Las rabietas forman parte del desarrollo infantil y, aunque pueden ser agotadoras para los padres, cumplen una función esencial en la maduración emocional de los niños. A través de ellas, aprenden a gestionar la frustración, a expresar sus emociones y, poco a poco, a desarrollar herramientas para canalizar sus sentimientos de manera más adecuada. Sin embargo, aunque las rabietas sean normales, eso no significa que no podamos hacer nada para prevenirlas o reducir su intensidad en la medida de lo posible. Y para lograrlo, el neuropsicólogo Álvaro Bilbao comparte un hábito muy eficaz que, además, es bastante desconocido por las familias.
Muchos padres intentan calmar las rabietas con razonamientos, distracciones o, en el peor de los casos, con castigos o gritos. Esto último puede ser inevitable según las circunstancias: si gritas a tu hijo, estos son los hábitos recomendados por la disciplina positiva para gestionarlo. La neurociencia ha demostrado que el cerebro infantil responde mejor a la conexión y la comprensión antes que a la imposición, de manera que pequeños cambios en nuestra forma de actuar pueden marcar una gran diferencia en la forma en que los niños y niñas procesan sus emociones y reaccionan ante situaciones frustrantes.
El popular neuropsicólogo Álvaro Bilbao lo explica: “No hay nada malo en que los niños experimenten rabietas. Son normales, gracias a ellas su cerebro aprende a gestionar la frustración, pero recuerda que pequeños cambios en nuestra forma de actuar pueden tener un impacto muy grande en su forma de sentir”, asegura en una de sus últimas publicaciones divulgativas.
En dicha información, Álvaro Bilbao ofrece, siguiendo el estilo de su hábito de crianza 30-1 y con estos consejos para lidiar inteligentemente con las rabietas, estrategias eficaces para prevenir las rabietas desde la empatía y la conexión emocional. Te las vamos a transmitir todas en estas líneas, pero primero destacamos un hábito sencillo pero muy potente, muy eficaz, a la hora de prevenir una rabieta.

El hábito de Álvaro Bilbao para minimizar las rabietas
Álvaro Bilbao recomienda a las familias poner en práctica un consejo, un hábito, que consiste en “60 segundos de conexión antes de pedir un cambio”, tal y como él mismo lo describe.
Uno de los errores más comunes que cometemos como padres es dar órdenes de forma abrupta, interrumpiendo la actividad del niño sin ningún tipo de preparación. Esto genera resistencia y, en muchos casos, desata una rabieta. Álvaro Bilbao propone un enfoque diferente: dedicar un minuto de conexión entre padres e hijos antes de pedir un cambio.
Lo explica con un ejemplo concreto: cuando llega la hora de apagar la televisión. En lugar de decir: “Venga, vamos a apagar los dibujos ya”, Álvaro Bilbao recomienda probar con: “Cariño, ¿qué estás viendo? [respuesta de tu peque] ¿Y cuál es tu personaje favorito?”. Después de que el niño o niña responda y se sienta escuchado, cuando ya hayas conectado con él o ella, continúa con el final del consejo. Dile algo así: “La verdad es que son muy divertidos. Ahora, cuando acabe, nos vamos a bañar”, recomienda el neuropsicólogo.
Este pequeño ajuste permite que el niño no sienta que se le está arrebatando algo de golpe, sino que forma parte de la decisión. “Si conectas con sus intereses, ellos podrán conectar con los tuyos”, apostilla Álvaro Bilbao.

Otros tres hábitos eficaces para evitar rabietas
Aparte de la conexión antes del cambio durante un tiempo aproximado de un minuto, hay otros hábitos que pueden marcar la diferencia en la prevención y minimización de las rabietas. Álvaro Bilbao comparte hasta tres estrategias clave que probablemente no conozcas:
Dale un poquito de poder si puede ser
Los niños, especialmente en la primera infancia, necesitan sentir que tienen cierto control sobre su entorno. “Devuélvele algo de control. Muchas rabietas ocurren por una sensación de falta de control”, aconseja el neuropsicólogo.
Para hacerlo, Álvaro Bilbao recomienda probar lo siguiente. En lugar de decir: “Tienes que bajarte del columpio, es hora de ir a casa”, prueba con: “Cariño, vamos a irnos a casa, pero puedes elegir entre tirarte dos veces por el tobogán o seguir un poquito más en el columpio”.
Haz una pausa en las transiciones
Los cambios bruscos y las prisas generan rechazo en los niños pequeños. “A los niños y niñas entre los 2 y los 4 años no les gustan ni las prisas ni la presión”, dice Álvaro Bilbao.
Las transiciones entre una actividad y otra pueden ser difíciles si no se les da el tiempo suficiente para procesarlas. Por eso, el experto en el cerebro de los niños recomienda cambiar la forma de dirigirnos a ellos y ellas en determinados contextos cotidianos.
Para explicarlo pone el ejemplo del momento en el que hay que salir de casa y dejar de jugar. En lugar de decir: “Deja los juguetes y ponte los zapatos, que nos vamos”, prueba con: “Cariño, ven un segundo a la cocina a beber un vaso de agua y comer un trocito de fruta. Después nos ponemos los zapatos para ir a casa de los abuelos”.
Este pequeño impás entre una tarea y otra permite que el niño o niña se adapte mejor al cambio sin sentirse presionado.
Conecta con su ilusión
Cuando un niño o niña pide algo que no puede tener en ese momento, su primera reacción puede ser la frustración. Y esta, a su vez, puede derivar en una rabieta. En lugar de negarlo directamente, una buena estrategia es compartir su entusiasmo y ofrecer una alternativa para el futuro.
Si pide un dulce antes de cenar, por ejemplo, en vez de decir: “No puedes comértelo ahora”, prueba con: “Eso tiene muy buena pinta, vamos a guardarlo para después de cenar”.
Álvaro Bilbao pone otro ejemplo más. Si quiere un juguete en una tienda, en vez de decir: “No, no lo vamos a comprar”, intenta con: “Cuéntame qué te gusta de ese juguete y pensamos cuándo podemos comprarlo o pedirlo”.
“Si compartes su entusiasmo, ellos se sentirán comprendidos y te comprenderán mejor a ti”, concluye Álvaro Bilbao.