Definir y, en consecuencia, hacer que alguien que no sabe lo que son entienda el concepto de altas capacidades intelectuales no resulta sencillo. Sobre todo, por los prejuicios sociales que mantenemos al respecto todavía pese a la visibilidad que se le está dando recientemente. Es indudable que el primer pensamiento en muchas personas sigue estando vinculado al concepto de empollón o, en clave positiva, al de genio, pero no es así.
La especialista en altas capacidades intelectuales y divulgadora de la materia, Ana Araujo, tiene un “truco” para aprender con relativa facilidad en qué consiste el concepto de las altas capacidades intelectuales. “Quizá algo tan sencillo como entender la diferencia entre Don y Talento y la importancia de los catalizadores adecuados para su desarrollo puede abrir más de una mente”, señala.
Indica Araujo que el don es “ la capacidad natural de un individuo en una o más áreas siendo un 10% superior a la media al compararla con personas de la misma edad”. Así son el 10% de las personas de este planeta que tienen altas capacidades intelectuales, muchas de ellas sin diagnosticar incluso cuando llegan a la edad adulta. Ya te explicamos el por qué de ese 10% extra, que va mucho más allá de un porcentaje porque su cerebro funciona de una manera distinta al de la mayoría de la población.

Por su parte, el talento es “lo que surge al transformar esa alta capacidad mediante entrenamiento y aprendizaje”, indica Ana Araujo. Es decir, no es lo mismo talento que don. Las personas con altas capacidades tienen el don del 10% extra, por decirlo de un modo simplificado, pero no les garantiza que puedan desarrollar determinados talentos. Estos se potencian mediante el entrenamiento y el aprendizaje.
Y es en este punto donde entran en juego lo que Ana Araujo, experta en altas capacidades intelectuales, denomina catalizadores.
Tres catalizadores influyen en las AACC
Tres catalizadores influyen en el desarrollo de las altas capacidades intelectuales según explica Ana Araujo. Estos catalizadores que influyen en la transformación de los dones en talento, indica la experta, “pueden facilitar u obstaculizar ese desarrollo”.
Por un lado, encontramos los catalizadores interpersonales. “Están asociados a los rasgos físicos o de personalidad o al manejo de objetivos”, explica Ana Araujo. Entre los primeros, destacan el temperamento, la personalidad y la resiliencia. Y entre los segundos, la motivación, la voluntad y la autoconciencia.

Por otro lado, Ana Araujo se refiere a los catalizadores ambientales. “Como el medio, las personas significativas que le rodean y las acciones que se diseñan de manera específica para el desarrollo del talento”, dice la especialista.
Y, por último, influyen en la transformación del don en talento en las altas capacidades los catalizadores que Ana Araujo describe como casuales. La casualidad, dice, en relación “a la previsibilidad de los dones, el medio o los factores intrapersonales”.
Por todo ello, concluye Ana Araujo, “la identificación de las fortalezas y debilidades de cada individuo es una labor fundamental”, también en las altas capacidades intelectuales, pero no solo entre las personas que las tienen. Y es, apostilla, “uno de nuestros mayores retos como sociedad para el desarrollo de todos los dones en talento”.