¿Los móviles nos controlan? Lo que opinan los alumnos de secundaria sobre su relación con la tecnología

¿Quién manda aquí, tú o tu móvil? Estudiantes de la ESO se han hecho esta pregunta y han decidido investigarlo. ¿Qué piensan sobre las redes sociales y qué papel juegan sus padres?
ara muchos, el móvil es una herramienta fundamental para socializar, mantenerse conectados con amigos y participar en su mundo social. / Fuente: Gemini

¿Los móviles nos controlan? Es el título de un trabajo realizado por alumnos y mucho más que un simple ejercicio de clase: es una ventana al mundo digital que viven los niños y adolescentes cada día. Precisamente, un 70% de los menores de 15 años en España tiene un smartphone a su disposición, y la media de edad para recibir el primer teléfono móvil ronda los 12 años. Justo el momento en el que comienza la Educación Secundaria.

¿Y qué opinan ellos de todo esto? Un grupo de alumnos de 1º de la ESO del Instituto Odiel, en Gibraleón (Huelva), decidió investigar sobre su relación con las tecnologías… ¡Para un trabajo de matemáticas! Utilizando encuestas, porcentajes y gráficos, analizaron su propio uso del móvil y cómo les influyen las redes sociales. Los números hablan, pero también hacen pensar. Spoiler: no están tan enganchados como parece, pero tampoco son tan libres.

¿Quién tiene el control?

Vivimos en una época en la que los niños y niñas aprenden a deslizar pantallas antes de saber atarse los cordones, pero, ¿hasta qué punto son conscientes del tiempo que pasan con el móvil? ¿Saben lo que hacen cuando están dentro? ¿Y qué papel juegan las familias?


Según el estudio de estos estudiantes de secundaria, la mayoría usa entre tres y cuatro redes sociales, las más mencionadas son TikTok e Instagram, y prefieren tener sus cuentas en modo privado. Un dato interesante, porque demuestra que, aunque están presentes en el mundo digital, no necesariamente lo quieren compartir con cualquiera. Aún así, muchos reconocen que sienten que usan el móvil más de lo que deberían.

Un 41,7% asegura que está menos de una hora al día con el teléfono, pero un 33% admite que lo usa cinco horas o más. La brecha es clara. Mientras unos mantienen un uso razonable, otros ya están entrando en un consumo que podría rozar la dependencia.

Privacidad: sí, pero compartida (a veces)

Aunque la mayoría de los alumnos asegura tener sus cuentas en redes sociales configuradas como privadas, eso no significa que su vida digital sea completamente secreta. Muchos reconocen que sus padres pueden ver lo que suben, ya sea porque lo revisan directamente o porque tienen acceso a sus cuentas. En otros casos, sin embargo, esa privacidad es más estricta: hay familias en las que los padres no saben lo que los hijos comparten ni tienen su contraseña. Esto muestra una convivencia entre el deseo de independencia digital por parte de los adolescente y el intento de control por parte de los adultos. En algunos hogares se negocia, se comparte y se supervisa; en otros, los móviles son más bien un territorio personal donde los padres no entran. Al final, la privacidad en la red no solo depende de la configuración del perfil, sino también de los acuerdos, explícitos o no, entre padres e hijos.

El uso del móvil durante las comidas, especialmente en niños, suele ser visto de forma negativa. Dificulta la comunicación familiar: La hora de la comida puede ser un momento importante para conversar, compartir el día y fortalecer los lazos familiares. El móvil aísla al niño y reduce estas interacciones. / Fuente: Gemini

¿Hablan con desconocidos? ¿Se sienten vigilados?

La mayoría de los encuestados asegura que no ha hablado con personas que no conoce en la vida real, un dato tranquilizador, pero hay un 33% de la encuesta realizada que sí lo ha hecho. Nos preguntamos entonces, ¿eso es malo? Habría que matizar.

Hablar con alguien que no conoces no implica un peligro directo, pero sí requiere criterio, información y prevención. Es justo aquí donde entra el papel de los adultos: no para prohibir, sino para enseñar a detectar señales de alarma y tomar decisiones seguras.

También llama la atención que la clase esté prácticamente dividida en dos mitades: mientras algunos creen que los móviles no hacen más que obedecer órdenes, otros están convencidos de que estos dispositivos “vigilan” todo lo que hacen. Una sospecha cada vez más común, sobre todo cuando las redes sociales parecen saber siempre lo que te interesa antes incluso de que lo busques. Que niños de 12 o 13 años tengan esta percepción crítica sobre los dispositivos y la tecnología es una señal de que están empezando a entender el funcionamiento de los algoritmos, la publicidad dirigida y la huella digital, y eso es una oportunidad de oro para trabajar la educación digital desde edades tempranas.

¿Qué hacen en el móvil?

No hay sorpresas: redes sociales y juegos son las principales actividades. El móvil no es solo una herramienta de comunicación, sino de entretenimiento y socialización. Y aunque muchos padres piensan que “solo ven tonterías”, la realidad es más rica.

En TikTok, por ejemplo, consumen humor, música, coreografías, pero también consejos, tutoriales o noticias. Los contenidos que ven no son todos iguales, y varían según lo que el algoritmo les muestra y ellos eligen seguir. Esto refuerza la idea de que no basta con limitar el tiempo de pantalla, hace falta hablar sobre el contenido de ese tiempo.

Asimismo, una de las respuestas más claras del trabajo fue que los anuncios en el móviles no les parecen útiles. Siendo una generación hiperconectada, los jóvenes encuestados muestran un cierto rechazo generalizado a la publicidad digital.

Es necesario enseñar a los niños a usar la tecnología de manera responsable, crítica y segura, en lugar de simplemente restringir su acceso. Esto incluye hablar sobre la privacidad, el ciberacoso y el contenido apropiado. / Fuente: Gemini

¿Quién pone las normas en casa?

El informe realizado también refleja cómo se posicionan las familias frente al uso del móvil en casa. Algunos adolescentes sienten que pueden hacer lo que quieran sin límites, otros, en cambio, perciben que sus padres están pendientes, acompañando de forma activa. También hay quienes afirman que, directamente, en su casa no se habla del tema.

Aquí conviven distintos estilos educativos: Desde el más permisivo hasta el ausente, pasando por quienes buscan implicarse sin invadir. Lo ideal, apuntan muchos expertos, sería un acompañamiento cercano pero respetuoso, donde haya confianza. Es decir, un acompañamiento activo, pero sin necesidad de vigilancia constante y con interés real en lo que hacen y sienten sus hijos.

Acordar horarios específicos para el uso del móvil y cumplirlos. Se pueden usar aplicaciones de control parental para ayudar a gestionar esto. / Fuente: Gemini

¿Qué nos dice todo esto sobre los jóvenes de hoy?

No se sienten perdidos en la tecnología. Al contrario, son conscientes, pero en ocasiones tienen dudas. Saben que las redes sociales les atraen, pero también que pueden ser una distracción o pérdida de tiempo.


Después de analizar los datos para su trabajo de matemáticas, los alumnos de 1º de ESO llegaron a la conclusión de que “no es que los móviles nos controlen, pero sí es verdad que les dedicamos más tiempo del que deberíamos”. También reconocen que, bien usados, pueden ser una herramienta valiosa y confiesan que “gracias a ellos estamos mucho más informados y este trabajo no lo hubiéramos podido hacer sin el móvil”. Una conclusión realista, pero que deja ver algo importante: más allá de los riesgos o los excesos, el móvil también puede ser una puerta al aprendizaje, siempre que sepamos cuándo cerrar esa puerta un rato.

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