Los psicólogos y antropólogos Frans Plooij y Hetty van de Rijt, tras observar sistemáticamente a las madres con sus hijos en casa, demostraron que los niños atraviesan varios periodos críticos en los que se vuelven especialmente insoportables y pegados a mamá. Son periodos de aparente regresión tras los cuales se produce un importante salto evolutivo y se pueden identificar básicamente por tres características: el niño está “lloroso, gruñón y enmadrado”, describen los autores en su libro “The wonder weeks".

Todos los niños (o la mayoría de ellos) pasan por etapas en las que tienen más rabietas y demuestran un mal genio inusual. La buena noticia es que son eso, fases que pasan y que además les sirven para coger fuerzas y seguir avanzando.
Los autores establecieron semanas muy concretas alrededor de las cuales se producen los avances. En el segundo año de vida, en concreto, ocurre en torno a las semanas 55, 64 y 75 en un embarazo a término, como exploran en su libro. Los estudios de neurociencia empiezan a señalar la relación entre estas fechas y cambios en el cerebro del niño.
En este libro, los autores proponen que los niños pasan por períodos de crisis en estas semanas de desarrollo, donde experimentan cambios emocionales y de comportamiento. Estos periodos de crisis pueden hacer que los niños estén más irritables, llorosos o demandantes de atención.
Dura unos días o... semanas

¿Cuánto dura este periodo de crisis? Dependerá del niño, pero por regla general a medida que crecen los cambios son más complejos y requieren más tiempo de asimilación. Frente a la crisis de pocos días que pasan en el primer año de vida, en el segundo año las crisis pueden durar entre una y seis semanas, según el niño. “Cada vez que tiene lugar uno de estos periodos su mundo se pone patas arriba y ello hace que el niño sienta tanta angustia, que hará todo lo que está en sus manos para aferrarse a mamá. El pequeño volverá a ‘puerto’ en busca de la seguridad y el consuelo que necesite y se preparará para dar el siguiente salto adelante”, afirman los autores.
Cabe resaltar que los autores de estos libros tienen una teoría propia basada en sus observaciones y no está respaldada por una amplia investigación científica. Si bien puede haber coincidencias en el comportamiento de algunos niños con los periodos descritos en el libro, es importante recordar que cada niño es único y su desarrollo es diferente.
¿Qué es la crisis de los dos años?

Sabemos que cada niño puede experimentar un desarrollo único, sin embargo es bastante común que al rededor de los dos años, los niños tengan un cambio en su conducta. De hecho, cuando los padres vienen a consulta y me dan una serie de inquietudes en relación a su peque de dos años, mi respuesta siempre es: “es que su hijo está en la aDOSlescencia”. Y es que los conocidos “los terribles dos”, “la etapa del no” o la “adolescencia temprana” se caracterizan por cambios significativos en el comportamiento y la actitud del niño de dos años.
Los niños de dos años suelen desarrollar un sentido creciente de independencia y siempre quieren hacer las cosas por sí mismos. Suelen volverse más desafiantes, expresan más su opinión y muestran resistencia a las instrucciones. Así pues, a los dos años pueden mostrar una mayor necesidad de controlar su entorno y expresar su voluntad. Pueden decir “no” con frecuencia y mostrar resistencia a las normas establecidas por los adultos.
A esto, se suma que durante esta etapa, los niños pueden tener mayor dificultad para manejar la frustración y expresar sus emociones no agradables. Por lo que pueden mostrar más rabietas, llorar con facilidad y tener cambios de humor repentinos.