Poner el mismo nombre que el padre o la madre a los hijos vuelve a estar de moda

¿Vas a tener un bebé y, tal vez, has pensado llamarle igual que tú, que su padre o su madre o algún otro familiar como abuelos, tíos, etc.? Esta costumbre vuelve a ser tendencia. Te contamos las ventajas y desventajas que supone esta decisión 
Bebé recién nacido

Manuel se llama el padre y Manuel se llama el hijo. En otra familia, es el nombre de Alicia el que llevan madre e hija. En otra más, el nombre de Javier se repite tres veces: lo llevan el tío, el sobrino y el hijo del sobrino… Y hay muchas más en la que se repite esta tendencia porque poner el nombre del padre (o de la madre) a los hijos o hijas vuelve a estar de moda.

Aunque, como curiosidad te contamos que esta costumbre de repetir el nombre de los padres, de los tíos o de los abuelos se remonta a muchos siglos atrás y hubo un tiempo en que estuvo a punto de desaparecer. Sin embargo, con el estallido de la Primera Guerra Mundial volvió a ser frecuente el nombrar a los bebés como su padre u otro familiar. Esto se hacía sobre todo para honrar la memoria de los que habían caído durante la contienda.

Según apunta una investigación realizada en Francia, antes de la Primera Guerra, uno de cada diez niños llevaba el nombre de su padre. Sin embargo, después del conflicto mundial, se triplicó la probabilidad de que el bebé llevara el nombre de su padre.

Otro dato curioso es que de esta misma época surge la tendencia de feminizar nombres masculinos, pues también ponían a las hijas el mismo nombre de su padre, pero en femenino. Así, en la investigación aparecen nombres como Simone (de Simon) y así ha sucedido con otros nombres a lo largo de la historia como Antonia, Daniela, Gabriela

Fuente: iStock

Retomando la actualidad y volviendo a nuestros días, vuelve a ser tendencia, como decíamos, llamar a los hijos con el mismo nombre que el padre, la madre u otro familiar como tíos, abuelos, etc.

El motivo principal por el que la mayoría de los progenitores se decantan por esta opción es para rendir homenaje a un ser querido. Además, los nombres familiares suelen ser clásicos y esto siempre suele ser sinónimo de una elección segura al ser fáciles de recordar y entender.

Beneficios de repetir el nombre de un familiar

Hay otras ventajas de llamar a un bebé como su padre o su madre y hay quien considera que esto ayuda a potenciar el sentido de pertenencia a la familia del nuevo miembro, ya que padres y familiares lo sienten como “más suyo”.

En este sentido, otros estudios indican que hay más probabilidad de que los niños adoptados lleven el mismo nombre que sus padres al ser una manera de fortalecer los lazos y de potenciar el sentido de pertenencia a la familia que antes comentábamos.

Por otra parte, otras investigaciones indican que ponerle el nombre de su padre a un bebé pronostica una buena relación entre ambos e, incluso, las mismas investigaciones van todavía más allá al asegurar que estos niños tienen menos problemas de conducta.

Otra de las razones que mueven a llamar a los niños igual que su padre apuntan al hecho de que las embarazadas desean que su bebé se parezca al padre y la probabilidad de ver este parecido aumenta cuando se le pone el mismo nombre que su progenitor.

Desventajas

Sin embargo, hay quien opina que repetir el nombre de alguien de la familia carga al niño con el peso de cumplir ciertas expectativas y además le puede dificultar el desarrollo de su propia personalidad.

Llevar el mismo nombre podría producir confusiones de identidad en los pequeños a medida que crecen pues suelen ser frecuentes las comparaciones entre los miembros de la familia que llevan el mismo nombre, aunque, a veces, se realizan de manera inconsciente.

En cualquier caso, la elección de un nombre siempre es algo personal y subjetivo y depende de los gustos personales de cada persona. Tuya es la decisión de poner a tu bebé tu mismo nombre, el de su padre o de su madre o de otro familiar a quien desees rendir homenaje, una vez conoces lo positivo y lo negativo que puede conllevar esta elección.

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