Aunque en un principio la visión del bebé no es clara durante algunos meses, el recién nacido comienza a explorar, desde poco después del nacimiento, el mundo que le rodea. Y a pesar de que puedan parecer perfectos, a menudo surgen algunos problemas a los que es necesario prestar especial atención, sobre todo si tenemos en cuenta que sus ojos son aún más delicados si cabe, por lo que necesitan cuidados adecuados.
Es imprescindible estar pendientes de cualquier problema que surja, ya sean ojos llorosos, algún párpado inflamado, enrojecimiento u otro síntoma relacionado. Así, es conveniente alertar al pediatra cuando surge cualquier cosa que parezca fuera de lo común.
Los delicados ojos del recién nacido
Cuando los bebés nacen lo hacen con los ojos casi cerrados, debido fundamentalmente a la hinchazón que surge por la presión durante el momento del parto. No obstante, apenas unos días después, comienzan a adquirir una apariencia muchísimo más natural, a la vez que la hinchazón se reduce hasta prácticamente desaparecer.
En ocasiones es posible que no se abran simétricamente, pero mientras esto no continúe una vez haya disminuido la inflamación, no tiene por qué haber motivo para la alarma.
Por otro lado, en los primeros meses y años de vida del bebé, es común que sus ojos produzcan un exceso de mucosidad, incluso cuando no exista ningún tipo de infección relacionada. Así, cuando estas secreciones entran en contacto con el aire, acaban secándose y causan las típicas “legañas”. Es importante eliminarlas, para prevenir la obstrucción de los párpados e infecciones.
Cómo limpiar suavemente los ojos del bebé
Para garantizar su salud, es necesario limpiar suavemente los ojos del bebé, siguiendo algunos de los consejos y pautas que te proponemos a continuación:
- Exceso de secreciones. En caso de que el bebé se despierte con los párpados pegados como consecuencia del exceso de secreciones, no es recomendable intentar separarlos cuando estén secos. Elimina la presencia de estas secreciones con la ayuda de una gasa estéril empapada en agua hervida (pero tibia), o bien en suero fisiológico. Poco a poco los ojos empezarán a abrirse de forma gradual, por su cuenta. Por otro lado, es fundamental utilizar una gasa estéril limpia para cada ojo. Así reduciremos el riesgo de transmisión de cualquier infección de un ojo a otro (si existe).

- Cómo limpiarlos. Es conveniente limpiar los ojos siempre desde los conductos lagrimales hacia el exterior del ojo. De esta manera evitaremos arrastrar la suciedad, y las secreciones, hacia adentro.
- Qué hacer. Si los ojos están enrojecidos, inflamados, hinchados o llenos de una secreción amarilla/verdosa se aconseja consultar al pediatra, ya que existe un riesgo muy elevado de que haya una infección ocular.
Afecciones oculares comunes en el recién nacido

Los ojos tanto del recién nacido como del bebé son muy delicados, y suelen tener un riesgo un poco más elevado de sufrir oftalmia neonatal, un tipo de infección ocular -o conjuntivitis- que, a veces, pueden desarrollar los recién nacidos. Es también conocida como conjuntivitis del recién nacido.
En la década de 1800 el médico Carl Grede descubrió que los bebés solían contagiarse de oftalmia neonatal durante el parto vaginal, las cuales eran principalmente causadas por la gonorrea, un tipo de enfermedad de transmisión sexual, de forma que si no se trataban, podían causar ceguera en el bebé.
No obstante, a medida que se inculcó el uso de nitrato de plata en los ojos de los recién nacidos justo después del parto, el número de casos comenzó a disminuir notablemente. Décadas más tarde este tratamiento fue sustituido, dado que la instilación ocular con nitrato de plata era en realidad muy dolorosa para el recién nacido, y aumentaba el riesgo de conjuntivitis tóxica.
Por este motivo, en la actualidad es común el uso de un ungüento ocular con eritromicina, la cual ayuda a reducir las infecciones causadas no solo gonocócicas, sino las causadas por clamidia (una de las causas de oftalmia neonatal más común en la actualidad).
Se trata de una condición ocular que tanto los pediatras como los oculistas infantiles suelen observar en la consulta, aunque no tiende a ser tan común o habitual. La leucocoria es un signo clínico en el que aparece una mancha blanca, o un reflejo, en la región de la pupila. Por este motivo también es médicamente conocido como pupila blanca. En ocasiones el bebé puede nacer con una catarata congénita.
Las cataratas suelen desarrollarse normalmente a medida que envejecemos, sobre todo cuando llegamos a la sexta o séptima década de la vida.
No obstante, algunos recién nacidos pueden nacer con ellas. Si esto ocurre, aunque no se requiere un tratamiento médico de inmediato, la cirugía de cataratas temprana puede ser considerada, con el fin de evitar problemas de visión permanentes en los próximos años.
Se estima que alrededor de las tres semanas de edad, después del nacimiento, los recién nacidos empiezan a producir lágrimas. Por este motivo, es normal que aproximadamente a partir de esta semana las mamás y los papás observen un exceso de producción de moco o secreciones.
También puede ocurrir que algunos bebés nazcan con conductos lagrimales bloqueados, lo que puede hacer que se formen lágrimas en los ojos, y acaben rodando por las mejillas. Igualmente, puede aumentar el riesgo de una infección bacteriana, principalmente porque las lágrimas no drenan de manera adecuada.
Cuando existe un bloqueo de los conductos lagrimales es necesaria la valoración del pediatra, dado que puede ser necesaria la administración de un tratamiento si se desarrolla una infección. Por suerte, la mayoría de los conductos lagrimales bloqueados tienden a resolverse por sí solos durante el primer año de vida.