Yo siempre había escuchado que costaba mucho enseñar a los niños y niñas a asumir responsabilidades en la vida. Empezando, por supuesto, por las más sencillas, como recoger sus juguetes. También había oído que era recomendable acompañarles y hacer con ellos este tipo de acciones rutinarias para darles ejemplo y que, poco a poco, se fueran acostumbrando a hacerlas de manera autonóma una vez las asimilaran. Pero lo que yo no sabía es que te puede salir un peque al que le “flipe” recoger y limpiar.
A priori, no hay para mí tarea más alejada del disfrute desde el prisma de un niño o niña pequeño que fregar, barrer o pasar la bayeta después de cenar por la mesa y la encimera. Pero resulta que en la etapa del juego simbólico, a partir de los tres años aproximadamente, es uno de los juegos que puede atraerles, y el caso es que en casa tengo el ejemplo perfecto: a mi hija pequeña, de cuatro años, en vez de animarla a que te eche una mano al recoger cosas que no tienen riesgo si se le caen como la servilleta o el vaso de plástico, hay que pararle los pies.
Si fuera por ella se iría a por el cubo de la fregona, lo llenaría hasta arriba, le pondría el primer producto que pillara y a inundar la cocina. Pero no por hacer una trastada, ni como un juego siquiera, lo haría porque es lo que le pide el cuerpo cuando llega la hora de recoger. Está más obsesionada que los adultos de la casa en hacerlo: también hay que decir que es bastante rígida para el orden hasta la fecha, nivel no poder ver una puerta ligeramente entreabierta de los muebles de la cocina, baño o habitaciones, por ejemplo.
¿Os pasa a vosotros y vosotras algo parecido con vuestros peques? Me lo pregunto aquí, en voz alta, porque cuesta encontrar comparaciones en este caso. Debe ser el único ejemplo hasta la fecha en el que no he encontrado otro caso similar en las mil y una conversaciones de parque en las que ha salido este tema. Hay niños y niñas de cuatro años que juegan a recoger y limpiar, otros que ponen buena cara si les pides ayuda, pero todavía no he dado, más allá de mi hija, con alguna familia que me diga que su hijo o hija prefiere dejar de jugar para bajar la basura o para colocar las maletas en el trastero después de un viaje familiar. ¡Prefiere dejar lo que esté haciendo, por divertido que sea!
Que no cuento esto aquí para sacar pecho por lo que hace mi hija ni nada por el estilo, solo es algo curioso y llamativo que tengo la sensación de que no ocurre muy a menudo, de ahí que me haya parecido una anécdota curiosa que contar. Mi percepción, que no tiene por qué ser cierta, es que esta pasión por recoger y limpiar de nuestra hija pequeña está relacionada con su autonomía, que alcanza niveles también bastante asombrosos para su edad. Ojo, que no siempre es bueno, porque cuesta mucho hacerla entrar en razón ante determinadas cuestiones que se dan en el día a día.
En fin, no sé si será cierta mi teoría o es que simplemente Monica de Friends se ha reencarnado en nuestra pequeña. El tiempo dirá hasta dónde llega este gusto por el barrer, el fregar y el recoger. Será divertido hablarlo con ella dentro de unos años, sobre todo si resulta ser una adolescente poco colaborativa en casa…