Naturalizar los patios escolares también es una forma de inclusión y de fomentar el aprendizaje creativo, según un estudio

Transformar los patios en espacios verdes es una forma de combatir el cambio climático, proteger la salud de los niños y niñas pero también una herramienta para potenciar la inclusión.
Un patio de un colegio con muchas zonas de sombra y naturaleza

Hace unos días, la organización Save the children advirtió en su último informe que millones de niños y niñas de todo el mundo han estado expuestos a olas de calor extremas en el último año y que este factor, el clima, está comprometiendo el derecho a la educación, también en España. Ahora, otro estudio recién publicado confirma que naturalizar los patios, la principal herramienta junto a la climatización de los centros educativos para combatir el cambio climático en los colegios, es mucho más que esto: también promueve la inclusión, el aprendizaje creativo y protege la salud de los menores.

No es casualidad que en los últimos años, sobre todo en esta década, estén proliferando los proyectos impulsados desde las instituciones públicas para facilitar la renaturalización de los patios escolares. Por ejemplo, en 2023, el Ayuntamiento de Santander y SEO/BirdLife promovieron un concurso con este objetivo, y el Ayuntamiento de Vitoria es otro de los que ha mostrado su compromiso con esta cuestión, que consiste, como explica el propio consistorio de la ciudad vasca, en “introducir la naturaleza a partir de la recuperación de suelo fértil para reintroducir la vegetación y la fauna y favorecer los procesos naturales”.

Este tipo de proyectos, además, suele potenciar la participación activa de la comunidad, con los beneficios sociales que ello conlleva, y se pueden complementar con otras medidas en materia de sostenibilidad.  El caso reciente de cómo la lona de la Puerta de Alcalá de Madrid acabó siendo un toldo para un colegio de Vallecas mediante un programa del Ayuntamiento de la capital es otro ejemplo.

Un patio de un colegio con sombras de árboles - Rubén García

Este auge de la naturalización y climatización de centros educativos no es casualidad. Es una emergencia que se debe afrontar con el compromiso de las instituciones porque esta es una manera efectiva de combatir eso que Save the children denuncia en su informe: que millones de escolares dejen de ir a clase por el calor extremo.

Pero es que, además, la evidencia científica demuestra que naturalizar los patios ofrece otros beneficios más allá de la protección de la salud o la mejora del bienestar de alumnado y trabajadores de los centros educativos.

Sin ir más lejos, un estudio elaborado por las investigadoras Filka Sekulova e Isabel Ruiz-Mallén, del Laboratorio de Transformación Urbana y Cambio Global (TURBA Lab), perteneciente al Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), afirma que naturalizar los patios escolares potencia el aprendizaje creativo y genera espacios de convivencia más inclusivos.

Las investigadoras concluyen que los espacios naturalizados en los centros escolares que más potencian estos beneficios son aquellos que son “más salvajes, desestructurados y basados en la naturaleza", apunta Filka Sekulova. La experta pone como ejemplos la colocación en patios verdes de “colinas, puentes, caminos y túneles, además de árboles, zonas arbustivas o suelos cubiertos con virutas de madera, entre otros”, y zonas de juegos que incluyan “cabañas y zonas de escalada hechas de madera reciclada (con troncos de árboles), anfiteatros, huertos, elementos de agua y barro e infraestructuras para la recogida de agua”, apunta. Aquí te mostramos algunas de las ideas originales de los centros educativos para ser más sostenibles

Los elementos, para funcionar mejor en favor del aprendizaje creativo y la inclusión, deberían estar poco ordenados y tener un carácter flexible. Pero, de todos modos, más allá de cómo se diseñen, las investigadoras tienen Carlo que "Los estudios demuestran que los jóvenes que pasan tiempo en espacios con vegetación son capaces de concentrarse mejor y, en general, afrontan mejor los acontecimientos estresantes de la vida y presentan menos síntomas de déficit de atención e hiperactividad", asegura Filkova.

Zona exterior de un colegio con bancales para tener un pequeño huerto - Rubén García

El estudio, explica la UOC, “se basa en el análisis de procesos de diseño de patios escolares naturalizados en cuatro ciudades: Barcelona —con el programa Transformem els patis—, París, Bruselas y Róterdam”. De estas ciudades se han investigado distintos proyectos, llegando las autoras del estudio a la conclusión de que "en las cuatro ciudades que hemos estudiado vemos que la mayoría de los esfuerzos se dirigen a fomentar la participación en las fases de visión y preparación del espacio, pero no tanto en las de implementación y mantenimiento”.

Sin embargo, las investigadoras señalan que los niños y niñas suelen apreciar más el cambio si se les involucra en el proceso. Esta es una oportunidad, además, para fomentar su autonomía que encaja en el decálogo imprescindible para fomentar la autonomía en los niños de un experto en psicología infantil. Los peques, no hay duda, valoran positivamente la participación, una participación inclusiva. "La colaboración efectiva entre escolares, padres, profesores, diseñadores, arquitectos, financiadores y agentes locales en las distintas fases de producción de los patios es crucial", asegura Filka Sekulova, que ha liderado el estudio.

Además, cuando la participación no se fomenta en este tipo de procesos de naturalización de patios, añade Sekulova, "se suele traducir en una menor calidad de los espacios verdes en las escuelas de estos barrios”. Por eso, la investigadora propone “ofrecer algunas compensaciones materiales por la participación (por ejemplo, una comida gratis o servicios de canguro) como parte de los procesos participativos en esas comunidades".

Un patio escolar naturalizado - Rubén García

Por último, las autoras del estudio hacen hincapié en los responsables de los proyectos de naturalización de patios escolares, generalmente paisajistas y arquitectos: "cuando estos profesionales están abiertos a un proceso horizontal de cocreación, con elementos experienciales y artísticos, los resultados son claros: patios escolares muy diversos, verdes  y únicos, un lugar donde los escolares desarrollan un sentido de pertenencia", apuntan. 

Sin embargo, añaden, "cuando el equipo de arquitectos aborda los procesos de transformación como una obra de urbanización más, observamos unos diseños menos ambiciosos, más homogéneos y estándares que no fomentan el juego creativo ni el sentido de pertenencia"

Las investigadoras concluyen su estudio con una reivindicación: integrar el aprendizaje al aire libre en el currículo educativo. “Por un lado, la enseñanza al aire libre no forma parte del currículum obligatorio. En general, falta formación sobre la educación en entornos exteriores y esto muchas veces se percibe como trabajo extra que, además, no está bien reconocido", concluye Sekulova. 

Recomendamos en