El diagnóstico de las altas capacidades intelectuales en la infancia no es fiable en los primeros años de vida. Insisten en ello muchos expertos; por ejemplo, el psicólogo Alejandro Busto lo hizo durante su intervención en el pasado Congreso Nacional de Altas Capacidades celebrado en la localidad madrileña de Pinto.
No es hasta los últimos compases del ciclo de educación infantil, por lo menos hasta los 4 años, cuando el porcentaje de acierto en la valoración de las altas capacidades crece. Esto no quita para que no se puedan detectar determinadas pistas o señales de alerta durante la infancia más temprana que sean compatibles con las altas capacidades. Por ejemplo, que duerman muy poco o estén muy despiertos desde mucho antes que otros recién nacidos.
Por las características compatibles en más perfiles de altas capacidades, cuyo único rasgo común es la forma en la que funciona el cerebro, la neurodivergencia que las caracteriza (todo lo demás son consecuencias que no son exclusivas de las altas capacidades y que no todas las personas que las tienen muestran), se habla mucho de la relación con este perfil de los bebés con alta demanda.
La investigación científica no es concluyente, pero es indiscutible que la relación entre ambas cuestiones, alta demanda y altas capacidades, es algo que interesa a los expertas en lo segundo. Y prueba de ello es que se refieren a ello en público.

Lo han hecho en su última publicación en redes sociales las dos psicólogas del gabinete especializado Altascapaciqué, Anaïs Rodríguez y Mari Carmen Gutiérrez, una de nuestras fuentes de referencia gracias a los contenidos de divulgación que comparten de forma altruista en las redes sociales.
Explican las dos especialistas en altas capacidades que un 70% de las personas con niños o niñas con altas capacidades intelectuales que respondieron a la pregunta que lanzaron en sus redes dijeron que sus peques fueron también bebés de alta demanda “claramente”.
Ambas reconocen que “nos faltan muchos estudios científicos que indiquen si hay relación” o no entre las altas capacidades y la alta demanda, pero recalcan que “muchos padres y madres coincidís en ello”.
La alta demanda y su posible relación con las altas capacidades
Explican Anaïs Rodríguez y Mari Carmen Gutiérrez que los bebés con alta demanda (término acuñado por el pediatra William Sears) son aquellos recién nacidos “normales”, entendiendo como tal que son bebés sanos, sin problemas de salud ni cuestiones destacables, que muestran un alto nivel de demanda hacia sus figuras de apego.
Estos peques, indican las dos psicólogas, muestran también una elevada intensidad en todo lo que hacen. Son “muy, muy demandantes, muy sensibles a la separación, la succión no es solo alimento para ellos”, indican. Y es que estos bebés, generalmente, hacen tomas mucho más largas de lo habitual en la mayoría de los recién nacidos. “Si toman pecho o biberón lo demandan constantemente”, añaden. Además, cuentan Anaïs Rodríguez y Mari Carmen Gutiérrez, tienen una necesidad de movimiento muy alta, y “dormirlos en la cuna es casi imposible”.
Además, estos peques suelen tener un lenguaje precoz, la mirada enfocada y alerta muy pronto, duermen menos horas o tienen dificultades para conciliar el sueño, son hipersensibles… En opinión de las dos especialistas de Altascapaciqué, “las características de la precocidad intelectual serían también bebés demandantes, que se sobreestimulan”.
En definitiva, no se puede afirmar que altas capacidades y alta demanda sean conceptos vinculados, que vayan de la mano, porque la ciencia todavía no lo ha demostrado con evidencias concluyentes, pero son muchísimas las características de estos bebés con los niños y niñas con altas capacidades. “Si los comparamos, se parecen, ¿no crees?”, concluyen Anaïs Rodríguez y Mari Carmen Gutiérrez.