Si bien existe un consenso amplio en base a la evidencia científica de que las pantallas no son aconsejables para los niños, en ningún caso antes de los dos años y muy limitadas de esa edad para adelante, siguen publicándose estudios sobre los posibles riesgos que abusar de lo digital conlleva para el desarrollo de los niños y niñas.
A comienzos de enero se publicó en la revista JAMA Pediatrics Experiencias tempranas en medios digitales y desarrollo del procesamiento sensorial atípico, una investigación liderada por Karen Frankel Heffler, del departamento de Psiquiatría, Facultad de Medicina de la Universidad de Drexel (Filadelfia, Pensilvania), que profundiza en las consecuencias que puede tener el uso abusivo de pantallas en los niños.
El estudio en cuestión, que se ha basado en datos recogidos de 5.000 niños y publicados por el Estudio Nacional Infantil de Estados Unidos, profundiza en las influencias ambientales en la salud y el desarrollo infantil.
Aseguran Frankel y su equipo que hay un riesgo emocional del que no se ha hablado mucho antes relacionado con las pantallas en la infancia: el desarrollo de conductas atípicas de procesamiento sensorial.
En concreto, es un riesgo, según el estudio, que afecta a la infancia temprana ya que los peques que pasan más tiempo viendo contenidos digitales en pantallas antes de las dos años (algo que la Asociación Española de Pediatría desaconseja en su guía para familias recién publicada), tienen más probabilidades de desarrollar este tipo de conductas antes de los tres años.

El estudio señala, por ejemplo, que los niños de un año que ven una pantalla en algún momento, con independencia del tiempo, tienen una probabilidad del 105% mayor que aquellos que no las ven de mostrar estos comportamientos sensoriales atípicos, teniendo un registro bajo hacia los 33 meses de vida.
Para los niños de 18 meses, cada hora adicional frente a una pantalla por día aumenta en un 23% la probabilidad de mostrar posteriormente comportamientos sensoriales atípicos, y en el caso de los niños de 2 años de edad, cada hora extra de pantallas se asocia a un 20% más de probabilidades de experimentar estos comportamientos.
Qué son las conductas atípicas de procesamiento sensorial.
Las conductas atípicas de procesamiento sensorial a las que hace referencia este nuevo estudio se refieren a la búsqueda natural de estimular y potenciar sus sentidos, algo propio de la infancia, especialmente de la fase más temprana, donde la experimentación tiene tanto peso.
Los comportamientos atípicos en este sentido implican la búsqueda de sensaciones más intensas de lo habitual o todo lo contrario, las reacciones contrarias a la experimentación de sensaciones intensas. Además, el riesgo implica también, explican los investigadores, un bajo registro sensorial antes de los tres años y la respuesta más lenta a los estímulos sensoriales.

Estas consecuencias tienen su impacto en la capacidad del menor para interpretar la información sensorial que recoge, lo cual afecta a la respuesta que da. Es, además, un hándicap para conocer y reconocer aquellas emociones que siente, con lo que ello conlleva a nivel comunicativo, social y psicológico para un niño o niña pequeña.
TDAH y TEA
Entre sus conclusiones, los investigadores consideran que el tiempo que los niños pasan viendo pantallas antes de los dos pueden estar vinculados con problemas de salud que afectan a la calidad del sueño, al desarrollo del lenguaje o a la conducta, entre otros, con especial atención al TEA y el TDAH.
"Esta asociación podría tener implicaciones importantes para el trastorno por déficit de atención con hiperactividad y el autismo, ya que el procesamiento sensorial atípico es mucho más frecuente en estas poblaciones", concluye la doctora Karen Heffler, de la Universidad de Drexel, responsable de la investigación.
En este sentido, la doctora incide en que “el comportamiento repetitivo, como el que se observa en el trastorno del espectro autista, está altamente correlacionado con un procesamiento sensorial atípico", si bien se requiere más investigación para saber si hay relación entre el tiempo que pasa un niño o niña pequeño delante de las pantallas con este tipo de cuestiones.
"El trabajo futuro puede determinar si el tiempo que pasamos frente a una pantalla en los primeros años de vida podría alimentar la hiperconectividad cerebral sensorial que se observa en los trastornos del espectro autista, como el aumento de las respuestas cerebrales a la estimulación sensorial", argumenta la doctora Karen Heffler.

Para la experta, teniendo en cuenta este vínculo entre el tiempo elevado frente a la pantalla y los problemas de desarrollo y conducta, “puede ser beneficioso para los niños pequeños que presentan estos síntomas someterse a un período de reducción del tiempo frente a la pantalla, junto con prácticas de procesamiento sensorial impartidas por terapeutas ocupacionales", asegura.
La metodología del estudio
El estudio liderado por Karen Frankel Heffler analizó los citados datos del archivo nacional referidos a 5.000 menores y también realizaron un cuestionario a numerosos (1.471, en concreto) de padres y cuidadores de la muestra de niños a la que pertenecen los datos, todos ellos recogidos hasta el 2014.
Esto último, con el objetivo de tener más información fiable y directa sobre el procesamiento sensorial de los niños pequeños.
Por ejemplo, a los cuidadores de los niños y niñas de 12 meses se les preguntaron cuestiones como "¿Su hijo ve televisión y/o DVD?", pregunta que en los cuidadores de menores entre 18 y 24 se formuló así: "Durante los últimos 30 días, en promedio, ¿cuántas horas por día vio su hijo TV y/o DVD?".
"La capacitación y la educación de los padres son clave para minimizar, o con suerte incluso evitar, el tiempo que los niños menores de dos años pasan frente a una pantalla", concluye el psiquiatra de la Universidad de Drexel, David Bennett, miembro del equipo responsable de la investigación.