La mayoría de los padres han pasado por una época en la que sus hijos pequeños les empiezan a pedir el móvil. A muchos les parece que dejárselo un rato es lo justo, teniendo en cuenta lo mucho que los adultos interactuamos con él.
¿Pero qué ocurre cuando esos ratos con el móvil se van convirtiendo en horas? ¿Cómo manejar el hecho de que tengan una rabieta si no se lo dan? Es imprescindible aprender a tener recursos y a saber dónde establecer el límite para no entrar en contradicciones. Miriam Tirado, consultora de crianza consciente, escritora y periodista especializada en maternidad y paternidad, aborda en su libro Límites este tema.
Lo que explica la experta es que son los propios adultos los que están enganchados al móvil, algo que puede llegar a provocar un sentimiento de culpa porque son conscientes de que eso les desconecta de sus hijos.
En muchas ocasiones, en vez de dejar aparcado el móvil cuando están los niños, para compensar su culpabilidad empiezan a dejárselo... Y puede llegar a un momento en que la situación ya esté más compensada y padres e hijos ya no entraban en conflicto.

"¿Dónde está el límite? ¿Qué es un ratito? ¿Un niño puede comprenderlo si ni sus padres están seguros de cuándo y cómo?", se plantea Tirado. Y explica que cuando hay total falta de consistencia en los propios límites y hacia sus hijos, se puede crear un conflicto muchísimo mayor que hace estar mal a padres e hijos.
La coach asevera que, para ello, "hay que ir a la raíz del problema, empezando por los padres y su necesidad de estar conectados a través del móvil con otras personas a través de mensajes o de mirar las redes sociales". Y añade: Muchos padres se sienten abrumados con la paternidad o maternidad, con la carga mental que esto supone. Tan desbordados están que muchas veces mirar el móvil proporciona ratos de desconexión, como de paz, que la alejan del agobio de ahora y aquí".
"Poco a poco, es importante que nos demos cuenta de cómo ha empezado esa dinámica, de qué se necesita y de todo lo que hemos sentido y sentimos aún. Nombrarlo, llorarlo y ser consciente de ello nos hace ver que la desconexión de su hijos a través del móvil es un espejo total de lo que ellos hacen", concluye.
Miriam Tirado explica en sus páginas que es fundamental tomar conciencia de dónde queremos que estén los límites hacia el móvil: "Desde ahí, se puede transmitir con conciencia, siendo también ejemplo y ayudando a que la relación entre niño y padres mejore. Con los móviles y pantallas esto ocurre a menudo. Fruto de nuestro agobio o cansancio damos permiso para que no nos den la vara y luego nos lamentamos de que están desconectados y de que ahora no nos hacen caso ni a nosotros ni al límite que les intentamos poner. Parece que nos cuesta responsabilizarnos y darnos cuenta de que ese móvil, ese ordenador, esa tablet... se lo dimos nosotros. De que es justamente por eso y por nuestra falta de conciencia sobre los límites que queremos que haya en ese aspecto, que se enganchan. Nos ven out y se van al mismo sitio: fuera del aquí y el ahora".
La coach reconoce que con esto "no estoy diciendo que las pantallas sean el mismísimo demonio, sino que cuando nos quejamos de ellas, primero tenemos que mirar hacia adentro y reflexionar no sólo sobre cómo las utilizamos sino también cómo hemos permitido que las usen ellos". "Luego, tras este trabajo de responsabilidad y de toma de conciencia, podremos resetear la situación. Y si el límite que tenemos que poner es mucho más restrictivo y se enfadan, pues que se enfaden, no pasa nada, es normal. Lo raro sería que después de haber tenido casi carta blanca, no protestaran cuando les cortamos el grifo. Que no te entren los miedos si eso pasa. Recuerda que no buscas su validación, el poder crear las condiciones necesarias para procurarles una buena salud física, mental y emocional", añade.
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