El número de parejas con un solo hijo aumenta año tras año y según el Instituto Nacional de Estadística, tres de cada diez niños crece sin hermanos en España.
Aunque la principal causa de esta tendencia está relacionada con el retraso de la edad de maternidad, sobre los padres de estos niños siguen pesando las opiniones de algunas personas de su entorno que los tildan de egoístas por privar a estos niños de crecer sin hermanos y sin los beneficios que, según ellos, aporta el crecer parejo con los de la misma sangre.
Además, sobre los hijos únicos se siguen manteniendo otros estigmas y creencias generalizadas como que son más egoístas, narcisistas, solitarios, introvertidos o que tienen trastornos de conducta o problemas de comportamiento.
Sin embargo, numerosos estudios e investigaciones llevados a cabo sobre los hijos únicos están desmintiendo uno a uno estos mitos.
Respecto a la cuestión de si es mejor tener hermanos que no tenerlos, la ciencia ha determinado que no tiene por qué ser mejor ni una cosa ni otra. A esta conclusión llegaron numerosas investigaciones realizadas sobre el tema como, por ejemplo, el informe alemán “El final de un estereotipo” o el estudio estadounidense “Are only children missing out?”.

Los investigadores coinciden a la hora de señalar que las diferencias más notables entre hijos únicos e hijos que tienen hermanos destacan en tres características fundamentales: creatividad e inteligencia (donde los hijos únicos están por encima) y personalidad (donde sobresalen los hijos múltiples).
Los estudios, en contra de las etiquetas negativas con las que suelen relacionarse a los hijos únicos, determinan que éstos obtienen mejores resultados en los test de inteligencia, flexibilidad, carácter y relaciones con los padres que los niños que crecen junto a varios hermanos.
Sin embargo, los científicos matizan que hay que tener también en cuenta el contexto en el que crecen cada uno de los niños y cómo se desarrollan, pues esto genera una mayor influencia que si tienen o no hermanos.
Otras investigaciones también señalan las diferencias que existen entre hermanos según su orden de nacimiento y afirman que hay rasgos de personalidad comunes entre hijos mayores, medianos y pequeños. Pero apuntan que esto no depende de los niños, sino de cómo su lugar en la familia influye en la educación, atención y recursos que les dedican sus padres.
Respecto a los que son únicos, hay investigaciones que han determinado que al disponer de mayor tiempo en exclusiva por parte de los padres y de todos los recursos económicos de la familia, los hijos únicos cursan más años de formación académica y después, ocupan los mejores puestos laborales, seguidos de los que son hermanos mayores.
Es decir, es el contexto socio educativo y los recursos y atención que se destina a cada niño, sea único o no lo sea, lo que sí va a contribuir a modular su personalidad y desarrollo. Las etiquetas, mitos y estereotipos son sólo visiones subjetivas sin ningún peso científico.
“Conviene liberar a los hijos únicos de la pesada carga que representan ese tipo de descripciones injustas para que no crezcan interiorizando esos pensamientos”, sostienen los expertos.
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