Casi sin darnos cuenta, muchas veces convertimos el tiempo de juego con nuestros hijos e hijas en un espacio más de corrección, prisas y multitarea. O, directamente, en una obligación. Es comprensible, ya que vamos a menudo con el automático puesto y acabamos proyectando en ese rato lo mismo que hacemos el resto del día. Pero si hay algo que distingue a los niños y niñas pequeños es que no saben fingir. Juegan con todo su ser. Por eso, jugar con ellos no debería ser una obligación, sino una oportunidad para estar de verdad presentes en sus vidas. Especialmente en las etapas tempranas, cuando son menos autónomos y más necesitan esa compañía en momentos cotidianos como el del hábito del juego. Álvaro Bilbao, neuropsicólogo y autor de referencia en crianza respetuosa, tiene sus cinco reglas de oro para jugar con un hijo o hija que resumen cómo deberíamos acompañarles en estos momentos del día a día.
A veces se nos olvida que jugar es un derecho del niño o niña (definido en el artículo 31 de la Convención sobre los derechos del Niño), no un espacio más para evaluarles, enseñarles o dirigirles. Jugar les ayuda a construir su mundo emocional, a consolidar aprendizajes, a explorar su autonomía. Y si nosotros nos metemos en ese terreno como adultos invasivos, críticos o ausentes, convertimos ese paraíso en un territorio hostil.
Así lo advierten expertos en psicología infantil, pediatría y docencia. “Jugar con un papá o mamá que le presta atención plena es la forma de sentirse importante y querido”, recuerda Álvaro Bilbao, cuyas cinco reglas de oro para jugar con los niños y niñas analizamos a continuación.
No te olvides, ya seas madre, padre, tío, abuelo… que “el tiempo de juego es un momento que pertenece al niño”, un tiempo que “les ayuda a aprender cómo funciona el mundo”, como incide el propio neuropsicólogo.

Las cinco reglas de Álvaro Bilbao para jugar mejor con tu hijo
Estas son las cinco reglas de Álvaro Bilbao para acompañar el juego con tus peques que puedes grabarte a fuego:
No les hagas preguntas mientras juegas con ellos
“Hugo, ¿en el cole también juegas a este juego?”. Álvaro Bilbao explica que ese momento pertenece al niño, no al adulto, por lo que hacer preguntas sobre temas escolares o de otro ámbito mientras están inmersos en el juego rompe su conexión con el presente y les hace sentirse interrogados.
“No aproveches ese tiempo especial para hacerle preguntas sobre la escuela o sus amigos”, señala Bilbao. Lo que para nosotros es una charla inocente, para ellos puede vivirse como una estrategia de control.

No intentes controlar cómo tienen que jugar
“Marta, hazlo así. Es más divertido”. Los niños y niñas, dice Álvaro Bilbao, necesitan espacios que controlen ellos mismos. Jugar es uno de los pocos ámbitos en los que pueden sentirse poderosos y autónomos.
Según el experto, el adulto que se mete a dirigir el juego genera tensión y desmotivación: “Tener un adulto que quiere controlar el juego hace que se cree tensión y pierdan interés por jugar y aprender”, afirma.

No critiques
“Rodrigo, estás tirado en el suelo”. En lugar de poner el foco en lo que no nos gusta del juego de nuestros hijos e hijas, es mejor contenernos. Como explica el neuropsicólogo, si nos centramos en los errores o el desorden, estamos reforzando que solo consiguen nuestra atención desde el conflicto.
“Si te enfocas en los aspectos negativos del juego, tus hijos aprenderán que sus comportamientos negativos son lo que llama tu atención y lo utilizarán para hacerse querer”, asegura Álvaro Bilbao.

Pon límites de sentido común
“No puedes pegar con el palo”. Por supuesto, hay normas también en el juego en familia. Pero las hay con respeto. Álvaro Bilbao propone explicar los riesgos sin herir: “Si utilizan un juguete para romper cosas, se están haciendo daño o su seguridad está en peligro, les explico que eso es peligroso”.
Si no atienden, se puede retirar el juguete sin necesidad de gritos. Su frase final lo resume todo: “El trabajo de los padres es darles seguridad y protegerlos, pero no es necesario hacerles sentir mal”.

Nada de interrupciones
“¡Mira, Martina! ¡Está llamando la abuela!”. Jugar con presencia plena es un regalo y una gran oportunidad familiar, de ahí que Álvaro Bilbao recomiende dejar el móvil en otra habitación y volcarse por completo en ese rato. “Conecta con tus hijos de forma presente e ininterrumpida”, dice.
Para un niño o niña, la atención plena de su madre o padre no es un detalle sin importancia. Es, literalmente, lo que les dice que son valiosos y amados. “Es un momento precioso de la vida que pasará pronto, así que aprovéchalo”, concluye.