Es muy frecuente ver a niños y niñas que prácticamente acaban de entrar en la preadolescencia y que ya se han tatuado algo en su piel, una palabra relevante, un dibujo evocador, un recuerdo. Algo que tiene significado para ellos a pesar de que recientes investigaciones han encendido las alarmas sobre los posibles riesgos a largo plazo de los tatuajes, especialmente cuando se realizan a edades tempranas, una información y unos datos que si ellos aún no los manejan, puede ser interesante que sus padres y sus madres los conozcan antes de permitir que se hagan su primer tatuaje.
Un estudio danés con gemelos, publicado en marzo de 2025, encontró que aquellos con tatuajes presentaban entre un 33% y 62% más de riesgo de desarrollar cáncer –especialmente linfoma– comparado con sus hermanos sin tinta en la piel. Estos hallazgos se suman a otras investigaciones que señalan cómo los componentes químicos de las tintas podrían afectar al sistema inmunitario y desencadenar procesos inflamatorios crónicos.
El estudio de la Universidad del Sur de Dinamarca analizó a 2.367 gemelos, descubriendo que los tatuados tenían cuatro veces más probabilidades de desarrollar cáncer de piel que sus hermanos sin tatuajes. Curiosamente, el tamaño del tatuaje no fue un factor determinante: incluso diseños pequeños mostraron asociación con mayores tasas de linfoma, un cáncer que afecta al sistema linfático.
La epidemióloga Christel Nielsen, de la Universidad de Lund (Suecia), explica que los tatuajes activan una respuesta inmunitaria persistente: "La tinta se deposita en los ganglios linfáticos, y aunque no entendemos completamente el mecanismo, esto podría generar inflamación de bajo grado, un factor de riesgo conocido para el cáncer". Su estudio con 11.905 participantes encontró un 21% más de riesgo de linfoma en personas tatuadas, independientemente de su estilo de vida.

Toxinas y metales bajo la piel
Los tatuajes introducen en la dermis una mezcla compleja de pigmentos y sustancias químicas. Según análisis publicados en PubMed, el 90% de las tintas comerciales contienen hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP), metales pesados como cadmio y mercurio, y aminas aromáticas primarias (AAP).
Estos compuestos, clasificados como carcinógenos por la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer, pueden:
- Liberar toxinas al descomponerse con la exposición al sol
- Penetrar el núcleo celular debido a partículas nanométricas
- Alterar el ADN mediante estrés oxidativo
Un hallazgo preocupante de la Universidad Estatal de Nueva York (2022) es que el 45% de las tintas analizadas contenían compuestos azoicos, que al fotodescomponerse generan benzopirenos –sustancias vinculadas a cáncer de pulmón y vejiga. "El problema no es solo la tinta inicial, sino lo que se convierte dentro del cuerpo con los años", advierte el Dr. John Swierk, líder de la investigación.

A menos edad, más peligro
La moda de los tatuajes llega cada vez a edades más tempranas. En Estados Unidos, 40% de los millennials y 33% de los menores de 35 años tienen al menos un tatuaje. Para los adolescentes, los riesgos se multiplican y por eso las madres y los padres es más que conveniente que estemos bien informados:
- Sistema inmunitario en desarrollo. Durante la pubertad, el cuerpo está en plena maduración inmunológica. La introducción de sustancias extrañas podría alterar la regulación de linfocitos y macrófagos, células clave en la defensa contra el cáncer. Estudios en ratones muestran que las nanopartículas de tinta se acumulan en el bazo y la médula ósea, órganos vitales para la producción de células sanguíneas.
- Mayor exposición acumulada. Un joven de 16 años tatuado tendrá décadas de interacción entre las toxinas de la tinta y su organismo. La FDA detectó en 2024 que el 35% de los frascos de tinta analizados estaban contaminados con bacterias resistentes a antibióticos, incluyendo cepas causantes de endocarditis y sepsis. "Estos patógenos viajan desde la piel hasta el torrente sanguíneo, poniendo en riesgo múltiples órganos", señala la Dra. Linda Katz.
- Complicaciones específicas en piel joven. La dermatóloga Vinny Chulani alerta que los tatuajes en adolescentes pueden enmascarar lunares malignos, retrasando diagnósticos de melanoma o cáncer de piel; provocar reacciones alérgicas tardías, incluso años después de haberse realizado el tatuaje; deformarse con el crecimiento, requiriendo costosas correcciones posteriores.
La seguridad del tatuaje
Aunque ningún estudio afirma causalidad directa entre tatuajes y cáncer, la evidencia apunta a necesitar mayor regulación y concienciación. Nielsen recomienda:
- Evitar tintas rojas y negras (las más asociadas a reacciones adversas)
- Exigir certificados de análisis químico en los estudios de tatuaje.
- Monitorear cambios en la piel tatuada, especialmente en jóvenes.
Mientras países como Suecia y Canadá avanzan en legislar la composición de las tintas, organizaciones médicas piden incluir advertencias sanitarias similares a las del tabaco. Como concluye Nielsen: "Debemos garantizar que esta forma de expresión artística no comprometa la salud futura de las generaciones más jóvenes".

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