¿Cuándo y cómo pongo límites a los abuelos?

Una experta en crianza infantil y temas de maternidad nos da las claves y técnicas para hacerlo.
Niñas y abuelos, merendando

"¿Cuándo poner límites a los abuelos? La respuesta es fácil: cuando crucen las líneas rojas. Si no las puedes cruzar tú ni tus hijos, pues ellos tampoco. En realidad, ni ellos ni nadie", explica Míriam Tirado, consultora de crianza consciente, escritora y periodista especializada en maternidad y paternidad, en su libro Límites

La experta sostiene que si hay faltas de respeto, "aunque sea sin querer, los ponen en una situación insegura, si los dañan de alguna forma o si te lo hace a ti -por ejemplo, desautorizándote delante de tu hijo- hay que poner límites". 

Y asegura que es normal que a veces nos cueste ponernos en el lugar que nos corresponde: "Nosotros en el lugar de padres que nos responsabilizamos de nuestros hijos y que estamos, digamos, en primera línea; y ellos, en un segundo plano, disfrutando de sus nietos pero sabiendo que los que deciden son los padres". 

Por eso, sostiene que poner límites cuesta, "especialmente cuando los roles de la infancia, de cuando vivíamos con nuestros padres, aún están presentes". "Hacernos conscientes de ello nos ayudará a ocupar, cada cual, el lugar que le corresponde, y eso implica mucha responsabilidad". 

En cualquier caso, es importante valorar la frecuencia con la que son invasivos. "Es decir, no es lo mismo que un día puntual le diga no llores a que lo haga hasta la saciedad", añade.

La recomendación de la consultora de crianza es que cada miembro de la pareja hable con sus propios padres "y no tener que decir según qué a personas con las que no hay tanta confianza y puede resultar violento o más difícil". "Cada pareja o cada persona sabe qué tipo de relación tiene y quiere tener con sus padres, así que tocará comunicarnos primero con vosotros mismos y luego con la pareja para marcar un rumbo claro en este aspecto", concluye.  

Un ejemplo:

Míriam Tirado recomienda en sus páginas poner límites de la siguiente manera: "Si decides hablar, exprésate siempre desde tu sentir". Y pone un ejemplo: "Cuando estoy acompañando una rabieta, por favor, no intervengas. Cuando lo haces, me siento desautorizada y me desconecto de mi hijo porque creo que me estás juzgando aunque no sea esa tu intención". 

O bien: "Hemos decidido que Miguel no verá dibujos porque es muy pequeño. Por favor, no se los pongas en la tele porque siento que haciéndolo no respetas la decisión que como padres hemos tomado en este tema".

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