El hábito de observar y estar en contacto con la naturaleza y su impacto en la salud en general, y en el de la infancia en particular, es una cuestión de interés a nivel social y científico. La conexión con la naturaleza siempre ha sido vista como un factor positivo para el bienestar humano. Que levante la mano quien no haya recurrido a la naturaleza —mar, montaña, campo…— en algún momento de su vida para buscar la paz y el equilibrio emocional que necesita, y que no se haya sentido mejor de alguna dolencia en ese contexto. Pero, a nivel científico, no se puede dar por hecho nada exclusivamente por sensaciones. Ahora, un reciente estudio publicado en Nature Communications, ha analizado cómo los observar y entrar en contacto con los entornos naturales pueden reducir el estrés, mejorar el estado de ánimo y aliviar el dolor en diferentes grupos de edad, incluyendo niños y adolescentes. Lo que era una percepción ya es una certeza.
El estudio, realizado con una muestra de más de 3.000 participantes, ha utilizado diversas metodologías para medir los efectos de la naturaleza en la regulación del estrés y la percepción del dolor. A través de observaciones clínicas y autoinformes, los investigadores han comprobado cómo la exposición a espacios verdes, el contacto con paisajes naturales y la interacción con entornos al aire libre influyen en la respuesta fisiológica y emocional de las personas. Basta con observar la naturaleza para que el impacto positivo se note.
Sus conclusiones, que detallamos a continuación, tienen una aplicación global, no están acotadas por etapas vitales, pero eso no quita para que el estudio sea la prueba definitiva del impacto que la naturaleza puede tener en el bienestar físico y emocional de los niños, niñas y adolescentes. Es más: también es la demostración de lo bien que puede ir a los padres y madres inmersos en la crianza de los hijos la conexión con la naturaleza.

La complejidad del dolor y cómo la naturaleza puede ayudar a gestionar este proceso
Explica Max Steininger, director del estudio y estudiante de doctorado de la Universidad de Viena, que "el procesamiento del dolor es un fenómeno complejo". Se refiere a él como “un rompecabezas compuesto por diferentes piezas que se procesan de forma distinta en el cerebro”, Algunas de estas piezas responden a nivel emocional y otras lo hacen en un contexto físico.
Y en este complejo proceso del dolor en el que, según el estudio, la exposición a la naturaleza y a su observación directa tiene un gran impacto potencial en términos positivos. “A diferencia de los placebos, que suelen modificar nuestra respuesta emocional al dolor, observar la naturaleza modificó la forma en que el cerebro procesa las señales sensoriales primarias del dolor”, dice Steininger. “Por lo tanto, el efecto parece estar menos influenciado por las expectativas de los participantes y más por los cambios en las señales de dolor subyacentes”, agrega el responsable del estudio.

Los beneficios a los que llega en sus conclusiones el estudio de la naturaleza en el proceso del dolor se pueden extrapolar y aislar para el caso concreto de la infancia. Estos son los más destacados:
- Reducción de los niveles de cortisol: los niños que pasaban más tiempo en espacios verdes presentaban menores niveles de esta hormona del estrés en comparación con aquellos que tenían menos contacto con la naturaleza.
- Mejora en la calidad del sueño: se observó que la exposición regular a entornos naturales favorecía ciclos de sueño más regulares y reparadores.
- Mayor capacidad de concentración: los niños que realizaban actividades al aire libre mostraban mejores resultados en pruebas de atención y memoria en comparación con aquellos que pasaban la mayor parte del tiempo en espacios cerrados.
- Disminución de la percepción del dolor: en los grupos de estudio, los niños que pasaban más tiempo en contacto con la naturaleza reportaban una mayor tolerancia al dolor, lo que sugiere que los estímulos naturales pueden actuar como un modulador sensorial.
Para los padres y madres, estos hallazgos refuerzan la importancia de fomentar el contacto de los niños con la naturaleza desde edades tempranas. Las conclusiones de este estudio refuerzan la idea de que la naturaleza no solo es un escenario de juego, sino un factor clave para la salud infantil. Desde la reducción del estrés hasta la mejora de la concentración y el bienestar emocional, el contacto con entornos naturales puede marcar una diferencia en la vida de los niños. Ahora ya lo sabes científicamente: tus hijos necesitan estar en contacto con la naturaleza.

Incorporar la naturaleza en la crianza: hábitos recomendados
Si bien el estudio se centra en los efectos generales de la naturaleza en la salud, sus conclusiones pueden aplicarse fácilmente al ámbito de la crianza, como decíamos. Y sabiendo del impacto potencial que tiene entrar en contacto con la naturaleza y potenciar su observación en la salud emocional y física de los niños y niñas, los padres y madres lo tienen bastante fácil para facilitar este hábito a sus peques.
Hacerlo no requiere grandes cambios: pequeños hábitos diarios como salir a pasear, jugar en un parque o permitir que los niños exploren el entorno, pueden generar beneficios significativos.

Algunas recomendaciones y hábitos que se pueden fomentar en la infancia basadas en estos hallazgos incluyen estos ejemplos:
- Fomentar el juego al aire libre: permitir que los niños pasen tiempo en parques, jardines o zonas naturales mejora su bienestar emocional y físico.
- Incluir paseos en la rutina familiar: caminar en entornos naturales, como bosques o playas, reduce el estrés y fortalece la relación entre padres e hijos.
- Incorporar elementos de la naturaleza en el hogar: plantas, espacios verdes y materiales naturales pueden replicar algunos de los beneficios de los entornos exteriores.
- Promover actividades en contacto con la naturaleza: deportes al aire libre, excursiones y exploraciones en el entorno natural pueden potenciar la creatividad y la autonomía infantil.
Referencias
- Steininger, M. O., White, M. P., Lengersdorff, L., Zhang, L., Smalley, A. J., Kühn, S., & Lamm, C. (2025). Nature exposure induces analgesic effects by acting on nociception-related neural processing. Nature Communications, 16, Article number: 2037. https://doi.org/10.1038/s41467-025-56870-2.