Según el neuropsicólogo Álvaro Bilbao, que recomienda decir estas frases que sientan como un abrazo, a los niños hay que hacerles caso “casi siempre”. Solo hay determinadas excepciones que también te contamos en esta noticia junto con las consecuencias de no atender sus emociones, que pueden ser muy importantes, en un sentido negativo, a medida que se desarrollan como personas y crecen.
“A los niños hay que hacerles caso. Mucho. A diferencia de lo que pensaban nuestros abuelos hoy sabemos que hacer caso a los niños ayuda a fortalecer su autoestima”, dice Álvaro Bilbao. El experto en el cerebro de los niños apunta, además, que “hoy sabemos a ciencia cierta que ignorar a un niño para castigarlo puede ser tan doloroso como azotarlo o darle un sopapo”.
Por eso, porque sabemos que “los niños necesitan de sus padres y apartarlos de nuestro lado puede asustarlos y enseñarles que podemos despreciar al que nos necesita”, es importante atender sus emociones: no es bueno dejar llorar a un bebé, por ejemplo. Y es que, si piensas que ignorar las emociones de tus hijos e hijas es bueno, Álvaro Bilbao tiene algo que decirte.

Las consecuencias de no atender las emociones de tus hijos
Si no atendemos como padres y madres, como personas de referencia del menor, las emociones de nuestros hijos, hijas, sobrinos o nietos, estamos jugando con fuego: las consecuencias para su desarrollo pueden ser decisivas, y seguirán activas en muchos casos durante la vida adulta, según explica Álvaro Bilbao.
En concreto, el neuropsicólogo señala cuatro consecuencias en la vida adulta más que probables derivadas de la falta de atención de las emociones en la infancia. Son las siguientes:
- Buscará constantemente la validación de los demás.
- Le costará más arriesgarse para conseguir cosas nuevas y salir de su zona de confort.
- Tenderá a sentir envidia e insatisfacción al comparar lo que tiene con lo de los demás.
- Se sentirá mal cuando no es productivo y le costará relajarse y descansar.
Por estas razones, dice Álvaro Bilbao, no podemos caer en la trampa de pensar que ignorar las emociones de los niños y niñas es un hábito positivo. “No pienses en el niño que tiene que ser, sino en el adulto en que se va a convertir”, asegura el experto, el mismo que comparte las ocho reglas de oro de la patenidad.
Excepciones en las que conviene ignorarlos por su propio bien
Como todo en la vida, hay excepciones también en esto de hacer caso siempre a los niños y niñas. Porque, conviene aclarar, no es lo mismo atender sus emociones que hacerles caso siempre, ni tampoco es lo mismo la manera y el tiempo en el que les atendemos.
Álvaro Bilbao deja claro en este sentido que hay determinadas excepciones en las que no es malo no atender a los hijos e hijas pequeños. “Hoy en día muchos padres creen que hay que hacer caso a los niños en todo momento. En general tienen razón, pero como en todo hay excepciones”, apunta. “Yo creo que es bueno que no les hagamos mucho caso en muchas situaciones porque así aprenden a entretenerse solos o resolver problemas por sí mismos”, agrega.
Bilbao defiende que “es importante diferenciar entre necesidades reales y carencias emocionales, y por eso creo que en algunos momentos hay que dejar que se las apañen solitos”. En definitiva, es una de las razones por las que es bueno que los niños se aburran de vez en cuando.

Además, también señala algunas excepciones concretas en las que es bueno ignorarlos. Directamente. Son las siguientes:
Cuando tartamudea por primera vez
Explica Álvaro Bilbao que “la mayoría de expertos en disfemia recomiendan que ante los primeros signos de tartamudez los padres hagan como si nada”, y recalca que “uno de los factores que agrava la tartamudez es la autoconciencia del problema, por eso, en la mayoría de casos no hacer caso y responder con normalidad contribuye que sea algo pasajero”.
En caso de que persiste, el neuropsicólogo aconseja ir al logopeda.
Cuando hablamos con un adulto y les hemos explicado que tienen que esperar
“Esperar no es malo sino todo lo contrario. La paciencia es una habilidad difícil de conseguir pero crucial para el desarrollo cerebral del niño. Los estudios neuropsicológicos demuestran que saber esperar ayuda a los niños a tomar mejores decisiones, tener mejor autocontrol y que es muy importante en el rendimiento académico, así que no haces nada malo cuando dices a tu hijo que espere un poquito”, reflexiona Álvaro Bilbao al respecto.
Si tu hijo te pide atención llorando o dañado, Bilbao recomienda atenderle rápidamente, pero si es para compartir una cosa no urgente y estás hablando, el experto en el cerebro de los peques aconseja hacerle entender que debe esperar su turno. Por supuesto, diciéndoselo con calma.
Aquí te contamos más cómo es el juego de silencio para enseñar paciencia a los niños.
Cuando dice una palabrota nueva
Álvaro Bilbao explica que “el niño dice la palabrota porque la ha escuchado y no tiene ni idea para qué sirve esa palabra”.
Por este motivo, añade el neuropsicólogo, “si no le haces ningún caso, posiblemente la descatalogue de su repertorio o dejará de darle importancia”. En cambio, continúa explicando, “si la dice y te pones nervioso, te ríes, te enfadas o haces aspavientos el niño sabrá que es una palabra poderosa y no podrá dejar de decirla".
Cuando ya has hecho todo lo que crees que tienes que hacer para que se duerman
En este caso, no hay más que hacer o decir. No siempre hay una respuesta a todos los condicionantes que se dan en la cotidianeidad de la crianza. A veces toca, simplemente, ser pacientes y dejar que pase el tiempo.