Cada posparto es un mundo, porque cada proceso es atravesado en un contexto diferente. La primera vez que te enfrentas al posparto todo es nuevo. La segunda, muchas realidades vuelven a ser nuevas. Quizá ya sabes algunas cosas pero es la primera vez que te enfrentas a un posparto teniendo otra criatura a la que atender. Y si la maternidad va de la mano de la ambivalencia y de la culpa, el posparto en la bimaternidad es un claro reflejo de estos sentimientos que son normales sentir en el segundo posparto.

Estas son algunas de las realidades que solemos encontrarnos cuando acompañamos a mujeres que atraviesan el posparto en su segunda maternidad:
- Cansancio: la falta de energía, las pocas horas de sueño, la sensación de fatiga, ya son realidades que nos cruzamos en todos los pospartos, pero cuando llegas a la bimaternidad mientras cuidas a otra criatura el proceso es por sí mismo cansado. En ocasiones encadenamos pospartos, tenemos un nuevo bebé cuando el anterior sigue despertándose por la noche, o sigue necesitando presencia y calma. Al principio, es frecuente que la madre intente no cambiar rutinas con el hijo o la hija mayor, pero la realidad es que es necesario reajustar para asegurar que todos nos adaptamos a la evidencia de una persona más en la familia. El descanso es fundamental para la Salud Mental materna y somos los demás quienes tenemos que asegurarlo.
- Adaptación a las nuevas rutinas y la nueva realidad: muchas veces tratamos de mantener la rutina tal y como estaba ya establecida, porque funcionaba y fluía. De golpe el nuevo bebé y la nueva maternidad te recuerdan que los ritmos, los horarios vuelven a cambiar y que necesitamos escuchar nuestro cuerpo y el del bebé. Intentar no estar sola en el proceso de adaptación para asegurar que los tres (los dos menores y la mamá) están bien atendidos y cuidados.

- Preocupación por si el vínculo con el hermano o hermana mayor se ve modificado con la llegada del menor. Es bastante frecuente que durante el final del embarazo y el principio del posparto las mamás se preocupen por si su hijo mayor va a sentirse menos querido, si va a echarla de menos o si, incluso, va a dejar de quererla. Los vínculos seguros son aquellos en los que podemos manifestar el malestar, expresar lo que nos molesta e incluso verbalizar que echamos de menos sin miedo. El vínculo que habéis construido es suficientemente bueno como para durante un tiempo focalizarse en otro bebé y a la vez, sostener, atender y sacar algunos ratitos de calidad con el mayor.
- Culpa: si ya es una constante en la maternidad, en la bimaternidad se revoluciona. La culpa de no dar hermanos a tu hijo es sustituida por la culpa por no poder prestarle el mismo tiempo y atención que antes de la llegada del bebé. Además, aparecen nuevas culpa como por ejemplo la culpa por tampoco poder atender con la misma dedicación el bebé que cuando solo tenías un hijo, la culpa por haber podido centrarte menos en el segundo embarazo, la culpa porque nuestro tiempo y capacidades sean finitos…
- Rumiaciones y preocupaciones respecto a ser lo más equitativa y justa posible: y esto, es muy difícil de conseguir. En la cabeza todo suena fácil, ese “intentar dedicar el mismo tiempo a los dos”, en la realidad los bebés al principio demandan mucho tiempo de sus madres y padres y es frecuente que el hermano/a mayor vea reducido el tiempo de dedicación. Que se reduzca no es que ya no sea atendido, es que tenemos el mismo tiempo para más personas y hacemos lo que podemos.
- En ocasiones aparecen también obstáculos o dificultades a la hora de tomar decisiones relevantes como tipo de alimentación, colecho o no… Y uno de los principales impedimentos viene de la mano de ese “es que con el anterior bebé hice tal y no me siento bien si con este hago otra cosa”. Pues es que el contexto es otro, tú eres otra y tienes derecho a decidir cómo quieres maternar. Lo harás lo mejor que puedas y de la manera más viable posible.
- La falta de tiempo para ti y tu bienestar: si con una criatura ya sucede que en ocasiones resulta difícil que la mamá encuentre sus huecos o incluso, sea capaz de sostener la culpa por buscar huecos para ella, cuando llega a la bimaternidad esto muchas veces se complica. Ya no solo te priorizas frente a un hijo, lo haces frente a dos, con todo el remordimiento del tiempo y espacio que no estás pudiendo dedicar al mayor. Pero es que, tú también eres importante en esta ecuación y buscar tiempo para ti seguramente te ayude a recargarte las pilas.
Y es que la llegada a la (bi)maternidad no siempre es como nos la esperábamos pero si algo sabemos es que ni puedes ni debes hacerlo sola. La red de apoyo, la tribu, la familia de origen, las amistades, el contexto que sana, salva y acompaña. A veces damos muchas vueltas a cómo conseguir que nuestra primera criatura no note la llegada del segundo bebé y la realidad es que la dinámica va a cambiar, que sois una persona más en la familia y que hacer como si nada puede que suene bien pero no solo es imposible de conseguir, es que no tiene por qué ser beneficioso para la salud mental de nuestros hijos.
Todos necesitaréis un periodo de adaptación, que sea lo más suave y acompañado posible es una buena meta. Para ellos pero también para la mamá.