La llegada del primer hijo es un momento de alegría y emoción para muchas parejas, pero también puede desencadenar una crisis silenciosa que pocos se atreven a mencionar. Este fenómeno, que afecta a numerosas relaciones de pareja, suele quedar oculto bajo la felicidad arrolladora de la nueva paternidad. Sin embargo, es crucial abordarlo para comprender y superar los desafíos que surgen en esta etapa vital.
La psicóloga perinatal y terapeuta de pareja Iliana París afirma a este respecto que "es uno de los secretos mejor guardados. Cada vez se habla más de diferentes maternidades, de partos, de pospartos, de crianzas... pero no de la pareja y de lo que ocurre con ella cuando llega un bebé". Esta realidad, en la que se viven nuevas dificultades en la relación de pareja después de tener hijos, es a menudo ignorada, aunque afecta a la mayoría de las parejas que se convierten en padres por primera vez.
Arthur C. Brooks, científico de Harvard y experto en felicidad, ofrece una perspectiva interesante sobre cómo evoluciona el amor en las parejas a largo plazo. Según Brooks "los matrimonios más felices son los que se caracterizan por lo que llamamos 'amor de compañía', no 'amor apasionado'". Un cambio que en muchos casos empieza a apreciarse con la llegada del primer bebé a la vida del matrimonio o la pareja.
Isita Díaz, conocida por sus vídeos de humor en Instagram, señala un problema importante a este respecto y es que según ella "lo único que venden las redes y la televisión son familias felices sin problemas... y llega un momento en que te sientes un bicho raro".
Esta percepción distorsionada puede hacer que las parejas se sientan aisladas en sus dificultades pensando que es algo que solo les está pasando a ellos y quizás incluso pensando que es porque ellos y solo ellos están haciendo algo mal, del modo equivocado. Visibilizar esta crisis común puede ayudar a normalizar las experiencias de los nuevos padres y madres, reduciendo la presión y el sentimiento de fracaso que muchos experimentan con la llegada de un bebé a sus vidas por primera vez.

El secreto mejor guardado de la paternidad
El inicio de una relación está marcado por lo que Brooks denomina "amor apasionado", una etapa de euforia comparable a una adicción. Sin embargo, esta fase es temporal y su disminución no significa el fin del amor, sino su transformación en algo más profundo y duradero.
Brooks describe el "amor de compañía" como aquel que permite sentirse seguro en la relación, la imagen que él utiliza para describirlo dice que "es con quien ves la tele todas las noches". Este tipo de amor se basa en la certeza de que la pareja no es solo un amante, sino también un mejor amigo, alguien leal, en quien se puede confiar y con quien se pueden compartir momentos y experiencias del día a día.
La llegada de un bebé no solo cambia la dinámica de la pareja, sino también la percepción que cada uno tiene de sí mismo y del otro como padres. Paola Roig, psicóloga perinatal, explica que "cuando tenemos un niño nos enfrentamos a las expectativas que teníamos sobre cómo seríamos como progenitores. Empieza la tarea de redescubrirnos, de modificar lo que ya no sirve y de crear nuevas estructuras que puedan sostenernos en este momento vital".
Los tres primeros años de vida de un niño suelen debilitar el vínculo de la pareja. Iliana París explica que esto se debe a varios factores entre los que ella destaca:
- La pérdida de ocio y espacio personal.
- La falta de tiempo para la comunicación.
- La privación de sueño, que convierte a los padres en personas más irascibles.
A esto se suma el tema de la corresponsabilidad, porque "habitualmente las mujeres llevan la carga mental, antes y después de la maternidad, y esto genera mucha fricción. Tanta que en muchas ocasiones afecta al deseo y la atracción", señala París.

Adaptación al entorno
Reconocer que esta etapa es temporal y que forma parte del proceso de crecimiento como familia puede ayudar a las parejas a atravesarla con mayor serenidad aunque es cierto que el choque entre las expectativas y la realidad puede generar tensiones en la pareja, especialmente cuando uno de los miembros siente que el otro ha cambiado demasiado o no cumple con lo que se esperaba de él o ella como padre o madre.
La llegada del primer hijo puede poner a prueba incluso a las parejas más sólidas, pero existen estrategias para superar esta etapa y fortalecer la relación:
- Comunicación abierta y honesta. La psicóloga Iliana París recomienda "trabajar la comunicación y no arrastrar reproches que terminan enquistándose". Es fundamental expresar los sentimientos y preocupaciones de manera abierta y sin juicios, exponerlos de forma tranquila sin caer en los reproches y tratar de entender lo que nos están diciendo sobre lo que estamos viviendo.
- Aceptar el cambio. Laia Casadevall, matrona y divulgadora, tiene claro que "el principal error es obcecarse en querer ser los de antes de ser padres, porque eso es imposible". A partir de la llegada del primer bebé a la vida de la pareja hay que aceptar que la relación y las prioridades cambian es un paso crucial para adaptarse a la nueva realidad.
- Cultivar la amistad en la pareja. Siguiendo el consejo de Brooks, es importante cultivar la amistad dentro de la relación. Esto implica apoyarse mutuamente, disfrutar de la compañía del otro en lo cotidiano y enfrentar los problemas como un equipo para llevarlos a buen término entre los dos y no creerse en bandos distintos porque eso no hace sino agravar el problema.
- Buscar apoyo externo. No hay que subestimar la importancia de buscar ayuda profesional si es necesario, hay numerosos terapeutas de pareja y psicólogos perinatales que pueden ofrecer herramientas valiosas para recorrer esta etapa.
- Priorizar el tiempo en pareja. Aunque puede ser difícil con un recién nacido, es vital encontrar momentos para conectar como pareja, sin el rol de padres. Igual que es vital encontrar tiempos, aunque sean breves paréntesis, para uno mismo de forma más individual porque eso también repercute positivamente en la propia pareja.
La crisis de pareja tras la llegada del primer hijo es un fenómeno común pero superable. Requiere paciencia, comprensión mutua y un esfuerzo consciente por parte de ambos miembros de la pareja. Como señala Casadevall, "si la pareja estaba consolidada antes de tener un hijo y hay amor, todo acaba volviendo a su cauce".

TAMBIÉN PUEDES LEER:
- Técnica HOPE y 30 profesionales: la historia detrás del primer trasplante pediátrico simultáneo de corazón e hígado en Vall d’Hebron.
- Juegos en familia: la clave para fortalecer la autoestima de los niños y crear vínculos duraderos con ellos.
- Más allá del instinto: el vínculo mágico entre los bebés y sus padres, tal y como lo cuenta la pediatra Lucía Galán.