Los niños y niñas con altas capacidades no son genios, y tampoco están sobredotados necesariamente en todas las disciplinas. Es un mito que los expertos y expertas no se cansan de desmontar.
Las primeras personas que saben de primera mano que es un mito que las personas con altas capacidades intelectuales son genios son los psicólogos y psicólogas especializados en esta neurodivergencia. Expertas como Anaïs Rodríguez y Mari Carmen Gutiérrez, del gabinete psicológico Altascapaciqué, que nos hablan en sus post divulgativos de cuestiones como la tendencia a ridiculizar en público las altas capacidades.
En una de sus últimas publicaciones, ambas profesionales de la psicología tratan de desmontar el mito del genio de las altas capacidades. Y lo hacen partiendo de mensajes que ellas mismas reciben de sus propios pacientes, grandes y pequeños. Mensajes que se resumen en este: “pero si soy tan inteligente ¿por qué me siento tan tonta?”.

Altas capacidades no es igual a ser un genio
En el post, Anaïs Rodríguez y Mari Carmen Gutiérrez recuerdan que es esencial entender qué son las altas capacidades y cómo funciona el cerebro de las personas con altas capacidades —el 10% de la población, lo que da una media aproximadamente de entre dos y tres niños por aula—. “Muchas veces después del proceso de evaluación surgen muchas preguntas, reflexiones e inquietudes derivadas del mismo proceso de evaluación y de las necesidades previas también”, exponen.
Las dos psicólogas recuerdan que las altas capacidades “no siempre tienen que venir de la mano de problemáticas pero tampoco del éxito asegurado” e insisten mucho en desmontar el mito del genio haciéndolo también con la persona que tiene esta condición, no solo con las personas que ven desde fuera las altas capacidades. Y ahí es clave el proceso de evaluación, en su opinión.
“Para que sea efectivo, fiable y riguroso debe ir mucho más allá del simple número de coeficiente intelectual. Debería influir, al menos, el abordaje del funcionamiento a nivel cognitivo, de funciones ejecutivas, de creatividad, de personalidad, desarrollo socioemocional y estilo de aprendizaje e intereses”, argumentan.

Trabajar en función de la etapa
Una vez realizado este proceso completo de evaluación se puede tener una idea global del caso concreto de altas capacidades que se tiene delante y es cuando, con la guía de los profesionales especializados se pueden abordar las necesidades.
En este sentido, Anaïs Rodríguez y Mari Carmen Gutiérrez inciden en el impacto positivo que tienen la aceptación y la comprensión. La tienen también a la hora de desvincular la idea de genio del concepto altas capacidades intelectuales —también se habla de altas capacidades sociales, de ahí que el “apellido” importe—. “Es algo importante para desmontar el ideal de genio y romper con esos mitos y estereotipos que existen a día de hoy en relación a las altas capacidades”, afirman.
Dicho esto, en la publicación, las dos psicólogas inciden en las cuestiones que se pueden y se deben trabajar con las personas con altas capacidades para permitir esa aceptación y para ayudarles a comprender. Hablan de la edad adulta, adolescente e infantil.

Qué trabajar en la etapa adulta
Durante la etapa adulta, las dos psicólogas aconsejan trabajar con las personas con altas capacidades cuestiones como “indagar en la historia de vida y las repercusiones derivadas la no identificación, o trabajar el perfeccionismo, potenciar la regulación emocional y ahondar en las relaciones sociales”, entre otras.
Qué trabajar en la adolescencia
Durante la etapa juvenil, González y Gutiérrez recomiendan centrarse en “fomentar el autoconcepto, la autoestima, la regulación emocional y las estrategias de afrontamiento; optimizar las funciones ejecutivas a través de situaciones reales/de estudio y orientar a nivel académico y profesional, conectando intereses y perfil individual”.
Qué trabajar en la etapa infantil
Por último, también se detienen en la etapa infantil y las altas capacidades.
Con estos peques, su consejo es enseñarles “a entender cómo funciona el cerebro y cómo condiciona esto a la manera de procesar y entender el mundo; trabajar en disincronía interna y social; fomentar la curiosidad y aprendizaje regulado o potenciar habilidades y optimizar funciones ejecutivas a través de situaciones de juego”, entre otras cuestiones.
Es esencial durante esta etapa inicial especialmente que se produzca un “trabajo en equipo entre familia y centro educativo”, concluyen Anaïs Rodríguez y Mari Carmen Gutiérrez.
De esta forma se puede facilitar la aceptación y la comprensión, los dos aspectos esenciales, según las profesionales del gabinete especializado Altascapaciqué, para erradicar el mito del genio en las altas capacidades.