Enero es un principio en el que a muchos nos cuesta arrancar. Frente a un apasionante septiembre en el que todos parecemos haber recargado suficiente las pilas como para cogerlo con ganas y no con pereza, la vuelta a la rutina tras las Navidades es uno de los cambios de intensidad que más cuesta, tanto a padres, como a niños.
Sin embargo, suele ser el trimestre más duro, en el que tanto en lo académico como en lo laboral, afrontamos más retos y ponemos más a prueba nuestra disciplina. Por eso es esencial que busquemos la motivación, por escurridiza que sea, para encarar de buena gana estos tres meses de días aún cortos y algo parsimoniosos.
Bajo este cometido, el otro día cogí papel y boli y me puse a divagar para diseñarme una hoja de ruta, que pegar en mi nevera, con la que recuperar la emoción en este mes del que si nada esperamos, aún más nos puede aportar, e intentar transmitírsela a mis hijos:
- Marcar planes atractivos a lo largo del trimestre. ¿Cómo hacer de estos días sin gracia un periodo más alentador? Sabiendo que a finales de febrero, por ejemplo, ¡nos vamos a la nieve! O a la Granja Escuela, qué sé yo, pero algo guay.
- Rutina, rutina y más rutina. Todo se hará menos cuesta arriba con la certeza del desarrollo de los acontecimientos. Es decir, aunque pueda sonar aburrido, estos meses pueden tener su qué en el simple hecho de saber que todos los días nos iremos a la cama a la nueve, que todos los lunes comeros lentejas y que los domingos, después de comer, hay juegos de mesa en familia.

- Introducir un aliciente extra por día. Cada día propongo algo especial que les entusiasme, sencillo, pero motivador. Por ejemplo: hacer bizcocho casero, ver una peli en familia, ir al parque, etc. Ese aliciente las mantiene ilusionados todo el día. Ellos son los grandes maestros del disfrute y de los pequeños placeres.
- Material nuevo. No hace falta tirar la casa por la ventana, y más después de las carísimas Navidades, pero un bolígrafo o una carpeta nueva siempre hacen que la vuelta al cole sea más alentadora, ¿no? Hacer una visita en familia a la papelería para haceros cada uno con un caprichito puede ser un plan genial.
Y así, con más empeño que naturalidad, y sabiendo que más nos vale a todos ponernos las pilas y hacerlo de buena gana, es como estoy intentando darle a la cuesta de enero forma de curva feliz.
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