Cómo educar en inteligencia emocional a niños de 0 a 3 años, según el experto Rafael Bisquerra

El método de “la tortuga” es una de las prácticas que recomienda este conocido y reputado educador que además es uno de los mayores expertos de inteligencia emocional en España.
Niños jugando
Para muchos expertos, el reto de la educación en el siglo XXI es la educación emocional. - iStock

Rafael Bisquerra es educador y también catedrático emérito de la Universidad de Barcelona, una de las personas que más sabe sobre educación emocional y una autoridad en la materia que preside la Red Internacional de Educación Emocional y Bienestar.

Sus conferencias siempre están llenas de conocimiento y sabiduría, siempre son útiles para entender la importancia que tiene la educación emocional para la convivencia y el bienestar de todas las personas que formamos parte de la sociedad.

Para Rafael Bisquerra “las emociones son importantes porque en ellas hay lo mejor y lo peor de nuestra vida” por lo que ninguna emoción es buena o mala y sin embargo, en el siglo XX “la educación se ha centrado en el desarrollo cognitivo y ha dado pasos muy grandes, en un siglo prácticamente toda la población está escolarizada. El reto del siglo XXI es dar el paso a una educación emocional” porque en ese terreno, como él mismo dice, es palpable el analfabetismo emocional en el que todavía se mueven muchas personas en todo el mundo. Por eso es importante empezar cuanto antes y empezar por los más pequeños, por los niños.

Inteligencia emocional en la escuela infantil

Bisquerra explica que la educación en inteligencia emocional, a su modo de ver “debería empezar en la familia incluso desde antes del nacimiento y a lo largo de toda la vida” del niño o la niña.

“En educación infantil lo que podemos hacer es ayudar a los niños a empezar a tomar consciencia de sus emociones” para que puedan identificarlas y para que sepan cómo nombrarlas, de ahí la importancia que él le da a “desarrollar un pequeño vocabulario emocional” porque es a partir de ese vocabulario del que los niños y las niñas pueden tomar “consciencia de emociones que les cueste más entender” y los adultos podemos ayudarles mejor a la hora de trabajar las emociones con los niños.

Rafael Bisquerra plantea que ninguna emoción debería reprimirse y defiende la importancia de explicar a los niños más pequeños que “tienen derecho a estar enfadados, a sacar su rabia de alguna forma pero no deben sentirse autorizados a agredir a nadie, este es el primer paso para la regulación emocional” que él distingue tanto de la represión como del descontrol, los dos extremos antagónicos.

“Es muy importante aceptar todas las emociones” añade este reconocido experto, como también es muy importante que los niños aprendan “los límites que les debemos poner los adultos.”

La técnica de la tortuga

Rafael Bisquerra comenta en algunas de sus charlas y conferencias, una de las herramientas habituales que se puede utilizar en clase con muy buenos resultados, a la hora de enseñar a los niños a desarrollar su inteligencia emocional. Se trata de la técnica de la tortuga, especialmente eficaz para controlar los momentos de ira.

La técnica consiste en explicar “la historia de una tortuga pequeñita” que está muy enfadada y le explica “el por qué a una tortuga mayor, esta le enseña a meterse dentro de su caparazón” o lo que es lo mismo, “entrar dentro de nosotros mismos, ver qué es lo que sentimos.”

Con eso lo que conseguimos es que el niño o la niña se dé cuenta de lo que está sintiendo realmente. Él plantea establecer dentro del aula un espacio en el que “cuando los niños son conscientes de que sienten rabia, van a ese espacio, se meten dentro de sí mismos, se relajan, respiran y cuando notan que controlan su impulsividad, pueden regresar a su sitio. Es una técnica de prevención del comportamiento agresivo y violento añade este educador para quien, precisamente “uno de los objetivos principales de la educación emocional es la prevención de la violencia”.

La gestión de las emociones es un aprendizaje que empieza en la infancia y dura toda la vida. - Getty Images

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