Los niños que trepan árboles y se embarran desarrollan más habilidades que los que memorizan, según un estudio

La ciencia y los expertos en crianza lo han advertido en innumerables ocasiones: hasta los 6 años no hay mejor extraescolar que el parque. Más árboles, más barro, más espacio donde jugar libre es igual a más libertad y, en consecuencia, mayor desarrollo de las habilidades físicas y sociales.
El estudio identificó tres grandes beneficios del juego en entornos naturales, aplicables desde los primeros años de vida
El estudio identificó tres grandes beneficios del juego en entornos naturales, aplicables desde los primeros años de vida (Midjourney - RG) - El estudio identificó tres grandes beneficios del juego en entornos naturales, aplicables desde los primeros años de vida

Hay poca duda a estas alturas de los beneficios del juego libre al aire libre en la infancia. Si a tu hijo o hija le cuesta concentrarse, se frustra con facilidad o parece tener menos ganas de salir a jugar que antes, quizá no necesite más actividades… sino menos. La ciencia y los expertos en crianza lo han advertido en innumerables ocasiones: hasta los 6 años no hay mejor extraescolar que el parque. Más árboles, más barro, más espacio donde jugar libre es igual a más libertad y, en consecuencia, mayor desarrollo de las habilidades físicas y sociales.

Como decíamos, son muchas las investigaciones que apuntan beneficios de jugar de forma no reglada —los niños que han jugado más con amigos durante sus primeros años de vida tienen más salud— en el parque, al aire libre. Pero la ciencia sigue profundizando en esta cuestión, entre otros motivos, porque el sedentarismo es preocupante también entre la población infantil.

En un mundo donde los niños y niñas viven cada vez más tiempo entre paredes —de casa, del aula, del coche—, no es raro que el juego al aire libre se haya convertido en una rareza. Las extraescolares, las pantallas o incluso el miedo al “riesgo” han colonizado lo que antes era territorio de aventuras, de ensuciarse, de correr sin reloj. Sin embargo, lo que necesitan los niños y niñas pequeños es justo lo contrario: que sus padres les regalen horas de juego libre en la calle

Uno de los primeros estudios que así lo concluyó fue desarrollado por dos investigadoras portuguesas que se preguntaron si lo que necesitan los niños y niñas es jugar mejor por encima de aprender más. Si trepar un árbol, por ejemplo, les prepara para la vida más que aprender los planetas de memoria. o ver más tiempo la tele.

Niñas jugando al aire libre
El consenso científico es amplio: es esencial que los padres y madres comprendan que jugar fuera no es perder tiempo, sino que es una inversión en salud, autonomía y aprendizaje de verdad (Midjourney-RG)

Mejor embarrarse que pasar horas memorizando en la infancia

Las investigadoras lusas que desarrollaron el proyecto educativo con niños y niñas de entre 15 y 36 meses, Gabriela Bento (Universidad de Aveiro) y Gisela Dias (Creche ANIP, Coimbra), publicaron en la revista Porto Biomedical Journal un estudio observacional sobre los beneficios del juego al aire libre en la primera infancia. 

El proyecto se desarrolló durante tres años en un centro educativo rural de Portugal, con niños y niñas de hasta 3 años. Aunque el espacio exterior era amplio y rico en estímulos naturales, apenas se usaba por miedo a accidentes o a que los niños se enfermaran. El objetivo era revertir esta dinámica mediante formación a educadoras, trabajo en equipo, observación directa y diálogo con las familias.

Los niños y niñas comenzaron a pasar más tiempo al aire libre, con libertad para interactuar con el entorno, trepar, explorar el suelo, la lluvia, las hojas o los insectos. Y lo que sucedió, cambió no solo la forma de jugar, sino su forma de aprender.

Un estudio en Portugal defiende el valor educativo del juego libre al aire libre en la primera infancia
Un estudio defiende el valor educativo del juego libre al aire libre en la primera infancia (Midjourney - RG)

El estudio identificó tres grandes beneficios del juego en entornos naturales, aplicables desde los primeros años de vida:

Creatividad y desarrollo cognitivo

Palos que son espadas, hojas que se convierten en barcos, charcos que invitan a experimentar... La naturaleza no ofrece instrucciones. Y eso, dicen las autoras, potencia la imaginación, el pensamiento divergente y la capacidad de resolución de problemas.

Las propias investigadoras lo destacaron así en el estudio: “Los elementos naturales son materiales abiertos que responden a la imaginación y las necesidades del niño”. Frente al juguete con botón y resultado fijo, el entorno natural desafía a pensar, probar, equivocarse, crear.

Confianza y autorregulación

Trepar, saltar, deslizarse... ¿Y si se cae? Tal vez se levante con un nuevo aprendizaje: hasta dónde llega su fuerza, cómo medir el riesgo.

La cultura del “todo seguro” —denuncian las investigadoras apoyándose en estudios previos como el de Tim Gill— priva a los niños de desarrollar autonomía. El riesgo, bien acompañado, no es peligro: es una escuela de habilidades sociales, autocontrol y resiliencia. Lo dicen en relación al auge de esa crianza en la que se mantiene a los hijos en una burbuja, en una urna de cristal.

En este sentido, una de las claves del proyecto fue el trabajo con las familias. Los miedos al frío, al barro o a que “no aprenden nada fuera” son comprensibles. Pero la experiencia demostró que explicar, implicar y mostrar resultados reales (niños más tranquilos, creativos y sanos) ayudó a cambiar las percepciones.

El juego libre y supervisado al aire libre permite a los niños y niñas fallar y volver a intentar, una base esencial para su autoestima y capacidad de afrontar retos futuros.

Salud física y emocional

La exposición a elementos como el barro, el césped o el aire fresco mejora el sistema inmunológico, reduce infecciones respiratorias y favorece un descanso más reparador.

También, como recoge la OMS, es una forma eficaz de combatir el sedentarismo infantil y prevenir obesidad. En Portugal, país del estudio, un 32% de los niños de 11 años tienen sobrepeso; en España, la cifra ronda el 40%.

En este sentido, otros estudios refuerzan que el tiempo en entornos verdes reduce los niveles de ansiedad infantil, mejora el estado de ánimo y aumenta la atención. Además, a más juego al aire libre en la infancia, menos posibilidad de tener obesidad de adulto.

Niños embarrados
El juego libre y supervisado al aire libre permite a los niños y niñas fallar y volver a intentar, una base esencial para su autoestima y capacidad de afrontar retos futuros (Midjourney - RG)

En definitiva, el consenso científico es amplio: es esencial que los padres y madres comprendan que jugar fuera no es perder tiempo, sino que es una inversión en salud, autonomía y aprendizaje de verdad. Que el parque es la mejor actividad extraescolar en la primera infancia.

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