Los bebés tienen con frecuencia mucosidad y la anatomía de sus vías respiratorias hace que cuando esté taponada su nariz les sea muy difícil respirar y casi imposible comer con normalidad. Lo que debe marcar la necesidad de hacer un lavado nasal no es el ruido (que muchas veces parece que estén completamente taponados) sino en su estado de ánimo y cómo les afecta para alimentarse.

El exceso de mucosidad puede condicionar sobreinfección bacteriana en los oídos si no se limpia con regularidad y se acumula por lo que aunque se pase un mal rato es recomendable realizar el lavado nasal. Uno de los miedos más frecuentes es que la mucosidad nasal acabe derivando en una neumonía o una bronquitis, el famoso “que se bajen los mocos al pecho”.
Aquí debemos aclarar que esto es un mito ya que en el pecho siempre hay mucosidad que ayuda a atrapar y eliminar partículas y gérmenes y por tanto no es nociva.
¿Cómo le quito los mocos al bebé?

La mejor manera de limpiar la mucosidad en los bebés es realizando lavados nasales con suero salino fisiológico. Ese lavado lo que hace es arrastrar la mucosidad y despejar la nariz, de forma que pueda respirar adecuadamente. Es moco que se arrastra puede salir por la otra fosa nasal, por la boca o directamente se lo tragan (de ahí que cuando hay mucha mucosidad las cacas son más pastosas y huelen peor).
El lavado nasal se hará con el bebé acostado hacia un lado y aplicando una jeringuilla con alrededor de 2-3ml en la fosa nasal que queda arriba. La presión que se hará no será muy fuerte ni tampoco suave ya que interesa arrastrar la mucosidad sin generar malestar al bebé.
El uso de aspiración no es necesario ya que es fácil que se dañe la fosa nasal y pasamos de unos simples “moquitos” a una hemorragia nasal leve, que asustará y puede derivar en consultas de urgencias. Existen en el mercado múltiples dispositivos de aspiración nasal, tanto electrónicos como manuales con aspiración. Lo ideal es que si vemos que hay mucosidad en la parte más externa de la nariz pese a los lavados aspiremos suavemente y de forma muy ocasional con algún dispositivo manual (pera de absorción, por ejemplo), evitando los dispositivos electrónicos.
¿Cuándo hay que quitar los mocos al niño?
- Con tres o cuatro veces al día suele valer. No hay que obsesionarse ni estar continuamente quitándoles los moquitos, porque podríamos producir alguna herida en la nariz o una pequeña hemorragia.
- Si simplemente notamos una especie de ronquido provocado por unos pocos mocos pero el niño está alegre, come bien y duerme bien, entonces hay que dejarlo como está. Significa que los mocos no le molestan.
- Cuando sintamos al bebé incómodo. Los bebés tienden a vomitar más fácilmente que los adultos y, muchas veces, los mocos les provocan náuseas.
- Antes de dormir. Los bebés respiran el 90% del tiempo por la nariz, aún no tienen demasiado pronunciado el reflejo de respirar por la boca. Por eso, cuando están dormidos y los mocos les provocan una sensación de ahogo (les llega menos oxígeno al cerebro) se despiertan llorando.
- Antes de comer. Al tener la boca tapada por el pecho o por el biberón, no podrán respirar con total normalidad. Por eso, cuando tienen muchos moquitos y les molestan, suelen comer menos. También suelen vomitar más.