Los efectos del estrés materno durante el embarazo pueden extenderse más allá del estado emocional inmediato. Un nuevo estudio publicado en Molecular Psychiatry revela que el estrés percibido por la madre en el tercer trimestre del embarazo produce alteraciones medibles en el perfil molecular de los recién nacidos. Estas modificaciones no solo son detectables al nacer, sino que difieren notablemente entre niños y niñas.
El equipo de investigación, liderado por científicos de la Universidad Hebrea de Jerusalén, analizó muestras de sangre del cordón umbilical y suero materno de 120 parejas madre-hijo. Se centraron en el estrés prenatal percibido, una medida subjetiva del malestar psicológico materno, que ha sido relacionada con trastornos del neurodesarrollo en estudios previos.
Los resultados muestran que el estrés materno no solo modifica la expresión de fragmentos de ARN de transferencia (tRFs), sino que también afecta a una enzima clave en el sistema colinérgico, responsable de regular el estrés y la inflamación en el organismo.
"Descubrimos que incluso antes de que los bebés tomen su primer aliento, el estrés que experimentan sus madres puede dar forma a cómo sus cuerpos manejan el estrés por sí mismos", dijo la profesora y autora del estudio Hermona Soreq.

Cambios detectables antes de nacer: el papel de los fragmentos de ARN
Entre los hallazgos más significativos se encuentra la alteración de familias completas de tRFs, pequeños fragmentos derivados del ARN de transferencia, conocidos por su función reguladora de genes de forma similar a los microARN. Estas moléculas no se modificaron de forma aislada, sino en grupos organizados según su origen (nuclear o mitocondrial), aminoácido parental y tipo de corte.
En particular, se observaron disminuciones casi completas de tRFs mitocondriales en niñas nacidas de madres con altos niveles de estrés.
Estas alteraciones en la regulación mitocondrial podrían estar relacionadas con una menor capacidad de las células para manejar situaciones de tensión o requerimientos energéticos elevados desde las primeras etapas de la vida.
Estos resultados respaldan la hipótesis de que el estrés emocional en la gestación puede dejar una "firma molecular" en el organismo del feto, incluso antes del nacimiento.
La magnitud de los cambios hallados sugiere una reprogramación del sistema biológico de respuesta al estrés que podría tener consecuencias a largo plazo.
El sistema colinérgico y su relación con el desarrollo emocional
El estudio identificó que muchos de los tRFs alterados están dirigidos a genes vinculados al sistema colinérgico, que regula procesos como la respuesta al estrés, la inflamación y funciones cerebrales superiores. A este grupo se le dio el nombre de "CholinotRFs", por su afinidad funcional.
Este sistema, que gira en torno al neurotransmisor acetilcolina, también se ve afectado por niveles elevados de acetilcolinesterasa (AChE), la enzima que degrada la acetilcolina.
En los recién nacidos de madres estresadas, especialmente en los varones, se detectaron niveles significativamente más altos de AChE en sangre, lo que indica un desequilibrio en la disponibilidad del neurotransmisor desde el nacimiento.
Este desajuste podría contribuir a una mayor vulnerabilidad a trastornos neuropsiquiátricos o dificultades en la regulación emocional a lo largo de la infancia.
Los investigadores señalan que estos cambios tempranos en el sistema colinérgico podrían afectar tanto a la función cerebral como a la respuesta inmunitaria en etapas posteriores del desarrollo.

Niñas y niños responden de forma distinta al estrés prenatal
Una de las observaciones más impactantes del estudio es la marcada diferencia en la respuesta molecular entre los sexos. Mientras que los varones mostraron una activación elevada del sistema colinérgico mediante la enzima AChE, las niñas presentaron una caída mucho más acusada de tRFs mitocondriales.
Esta divergencia sugiere que el organismo fetal masculino y femenino responde al mismo entorno de estrés materno de maneras biológicamente distintas. La implicación de estos patrones sugiere que el sexo del feto podría modular la forma en que se programa su sistema de regulación del estrés.
Estas diferencias podrían también explicar por qué ciertas enfermedades relacionadas con el desarrollo neurológico presentan una incidencia desigual entre niños y niñas.
La posibilidad de que el estrés prenatal contribuya a estas divergencias refuerza la importancia de incluir la variable sexo en la investigación biomédica prenatal.
Inteligencia artificial para detectar huellas de estrés prenatal
Una de las aplicaciones más prometedoras del estudio es el uso de herramientas de aprendizaje automático para detectar los efectos del estrés prenatal. Utilizando los perfiles moleculares de los CholinotRFs, los investigadores lograron clasificar con un 95 % de precisión a las niñas expuestas o no al estrés prenatal, lo que abre la puerta a nuevas formas de diagnóstico temprano.
La capacidad de identificar estas alteraciones moleculares en sangre del cordón umbilical permite pensar en estrategias de detección no invasivas desde el momento del nacimiento.
Este tipo de diagnóstico podría servir para anticiparse a riesgos futuros y aplicar intervenciones tempranas que mitiguen los efectos del estrés gestacional.
El uso de inteligencia artificial para detectar biomarcadores relacionados con la salud mental perinatal representa un avance significativo en medicina preventiva. Este enfoque también podría adaptarse a otras condiciones vinculadas a la exposición temprana a factores de riesgo.

Un llamado a cuidar la salud mental durante el embarazo
Los resultados de este estudio refuerzan la necesidad de reconocer el impacto del bienestar emocional de la madre durante la gestación.
El estrés psicológico no solo afecta a la madre, sino que puede alterar el entorno intrauterino de forma suficiente como para reprogramar funciones esenciales en el organismo fetal.
Apoyar la salud mental durante el embarazo no es una cuestión secundaria. Es una estrategia de salud pública que puede tener repercusiones a largo plazo en la vida del futuro niño o niña. El acceso a apoyo psicológico, el acompañamiento emocional y el control de factores estresantes deberían formar parte de los programas prenatales.
Comprender que el desarrollo fetal es sensible a las condiciones psicosociales maternas es clave para mejorar el bienestar de la siguiente generación. Este estudio deja claro que el cuidado emocional durante el embarazo no solo mejora la calidad de vida de la madre, sino que también protege la salud futura del bebé.
Referencias
- Vaknine Treidel, S., Lobmaier, S.M., Sharma, R. et al. Maternal prenatal stress induces sex-dependent changes in tRNA fragment families and cholinergic pathways in newborns. Mol Psychiatry. (2025). doi: 10.1038/s41380-025-03011-2