En la actualidad, cada vez es más común la búsqueda de ayuda profesional en psicología para tratar problemas de salud mental en los más pequeños. Es importante prestar atención a las señales que te pueden indicar que es necesario buscar ayuda psicológica para tu hijo. No todos los casos necesitan la ayuda de un psicólogo, pero cuando sí es necesaria, la intervención oportuna puede prevenir dificultades más graves en el futuro. Entonces, ¿cómo saber cuándo es el momento para llevar a mi hijo al psicólogo? En realidad, la lista de motivos para pedir ayuda psicológica es bastante extensa; sin embargo, estas son algunas señales que tendrías que tener en cuenta:
Dificultades en la regulación de emociones
Los niños se encuentran en un proceso de descubrimiento de control de sus emociones. Es natural que, muchas veces, tengan respuestas emocionales intensas, ya que están aprendiendo a identificar y expresar sus emociones de manera adecuada. Sin embargo, si esta falta de autorregulación afecta su vida diaria, es importante considerar ir a un especialista para que lo acompañe y guíe en el proceso.
Cambios repentinos de comportamiento
Es importante notar si un niño está experimentando cambios en su conducta sin motivo aparente. Por ejemplo, si vemos que nuestro hijo actúa de manera diferente a lo habitual, desafía con facilidad o pierde interés en algo que le gustaba, quizás son señales que algo no anda bien. Debemos observar si estos cambios repentinos persisten y, si es el caso, debemos acudir a un profesional.
Dificultades en el colegio
Otra de las señales que debemos tener en cuenta es si nuestros hijos tienen dificultades en el colegio, tales como bajo rendimiento, falta de motivación, dificultades de atención o problemas de comportamiento. En muchos casos, el esfuerzo de los padres por querer ayudar a sus hijos no es suficiente, ya que es posible que existan dificultades que vayan más allá de lo que pueden ver a simple vista.
Problemas en el área social
La intervención de un psicólogo puede ser de gran ayuda para los niños que presentan dificultades para interactuar con sus iguales. Esto puede ser que un niño tienda a aislarse o no desarrolle las habilidades sociales correspondientes a su edad. Los niños necesitan aprender habilidades para interactuar y comunicarse con los demás, ya que es esencial para su desarrollo. Si nuestro hijo presenta dificultades en esta área, es importante acudir a un psicólogo infantil.
Alteraciones en su estado de ánimo
Un motivo importante para pedir ayuda psicológica para nuestros peques son cambios en su estado anímico sin motivo. Generalmente, los niños suelen cambiar de ánimo durante a jornada pero por razones específicas.
Por ejemplo: si tiene sueño, se pondrá más irritable o si le gusta un juguete, se mostrará más enérgico. Sin embargo, si observamos que nuestro hijo cambia de humor de repente, es una señal para buscar un psicólogo.
Miedos inusuales
La ansiedad y los miedos son respuestas emocionales comunes en los niños. Sin embargo, cuando estos afectan su vida diaria, puede ser una señal de dificultades emocionales más complejas. Si nuestro peque experimenta miedos que interfieran en su rutina, como en la alimentación, sueño o rendimiento escolar, es importante considerar pedir ayuda psicológica.
Cambios en la familia
Es necesario saber que no solo debemos ir al psicólogo cuando nuestros peques tienen alguna dificultad presente. Debemos tener en cuenta que la salud mental se previene y es más conveniente para nuestros hijos acudir al psicólogo antes de que puedan haber consecuencias psicológicas más graves. Por ejemplo, podemos solicitar una consulta con el psicólogo infantil cuando: ocurra una separación de padres, fallezca algún familiar cercano, haya un cambio de cole o de casa, entre otros.
Sospecha de trastorno
Otro de los motivos por los cuales es indispensable acudir al psicólogo es cuando vemos sintomatología que se pueda relacionar a algún trastorno. Esto puede ser: retraso del lenguaje, dificultades motrices, escaso contacto visual, dificultades en la interacción social, desequilibrio emocional, retraso grave en el control de esfínteres, dificultades de atención, entre otros.