Ser optimista no significa que no se vean los retos y los problemas a los que se van a enfrentar nuestros hijos a lo largo de su vida. Elsa Punset está convencida de que ellos conseguirán hitos que nosotros no hemos alcanzado y uno de esos será “encontrar el equilibrio entre nuestra comodidad y la sostenibilidad". Por eso es imprescindible su educación y su preparación, “tenemos que educarlos para que se conozcan por dentro y tomen decisiones generosas”.
“Hemos dedicado el siglo XX a entrenar el cuerpo, vamos a dedicar el siglo XXI a entrenar el cerebro” comenta esta conocida filósofa en las numerosas charlas y conferencias que ofrece por todo el país. Elsa Punset defiende que cada emoción nos deja una huella porque somos pura química y electricidad y esa huella puede ser positiva o negativa y ahí es donde tenemos que empeñarnos porque, como ella misma explica “el cerebro es como velcro para lo negativo y teflón para lo positivo”.

Defender la alegría
Nuestro cerebro está absolutamente dispuesto a recordar de forma más intensa y durante más tiempo, los recuerdos negativos y eso tenemos que trabajarlo para cambiarlo, incluso desde la perspectiva de la educación.
Hemos pasado de un sistema educativo autoritario en el que el niño no elegía nada, por lo que no podía conocer ni sus propios límites ni su potencial o su talento; a un sistema educativo mucho más permisivo.
Elsa Punset defiende el sistema más permisivo en el que las madres y los padres abrimos el mundo a nuestros hijos pero siempre marcando también unos límites porque sino, los niños y las niñas “tienen muchos estímulos que no comprenden y muy pocas claves para estructurar sus vidas”.
Ella explica que “pasamos nuestras vidas convirtiendo a los niños en robots para que hagan las cosas bien” cuando lo mejor que podríamos hacer por ellos en lo relativo a su educación es entender que “los errores no dejan de ser oportunidades de aprendizaje para los niños”.

Raíces y alas
Ella defiende que “los niños necesitan raíces y alas” y puede que en España todavía les demos “muchas raíces y no tantas alas” cuando hablamos de educar a nuestros hijos e hijas.
“Tú puedes querer a morir a tu hijo pero déjale volar, equivocarse, opinar distinto, se quien es” señala Punset y añade que a veces no nos damos cuenta y demasiadas veces las expectativas de los padres “condicionan a los hijos, tenemos que aligerarlas todo lo posible para respetar su individualidad”.
Para la generación actual de niños, más inteligentes que las generaciones anteriores pero con más problemas de atención y frustración, como ella misma comenta, “ya no les vale la educación autoritaria” ahora sabemos que las emociones son entrenables y son parte integral de la inteligencia, algo que no sabíamos hace solo unas décadas.
Los niños tienen la capacidad envidiable de vivir el aquí y el ahora de forma plenamente consciente, Elsa Punset los define como “los grandes meditadores que tenemos en el mundo” y eso es algo muy bueno, muy positivo porque “somos más felices teniendo plena consciencia de lo que estamos viviendo”. La meditación nos enseña precisamente a eso, a estar centrado en el momento en el que estás y a valorarlo de una forma plena.

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