"Sigo convencida de que en el día a día, las niñas y los niños no tienen los mismos derechos"

Cada vez que leo las noticias me doy cuenta de lo mucho que queda por hacer y si a eso le sumo la maternidad, me resulta imposible no reconocer que en demasiados puntos del planeta, los niños y las niñas a día de hoy no tienen los mismos derechos.
día internacional de la niña

A poco que leo las noticias cada día me doy cuenta de lo mucho que queda por hacer y si a eso le sumo la maternidad, me resulta imposible no ser aún más consciente de que en muchos, en demasiados puntos del planeta, los niños y las niñas a día de hoy no tienen los mismos derechos y la verdad, tampoco hace falta irse a miles de kilómetros de distancia, a veces las diferencias las tenemos a la vuelta de la esquina de nuestra propia casa.

Cuando la niña era yo, mi generación (no, no soy boomer pero casi…) tuvo que lidiar con prejuicios y actitudes que pensábamos no tendrían que aguantar nuestras hijas y da la impresión de que en eso nos hemos equivocado. Estamos mejor sí pero al leer la prensa o ver los informativos, demasiadas veces me queda la sensación de que en algún momento y sin que nos hayamos dado ni cuenta, hemos dado pequeños pero continuos pasitos para atrás en demasiadas áreas.

Lo de la igualdad de derechos aún está por ver

En este momento, en todo el mundo, viven más de 600 millones de niñas y adolescentes según los datos de Naciones Unidas. Es la cifra más alta en la historia de la humanidad y aún así, millones de ellas siguen sin tener los mismos derechos humanos que sus hermanos, sus padres, sus amigos o incluso sus hijos varones.

Sí, hablo de derechos humanos, nada más y nada menos. Derecho a la salud, a la educación, derecho a participar en la vida social y política de su comunidad. Derechos básicos que nuestras madres pelearon por nosotras y nosotras tenemos que seguir peleando por nuestras hijas. Esto es así aunque no nos guste.

Cada 3 segundos se casa una niña en el mundo, a veces no tan lejos como queremos creer. Las estadísticas que manejan organismos como UNICEF o Naciones Unidas, señalan que en torno a los 640 millones de niñas y jóvenes, estaban casadas antes de cumplir los 18 años. Con todos estos datos sobre la mesa no me queda ninguna duda de que de momento, hoy por hoy, las niñas y los niños no tienen los mismos derechos humanos.

El 75% de las nuevas infecciones de VIH que se producen entre adolescentes se da en las chicas, una de cada 8 niñas, jóvenes y mujeres vivas, ha sufrido violaciones o abusos sexuales antes de cumplir los 18 años. El embarazo adolescente es una de las principales causas de mortalidad femenina entre las niñas y las jóvenes en el mundo, y más de 230 millones de niñas y mujeres en todo el mundo ha sufrido la mutilación de sus genitales. Las cifras son apabullantes porque son reales, no son opiniones, no son creencias, son datos.

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Las niñas buenas van al cielo

Cuando estudiaba en la universidad había una inspiradora frase en una pared frente a la cafetería que decía “Las niñas buenas van al cielo, y las malas van donde quieren” y en esas seguimos, reivindicando y empoderando a las que vienen detrás. En una palabra: educando. Pero no solo a nuestras hijas, también a nuestros hijos varones. Cada día tengo más claro que este es un viaje que tenemos que hacer todos juntos. Y para viajar juntos hay que empezar por mirar lo que pasa en casa. 

Resulta que según UNICEF, las niñas de entre 5 y 14 años dedican 160 millones de horas diarias más al trabajo doméstico no remunerado que los niños de su misma edad, aunque formen parte de su propia familia. ¿Qué implica esto? Pues entre otras cosas, que en torno a los 122 millones de niñas en el mundo están sin escolarizar porque no tienen tiempo para todo y con lo que eso supondrá en su futuro como mujeres adultas.

Los estereotipos como el que planteaba esa frase de mi facultad sobre las “niñas buenas” que hacen lo que se espera de ellas y las “niñas malas” que hacen lo que quieran aunque no sea lo que la sociedad piensa que deben hacer, siguen marcándonos el paso aunque a veces no nos demos cuenta.

Me resulta curioso y muy triste también, ver que por ejemplo, la cifra de mujeres que estudian en la Universidad es un poco superior a la cifra de hombres, pero si vamos subiendo, si en vez de mirar a los y las estudiantes, miramos a los profesores, a los catedráticos, a los rectores, a los decanos, las cifras de mujeres en alguno de estos puestos de responsabilidad y poder se desploman, caen en picado.

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Haberlas haylas, pero dónde están las referencias

Antaño se decía de las brujas “haberlas, haylas” y ahora creo que en muchas instituciones se puede decir de las mujeres. Las hay, están ahí pero parece que pocos se molestan en encontrarlas a la hora de valorar sus méritos o su trabajo.

Me encuentro hace unos días, con un ejemplo clarísimo de lo mucho que queda por hacer todavía. Una emisora de radio nacional de nuestro país, para celebrar el Día de las Escritoras, hace solo unas semanas, pues debe ser que no encontró a ninguna escritora a la que entrevistar en uno de sus programas nacionales.

No encontró a escritoras de nombres tan conocidos como Care Santos o Espido Freire, no tendría a mano el teléfono de Maruja Torres que acaba de sacar un nuevo libro, ni cayó en la cuenta que podían hablar con Isabel Allende o Laura Esquivel, no se acordaron de mujeres reconocidísimas como María Dueñas, Dolores Redondo o Megan Maxwell.

No encontraron a ninguna de ellas y para reivindicar o celebrar el Día de las Escritoras llamaron a los tres hombres que se ocultan bajo el pseudónimo de “Carmen Mola”. Increíble pero cierto, tengo la sensación de que si los medios de comunicación no nos esforzamos un poco más, el viaje por la igualdad de derechos va a ser eterno, seguiremos dejando claro que los niños y las niñas no tienen los mismos derechos en su día a día, digan lo que digan las declaraciones más institucionales y los Días Internacionales de las Niñas se nos quedarán ridículamente cortos si siguen siendo solo uno cada año.

igualdad de género

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