de sueño del pequeño aunque eso implique organizar el resto del día en torno a ellos. Es más, todos los expertos, entre ellos los consultados, hacen hincapié en las rutinas estables como una de las claves para que "Los terribles dos" no lo sean tanto.
Por otra parte, también es necesario concienciarse de algo: por mucho que te guste tenerlo todo bajo control, para el desarrollo y la estabilidad emocional de tu hijo es recomendable que pueda desarrollar la autonomía que demanda. Déjale ayudar cuando quiera limpiar aunque te ensucie más; si tienes que ducharle después de comer porque se ha puesto hasta el pelo de comida, no pasa nada; si quiere vestirse, pues que lo intente aunque estés 20 minutos junto a él. Y así con muchas otras cuestiones que irás comprobando en el día a día.
Y si, pese a ello, llegan las rabietas (que llegarán), hay que hacer un trabajo mental previo de aceptación. Son parte del crecimiento y lo más eficaz es saber cómo afrontarlas. En este sentido, legitima los sentimientos de tu pequeño y aportar luz a lo que siente explicándole qué es y cómo se llama. Ya sabes, puedes tirar de todos los recursos que tengas a mano, incluidos libros infantiles que hablan sobre esta etapa, como el famoso El monstruo de colores.
Por lo demás, respira, ármate de paciencia y, si crees que estás a punto de perder los papeles, da el relevo a la otra mitad de la crianza si está junto a ti. Si estás en solitario, es preferible levantarse un momento, respirar y frenar antes de desviarte de la hoja de ruta adecuada. Piensa, cuando esto te ocurre, que tal y como concluye el doctor Jay Hoecker, “Al aceptar los cambios por los que está pasando tu hijo y demostrarle amor y respeto, lo ayudarás a sobrepasar esta etapa difícil con confianza”. Lo estás haciendo por el bien de tu peque, y no hay argumento más definitivo que este.