¿Qué necesita un niño para formarse un buen concepto de sí mismo?

Para que un niño tenga seguridad y pueda formarse un buen concepto de sí mismo, los primeros años de vida son muy importantes. La relación de apego con los padres es fundamental para el desarrollo de una buena autoestima.
¿Qué necesita un niño para formarse un buen concepto de sí mismo?

En el segundo año de vida de los niños, estos empiezan a tener conciencia de sí mismos. Se reconocen en el espejo y comienzan a utilizar conceptos como “yo” o “mío”. Empiezan a sentir interés por su cuerpo y a elaborar una imagen de cómo es; lo que se denomina autoconcepto. Forma parte de la imagen del mundo que el niño está construyendo.

Un aspecto muy importante de su seguridad en sí mismo dependerá de la relación de apego que tenga con sus padres o cuidadores de referencia. El apego consiste en saberse aceptado, querido y apoyado incondicionalmente, y juega un papel crucial en el desarrollo de la seguridad en sí mismos de los niños durante la primera infancia.

Es como si, de alguna manera, la confianza y seguridad personal estuvieran primero en los que les rodean y cuidan para, posteriormente, pasar a formar parte de su autoimagen personal.

Tener una buena autoestima consiste en sentirse valioso y capaz, siendo consciente de las propias capacidades y dificultades. Consiste en saber, por ejemplo, que, aunque haya capacidades que aún no domino, merezco ser amado y soy capaz de mejorar con tiempo y esfuerzo.

La autoestima afecta directamente a muchas de las decisiones que tomamos como adultos y a la forma en que nos enfrentamos a los éxitos y dificultades de la vida. Por ello, es importante prestarle la atención necesaria desde que nuestros hijos son pequeños, porque las repercusiones se extienden hasta la vida adulta. La autoestima en la primera infancia se basa especialmente en la seguridad del apego con las figuras de referencia, la autoimagen percibida a través de la imagen que los demás reflejan de nosotros y el sentimiento de competencia.

El concepto de sí mismo es un constructo de gran trascendencia en la vida del niño, pero también del adulto. Tiene repercusión en muchos ámbitos y decisiones de la vida. Influye en los amigos que elegimos, en cómo nos enfrentamos a un examen o la forma en que nos presentamos ante los desconocidos. Determina no solo sus aptitudes y habilidades, sino el uso que nuestro hijo hace de ellas.

Para irse formando un buen concepto de sí mismo, el niño necesita:

· Sentirse seguro y querido en su entorno familiar, que debe ser todo lo estable que sea posible. El vínculo de apego se establece en el primer año, pero se va consolidando y evoluciona, por lo menos, hasta los 4 años.

· Jugar y aprender por sí mismo y con ayuda de sus cuidadores. Compartir actividades guiadas con el niño predice un mejor desarrollo socioemocional. Los niños necesitan tiempo libre para jugar, el descanso adecuado y un entorno no sobrecargado de estímulos.

· Aprender a tolerar las frustraciones y a valorar sus logros. Algunos autores consideran que cierto nivel de frustración es lo que más claramente impulsa el desarrollo del niño, siempre que le resulte tolerable. Los niños tienen una gran motivación en sus aprendizajes, que hay que favorecer reconociendo sus logros, dándoles importancia y enseñándoles a confiar en sus capacidades.

· Aprender a respetar las normas, que deben ser firmes, proporcionadas y coherentes. La disciplina es otro factor imprescindible para que el niño vaya formándose una idea ajustada de sí mismo. Las normas le dan seguridad. Aunque en algunos momentos quizá no las cumpla, necesita sentir que hay armonía en la convivencia cotidiana, en la familia o en la escuela.

· Aprender a sentir compasión y a ayudar a los demás. Los padres podemos favorecer los sentimientos y los comportamientos prosociales en nuestro hijo.

Mediante todos estos elementos, el niño poco a poco va a ir formando una imagen adecuada de sí mismo. No podemos olvidar que las palabras tienen poder para cambiar y modular al niño. Este necesita palabras positivas, pero que sean ciertas y que él pueda reconocer como reales. La valoración que los niños hacen de sí mismos depende, en parte, de cómo han sido valorados externamente.

Los niños necesitan valorarse y tener una imagen positiva de sí mismos, pero basada en hechos reales. Necesitan saber de qué son capaces y qué cosas les cuestan un poco más. Necesitan tener una imagen ajustada a la realidad que supone asumir las dificultades y aceptar sus propias limitaciones de una forma natural, ya que es una parte más de ellos mismos.

Artículo ofrecido por Mariola Lorente Arroyo, Universidad de Padres-Fundación Edelvives

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