Cada año, en torno al millón y medio de bebés prematuros mueren por falta de acceso a una incubadora. Hablamos de bebés que nacen en países con recursos limitados, países que aún tienen mucho que trabajar en el campo de la natalidad y la mortalidad infantil. Es ahí donde Pablo vio una necesidad que él podía ayudar a cubrir y decidió actuar desarrollando una solución asequible, innovadora y eficaz a la hora de salvar la vida de un bebé prematuro.
Pablo Sánchez Bergasa es un ingeniero de origen navarro que ha ganado este mes de febrero el Premio Princesa de Girona Social por su invento pero también por su pasión, su entrega y sobre todo por su enorme compromiso social. De hecho, el jurado de este prestigioso premio de carácter internacional, valoró la capacidad de Pablo para demostrar que la innovación puede estar al servicio de la humanidad y puede ser una inspiración para muchos talentos, además de un modo de romper barreras en la búsqueda del bien común.
Cuando le dieron este reconocimiento, en la propia ceremonia de entrega del premio, Pablo quiso animar a los más jóvenes a soñar a lo grande, recordándoles que los sueños, cuando se persiguen con determinación, se pueden transformar en realidades que le pueden llegar a cambiar la vida a millones de personas en todo el mundo, como es su caso.
La chispa adecuada
La chispa que encendió la pasión de Pablo por la salud neonatal surgió en 2017, casi por casualidad. Con 24 años, se topó con una noticia que llamó su atención y que cambiaría su vida. Fue cuando descubrió un proyecto iniciado en 2015 por el ingeniero biomédico Alejandro Escario, se trataba de una incubadora de bajo coste diseñada para entornos con recursos limitados. Un proyecto que tenía serios desafíos por delante, hasta el punto de estar en riesgo de desaparecer.
Este proyecto desembocó con el paso del tiempo y mucho trabajo detrás en la ONG “Medicina Abierta al Mundo”, organización que se dedica a la fabricación y distribución de In3bator, una incubadora neonatal de bajo coste y código abierto.
Pablo se lanzó a tomar las riendas de esta iniciativa y revitalizarla, "tuve que contar con mi padre, que es abogado, para fundar la ONG, con mi hermana, que tiene una asesoría, para hacer las cuentas, y mi madre era quien tejía los colchones de las incubadoras".
Desde el inicio del proyecto, se han fabricado y distribuido más de 200 unidades de In3bator, llegando a hospitales en una treintena de países. La logística ha sido posible gracias a la colaboración con organizaciones como Ayuda Contenedores, que facilitan el envío de las incubadoras a zonas remotas.
La alternativa muchas veces es poner al bebé en una caja de zapatos. Hemos llegado a ver incluso calabazas, las vacían y ponen ahí al bebé para intentar mantenerle la temperatura. O envueltos en papel de plata y con un radiador al lado.
Desde su creación, la ONG ha trabajado incansablemente para proporcionar estas "cunas climáticas" a hospitales en más de 30 países, incluyendo regiones de África subsahariana, Latinoamérica, Ucrania y Nepal.
Un caso especialmente emotivo es el de Zoe, un bebé camerunés nacido en 2021 con un peso de apenas 500 gramos. Gracias a una de las incubadoras proporcionadas por Medicina Abierta al Mundo, Zoe logró sobrevivir contra todo pronóstico, convirtiéndose en un símbolo de esperanza y resiliencia y demostrando que en determinadas circunstancias si un bebé nace microprematuro también puede sobrevivir.

Incubadoras al servicio de la vida
La historia de Pablo Sánchez Bergasa es un testimonio del poder de la innovación social y del impacto que una persona comprometida puede tener en el mundo. Su trabajo con In3bator no solo ha salvado vidas, sino que también ha inspirado a otros a utilizar sus habilidades y conocimientos para abordar problemas globales.
Como él mismo afirma, "necesitamos ayuda para llegar a más hospitales". Este llamado resuena como una invitación a la sociedad en su conjunto para apoyar iniciativas que, como esta, buscan construir un futuro más equitativo y humano.
Una de las principales barreras para la atención adecuada de bebés prematuros en países en desarrollo es el elevado coste de las incubadoras convencionales, que pueden alcanzar los 35.000 euros. En contraste, In3bator se fabrica a un coste aproximado de 350 euros, reduciendo significativamente la inversión necesaria.
Esta reducción es posible gracias al uso de materiales más sencillos y a la colaboración con centros educativos en España, donde estudiantes de Formación Profesional participan en su ensamblaje, combinando aprendizaje práctico con impacto social.
Además de su asequibilidad, In3bator está equipada con funciones esenciales para el cuidado neonatal: regulación de temperatura, control de humedad y sistema de fototerapia. Este último es crucial, ya que aproximadamente uno de cada 20 bebés prematuros presenta problemas de bilirrubina que pueden ser tratados eficazmente con luz LED azul.
El diseño de código abierto permite que cualquier persona interesada pueda acceder a los planos y replicar la incubadora, fomentando la autosuficiencia y el mantenimiento autónomo en las comunidades beneficiadas.

Pensar en global, actuar en local
A pesar de los logros alcanzados, Pablo es consciente de que aún queda mucho por hacer porque cada día en el útero es esencial para la formación del feto y no siempre es posible cuando hablamos de bebés prematuros.
La demanda de incubadoras en zonas desfavorecidas sigue siendo alta, y la organización enfrenta desafíos logísticos y financieros para ampliar su alcance. Además, regiones como Palestina presentan obstáculos adicionales debido a restricciones en la ayuda humanitaria, complicando la entrega de equipos esenciales.
No obstante, el equipo de Medicina Abierta al Mundo, compuesto por ocho voluntarios, continúa explorando nuevas ideas, como el desarrollo de respiradores y dispositivos para la iluminación pulmonar en neonatos, con el objetivo de seguir salvando vidas y mejorando la atención médica en comunidades vulnerables.
Una de las asignaturas pendientes para Pablo es la situación de Palestina, donde él reconoce que "todos vimos las imágenes de niños prematuros en un hospital de Gaza sin las condiciones mínimas para sobrevivir" y desde su ONG el propio Pablo cuenta que trataron "por todos los medios" de hacer un envío, pero "la ayuda humanitaria estaba tan bloqueada que fue imposible" por lo que es ahora cuando lo están volviendo a intentar de nuevo.

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