La tragedia está muy lejos de solucionarse todavía a pesar de los enormes esfuerzos, de la solidaridad de miles de personas y de las medidas que se toman desde los organismos públicos responsables.
La depresión aislada en niveles altos, más conocida por todos como DANA que ha asolado la provincia de Valencia ha sido de tal magnitud que aún están la mayoría de los esfuerzos centrados en recuperar lo que se pueda, en localizar a las víctimas y en llegar con los primeros auxilios a centenares de afectados.
En medio de todo este drama están los niños y precisamente para ellos, para proteger la salud infantil de los niños que viven en las zonas afectadas, los pediatras han recordado una serie de recomendaciones que conviene tener muy en cuenta para proteger a todos los niños y las niñas que viven en una zona tan destrozada y que va a tardar aún en recuperarse al cien por cien.
Salud infantil tras la DANA
Esta no es la primera vez que en la zona de levante sufren una depresión aislada en niveles altos (DANA), es cierto que está ha sido la más virulenta pero hace menos de cinco años, en 2019, Murcia vivió la que hasta ese momento fue el desastre natural más caro que se había vivido en España.
Tras esa catástrofe ambiental, se realizó un análisis sobre 1.100 escolares de la localidad de Los Alcázares, en Murcia y se constató una mayor incidencia de gastroenteritis y de problemas respiratorios por la exposición que sufrieron a aguas contaminadas, a moho producido por la humedad en las casas y los edificios y al polvo en suspensión. Factores a los que se están enfrentando a día de hoy los niños valencianos que viven en las zonas afectadas por esta última DANA.
Además, se ha podido constatar por parte de la Asociación Española de Pediatría que al menor un 25% de los menores expuestos a una catástrofe ambiental, va a desarrollar síntomas de estrés postraumático, ansiedad, depresión o ataques de pánico que lamentablemente es probable que se prolonguen a lo largo del tiempo.

Daños a medio y largo plazo
La urgencia del momento nos impide darnos cuenta de que el impacto de las inundaciones en la salud de la infancia puede provocar daños a medio y largo plazo que conviene valorar y tratar en cuanto se pueda, como ha podido constatarse tras la DANA de 2019 que afectó a distintas poblaciones de la región de Murcia.
Los datos mostraron que en torno al 14% de los escolares de la zona tuvieron problemas respiratorios como asma y otros semejantes, derivados de la humedad persistente de sus viviendas.
Un 11% de los menores que participaron en este estudio tuvo episodios de gastroenteritis y un 9% sufrió picaduras de mosquitos que se agravaron por la presencia de agua estancada durante más tiempo del que hubiera sido deseable.
“Es crucial recordar que los menores son especialmente vulnerables en estas situaciones de emergencia, tanto por las secuelas físicas que pueden desarrollar al estar expuestos a ambientes contaminados, como por el impacto emocional de vivir estas catástrofes”, destaca el doctor Juan Antonio Ortega, coordinador del Comité de Salud Medioambiental de la AEP.
Recomendaciones de actuación tras la DANA
Desde la Asociación Española de Pediatría se detallan distintas medidas esenciales para el regreso seguro a las zonas afectadas por la DANA, sobre todo para garantizar que esto no afecta negativamente a la salud de niños y adolescentes.
Lo primero es asegurar el restablecimiento del suministro de agua potable, junto con el restablecimiento de electricidad y gas. Es fundamental que el sistema de alcantarillado y la recogida de basuras funcionen de forma regular con el fin de prevenir problemas de salud entre la población infantil por ser la más vulnerable.
También hay que garantizar el suministro de alimentos infantiles, de medicamentos y de acceso a los servicios médicos necesarios para que niños y adolescentes puedan volver a sus hogares.
Las escuelas, los colegios, las áreas de juego, los patios o los parques tienen que ser evaluadas por los técnicos responsables para asegurar que están libres de peligros ambientales.
Los edificios de viviendas también tienen que ser evaluados para detectar posibles daños y si requieren de una rehabilitación integral, desde la AEP se recomienda que los menores no regresen hasta que se complete la obra con el fin de evitar que estén expuestos a posibles sustancias contaminantes.

Los daños que no se ven
El doctor Ortega subraya en este sentido que “lo niños reaccionan a los desastres medioambientales de una forma muy diferente a los adultos, debido a que su cerebro emocional, cognitivo y conductual y sensorial está en desarrollo” y es por eso que entre las recomendaciones que plantean por la Asociación Española de Pediatría está la escucha activa con la que transformar esta experiencia traumática en una oportunidad de aprender y enseñar resiliencia a los menores.
“Es necesario hablar con ellos de lo que ha pasado y de lo que está ocurriendo. Es importante que puedan hacer sus preguntas y también ayuda a evitar los silencios en su presencia" comenta el pediatra y añade que “a los más pequeños hay que hacerles saber que hay mucha gente trabajando por ayudarles a ellos y a la comunidad”.
Los efectos de las inundaciones en la salud infanto-juvenil pueden prolongarse más allá del evento inmediato y su estudio es objeto de creciente interés científico. Si bien todavía son muy pocos los estudios, se ha observado un incremento de enfermedades crónicas respiratorias, como asma, problemas digestivos, de riesgo cardiovascular, de la pérdida de calidad de vida y el incremento de visitas al médico, así como alteraciones en el estado nutricional. De ahí la importancia de todas estas medidas para proteger la salud infantil en la medida de lo posible y evitar males mayores a medio y largo plazo.
