Un niño que vende verduras en un mercado de Delhi calcula mentalmente el precio de varios productos, aplica descuentos, suma, resta y da el cambio sin usar papel ni calculadora. Pero ese mismo niño, al enfrentarse a un problema de división en clase, falla. ¿Es que no sabe matemáticas? Un estudio explica por qué las matemáticas escolares con conectan necesariamente con el entorno real que viven los niños y niñas.
Una nueva investigación publicada en Nature desmonta uno de los supuestos más extendidos sobre el aprendizaje: que si un niño o niña sabe hacer algo en la vida diaria, sabrá hacerlo en el colegio. Y al revés. El estudio, realizado con más de 2.000 menores de la India, demuestra que los conocimientos matemáticos adquiridos en contextos reales no se transfieren fácilmente al aula. Ni viceversa.
Cabe señalar que este estudio no se podría haber aplicado en España, donde la legislación no permite a los niños y niñas pequeños trabajar. La edad mínima en nuestro país es de 16 años para poder trabajar de forma legal.
Dicho esto, el contexto de la India sí permite comparar la aplicación de las matemáticas en contextos reales durante la infancia y cómo esos mismos niños y niñas se comportan ante las matemáticas escolares.
Las conclusiones del estudio son claras: la educación está fallando, en líneas generales —habría que aplicar un estudio en el contexto español para poder concluir si también ocurre aquí lo mismo que en la India— en conectar lo que enseña con lo que los niños y niñas ya saben. Y eso tiene consecuencias no solo para el rendimiento académico, sino también para la motivación, la autoestima y el acceso a oportunidades futuras.

La diferencia entre matemáticas en la vida real y en el colegio
El artículo, que ha sido firmado por investigadores de MIT, Harvard, NYU y otras instituciones, analizó el rendimiento de niños y niñas que trabajan en mercados de Kolkata y Delhi (n=1.436) y lo comparó con niños escolarizados sin experiencia laboral (n=471).
Los menores que trabajaban demostraron una gran habilidad para resolver problemas de cálculo mental en su entorno laboral: acertaban el precio total de productos y devolvían el cambio con gran precisión, incluso con cantidades no redondas. Sin embargo, cuando se les presentaban problemas escolares en formato abstracto, como los del test oficial ASER (restas con llevadas o divisiones sencillas), su rendimiento caía drásticamente. Solo el 32% resolvía correctamente una división escrita, frente al 85%-98% que acertaba en las operaciones del mercado.

Por el contrario, los niños y niñas escolarizados sin experiencia en mercados resolvían mejor los ejercicios abstractos, pero apenas un 1% era capaz de dar el precio correcto en una simulación de mercado con dos productos. Además, dependían fuertemente del papel y el lápiz, y usaban estrategias poco eficaces como sumas repetidas para resolver multiplicaciones.
El estudio descarta que estos resultados se deban a factores como el estrés, la falta de incentivos o el acceso a ayudas. Incluso con pistas o contextos adaptados, los niños y niñas no lograban transferir las habilidades de un ámbito al otro.

El aprendizaje de las matemáticas debe acercarse al mundo real
La principal conclusión del estudio es clara: aprender matemáticas en contextos reales no garantiza el aprendizaje de matemáticas escolares, y aprender matemáticas en el aula no prepara a los niños y niñas saber aplicarlas en la vida diaria.
Esta desconexión tiene implicaciones profundas. Muchos niños y niños parecen "malos en matemáticas" simplemente porque no logran entender cómo lo que aprenden en clase se relaciona con su experiencia cotidiana. Esto puede afectar su motivación, generar frustración e incluso abandono escolar.
Desde el punto de vista de la crianza y la educación, este estudio invita a replantear los métodos pedagógicos. Los autores señalan que se necesita un puente entre la comprensión intuitiva de los niños y niñas y la formalización académica. Iniciativas que combinan actividades significativas con la introducción progresiva de símbolos matemáticos pueden ser la clave.

El estudio recuerda la importancia de enfoques prácticos y lúdicos para el aprendizaje de las matemáticas en la escuela, como el del aprendizaje basado en proyectos o el uso de materiales manipulativos.
Además, para las familias, esta investigación puede ser una llamada a la acción: valorar más lo que los niños y niñas saben hacer fuera del colegio, y apoyar formas de enseñanza que partan de su realidad y fomenten su curiosidad y motivación. Y, por ende, su aprendizaje. Quizás tu hijo o hija no suspende porque no sabe, sino porque la escuela no le está hablando en su lenguaje.
Referencias
- Abhijit V. Banerjee, Swati Bhattacharjee, Raghabendra Chattopadhyay, Esther Duflo, Alejandro J. Ganimian, Kailash Rajah, Elizabeth S. Spelke. Children’s arithmetic skills do not transfer between applied and academic mathematics. Nature, 2025. DOI: 10.1038/s41586-024-08502-w