En la crianza, los padres buscan constantemente razones y explicaciones que respalden sus decisiones. No es una crítica, es natural. Quien esto escribe lo hace con conocimiento de causa. Desde la alimentación hasta el sueño, pasando por el contacto físico o la disciplina, en todos los hábitos y tareas cotidianas propias de la crianza de los hijos y las hijas, muchas veces se intenta justificar cada acción con argumentos sobre sus supuestos efectos a largo plazo… y se olvidan, nos olvidamos, del corto plazo, del presente.
El pediatra y divulgador Carlos González, referente en temas de crianza, ha expresado en el último capítulo de su pódcast su molestia ante esta tendencia. Para él, hay comportamientos que simplemente no necesitan justificación basada en suposiciones sobre el futuro de los niños, sino en principios fundamentales sobre el respeto y el bienestar infantil.
González, autor de libros como Bésame mucho y Mi niño no me come, se ha mostrado crítico con la idea de que cada acción en la crianza debe estar condicionada por sus posibles repercusiones en la adultez. “Cada vez me molesta más esta manía que tenemos a veces de intentar justificar lo que hacemos o no hacemos con nuestros hijos por supuestas consecuencias a largo plazo”, señala.
El pediatra pone un ejemplo contundente: “Cuando se dice ‘no le pegues una bofetada porque tendrá un trauma psicológico’. ‘Pues a mí me dieron una bofetada y ¿qué? No tiene nada que ver’. ¿Eso quiere decir que puedo ir y pegarle una bofetada porque no va a tener un trauma. No, no puedo pegarle una bofetada porque no se pega a la gente ni a los adultos ni a los niños, mucho menos a los niños”, responde González al ejemplo puesto por él mismo.
Con esta reflexión, Carlos González subraya que la razón para evitar ciertos actos no debe estar basada en suposiciones sobre el futuro, sino en principios de respeto y dignidad.

Un enfoque crítico sobre las justificaciones en la crianza
La preocupación del pediatra se extiende a otros aspectos del cuidado infantil. González menciona que se han construido argumentos en torno a la lactancia, el sueño y el contacto físico basados en posibles consecuencias futuras.
“Se habla de posibles consecuencias a largo plazo, pues de casi todo. Si le da el pecho, tendrá menos alergias, pero si le das el pecho se queda enmadrado, dependiente. Si duerme en tu cama, no sabrá dormir solo y tendrá insomnio toda la vida. No, si duerme en tu cama, será más seguro de sí mismo”, dice el pediatra, encadenando comentarios que se siguen escuchando mucho en la crianza, a modo de ejemplos.
Con este enfoque, González cuestiona la manera en que muchas decisiones de crianza se justifican con base en predicciones que, en su opinión, no pueden no ser tan determinantes. “A ti te enseñan dos directores de banco o dos ministros del gobierno y te dicen: 'Uno de estos tomó el pecho y el otro tomó el biberón, ¿tú crees que se distingue?' Uno de estos durmió en la cama con sus padres y el otro lo dejaron llorar por la noche, ¿tú crees que los distingues? A uno de estos lo cogían mucho en brazos, a otro lo dejaban llorando, ¿tú crees que los distingues?”, argumenta el popular divulgador en materia de crianza de los hijos, que en anteriores capítulos de su programa habó del aislamiento a la hora de dar a luz, una de las causas de la depresión posparto.

El punto de vista invita de Carlos González sobre el hábito de crianza que más le molesta, pensar en exceso sobre el futuro para justificar las decisiones que se toman como padres y madres, invita a reflexionar sobre la tendencia a proyectar el futuro de los niños a partir de pequeños aspectos de su crianza.
Para González, hay factores mucho más determinantes en el desarrollo de una persona que el hecho de haber sido amamantado o haber dormido con sus padres. Sobre todo si se habla del largo plazo, hábito que tanto molesta a Carlos González.
Criar desde el respeto, sin necesidad de predicciones
Las palabras de Carlos González, que advierte del peligro de ridiculizar a los hijos, ponen el foco en la importancia de basar la crianza en el respeto y la empatía, en lugar de depender de argumentos sobre eventuales consecuencias futuras.
En este sentido, su planteamiento coincide con el de diversas corrientes de crianza respetuosa, que promueven la atención a las necesidades actuales del niño sin intentar prever su impacto en la adultez.
En definitiva, el mensaje de González es claro: en la crianza, más allá de las teorías sobre el futuro, lo fundamental es actuar con respeto y coherencia en el presente.
Evitar la violencia, responder a las necesidades de los hijos e hijas, acompañándoles a la vez que se potencia su autonomía, ofreciendo un entorno seguro en el que se desarrollen con libertad, son los verdaderos objetivos que nos debemos poner en la crianza de los hijos e hijas mientras esta sucede.