En algunas maternidades se usan de forma rutinaria técnicas, como la administración de enemas y/o oxitocina, el rasurado del vello púbico, la rotura artificial de las membranas y otras prácticas que pueden facilitar el parto, que no son del gusto de muchas mujeres al ir a dar a luz.
Sin entrar en cuestiones técnicas sobre si son necesarias o no, ya que depende en gran medida de las circunstancias de cada parto, debes saber que puedes renunciar a estos recursos siempre que no se ponga en riesgo tu salud o la de tu hijo, pariendo en el hospital, en la medida de lo posible, sin que los profesionales tomen determinadas decisiones por ti.
¿Cómo hacerlo? Plasmando tus preferencias en un plan de parto. El documento en el que dejas constancia de tus deseos e intenciones de cara al día en el que te pongas de parto.

Relatos en primera persona: experiencias con el plan de parto
Aquí te contamos más acerca del plan de parto, y en esta otra pieza puedes leer consejos para prepararte de cara al parto. En esta pieza nos centramos en experiencias personales, las de tres madres que narran su experiencia personal con sus respectivos planes de parto.
“Respetaron mis deseos”. Eva.
Este es el relato de Eva, lectora de Ser Padres, que pudo disfrutar de un parto según había establecido previamente:
"En el parto de mi segunda hija decidí participar más activamente. En mi primer parto hubo algunas cosas que me resultaron especialmente molestas: el enema que te ponen al llegar, tener que estar todo el rato conectada a un monitor y a un suero… Cuando llegué a la clínica privada, hablé con la matrona y le expuse mis preferencias. En principio tuve la sensación de que no se sentía cómoda, pero después de charlar un rato con ella, respetó mis intenciones y no realizó ninguna de las maniobras que a mí me resultaban incómodas. Fue un parto muy fácil y rápido y se desarrolló con toda normalidad”.

“Cambié de opinión sobre la marcha”. Carmen.
Carmen, lectora de Ser Padres, decidió cambiar de opinión sobre la marcha. Así fue su parto:
“Decidí parir en un hospital público, pero con algunas condiciones. Era mi primer hijo y quería tomar yo las decisiones, apoyada por el personal sanitario. Consulté un plan de parto, me pareció una buena idea y lo copié. Ingresé con 3 cm de dilatación y fuertes contracciones. Para intentar calmar el dolor, utilicé una pelota de partos y técnicas de relajación, música y masajes. Pero, a pesar de todo, las contracciones eran muy fuertes y empecé a perder el control y a no disfrutar de mi parto. Así que decidí pedir la epidural.
La matrona me explicó que con la analgesia ya no era un parto natural y hacían falta ciertos cuidados, como monitorizarme de forma continua o administrar sueros. Acepté porque no soportaba el dolor. Pese a esas excepciones, el resto de las condiciones del plan de parto fueron respetadas, y conseguí tener a mi bebé sin dolor y, como yo había deseado, sin excesiva intervención médica”.

“No pudo ser como yo quería”. Inma.
En el caso de Inma las cosas no fueron como ella había planeado porque las circunstancias lo impidieron:
“Desde que supe que estaba embarazada, empecé a buscar información sobre lo que podía hacer para tener un parto lo menos intervenido posible. Decidí parir en el hospital, porque en casa me sentía muy insegura. Elaboré un plan de parto en el que solicitaba que no se me rompiese la bolsa de forma artificial y no se utilizase oxitocina para provocar contracciones. Tampoco quería analgesia epidural y prefería que se me monitorizase de forma intermitente para poder caminar y adoptar posturas que aliviaran el dolor.
Un día antes de salir de cuentas, ingresé por urgencias porque la bolsa de aguas se rompió espontáneamente, pero no había dilatado nada ni tenía contracciones. Después de esperar muchas horas y ponerme tratamiento antibiótico, seguía sin contracciones y comencé a tener fiebre. Además, el líquido amniótico empezó a teñirse de meconio. Los médicos me explicaron que había que inducir el parto con oxitocinaa, que actúa así en el parto, porque mi bebé podía tener problemas y que era conveniente monitorizarlo.
Decidí que me pusieran analgesia epidural porque las contracciones eran muy dolorosas y fue un parto muy largo. En principio sentí mucha frustración, pero luego comprendí que lo importante era que mi niño naciese bien. No obstante, si tengo otro hijo, intentaré que mi parto sea más natural y con menos intervención”.