Diez claves para que tus hijos aprendan a ser perseverantes

Si les enseñas a ser perseverantes, no sólo les ayudas a lograr sus metas, sino también y sobre todo, a ser más felices. Descubre cómo puedes hacerlo con las claves que aconseja una experta.
niño tocando instrumento musical

Dice la educadora y experta en desarrollo personal para mujeres y niños, Gabriela García González que el interés con pasión, la práctica, el propósito y el sentido de la vida son factores esenciales en el crecimiento de los niños y a todos ellos contribuye la perseverancia.

“Si nuestros hijos desarrollan una actitud perseverante, no sólo van a tener fuerza para alcanzar sus metas, sino que, sobre todo, este comportamiento les permitirá ser mas felices”, apunta García González en un artículo publicado en una revista online.

Sin embargo, en la actualidad donde prima la inmediatez y las gratificaciones instantáneas, no es fácil inculcar una habilidad para la que se  requiere paciencia y esfuerzo en aras de alcanzar objetivos a largo plazo.

Para ayudarte a potenciar el hábito de la perseverancia en tus hijos, esta experta que también es autora de libros como “La mejor coach para tus hijos, ¡eres tú!” o “Diario emocional para niños. Desarrolla la habilidad de la resilencia” recomienda a padres y madres que practiquen las siguientes pautas con sus hijos.

Diez claves para que tus hijos aprendan a ser perseverantes

Explícale a tu hijo qué es la perseverancia y por qué es importante: El primer paso para tener un hijo perseverante es que entienda qué es la perseverancia y para qué sirve: “Explícale que para alcanzar sus objetivos es necesario que comprenda y asuma el valor de la perseverancia” , aconseja García. En este sentido, puede ayudar que le cuentes historias tuyas personales de superación y de alguna figura de referencia que admire.

Enséñale las lecciones que da el fracaso: “Es importante también que aprenda a ser resistente a la frustración y al fracaso para que consigan volverlos en su favor”, apunta la educadora.

El valor y el sentido de la vida está en la pasión y la voluntad decidida de lograr objetivos a largo plazo a pesar de las incomodidades que surjan: Esto incluye trabajar duramente, solucionar los problemas que aparezcan en el camino y volver a intentarlo ante el posible ‘fracaso’; a esto último se le llama aprendizaje. No solo sirve para descubrir los talentos escondidos, sino también es la apertura hacia una vida más feliz. Aunque no es nada fácil en el mundo instantáneo de hoy.

Valora su esfuerzo: Reconócele a tu hijo cuando se esfuerce en algo, independientemente del resultado. Alégrate cuando no se rinda.

Acepta que tu hijo a veces se resista y eso no significa que no sea persistente: Si tu hijo tiene el valor de sus convicciones, entonces quiere lo que quiere y no está necesariamente abierto a alternativas. No pasa nada. A medida que crezca, ganará flexibilidad. Eso sí, espera más rabietas de lo habitual cuando sea pequeño.

Enseña a tu hijo a ser responsable: Las responsabilidades vienen de la mano de la perseverancia, sin ellas los niños no tendrían nada por qué esforzarse. Dale algo que le obligue a buscar soluciones, a intentar alcanzar un objetivo. Siempre buscando actividades acordes a su edad y desarrollo.

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Ayúdalo… pero no hagas todo por él: Los niños necesitan tiempo para hacer sus propios intentos, para equivocarse y seguir probando. Puedes darle una mano, pero ¡no hagas las cosas por él! De esta manera, le enseñarás también que pedir ayuda es bueno y muchas veces necesario para conseguir un objetivo.

Permite que experimente una frustración manejable: Aprender de los desafíos y los fracasos es clave para que los niños establezcan la conexión entre perseverancia y logro. Solo cuando experimentamos la frustración de primera mano podemos asumir que el esfuerzo suele conducir al aprendizaje.

La frustración es una oportunidad para crecer y para aprender a superar los desafíos (resiliencia). Conviene que crees situaciones en las que tu hijo deba realizar tareas un poco por encima de su nivel de habilidad y le animes a probar lo que aún no puede hacer. Fomenta la asunción de riesgos y plantéale retos.

Lo mejor es hacerlo desde el ejemplo: “Enséñale cómo en la práctica nosotros mismos nos exponemos a situaciones nuevas o desconocidas y explícale cómo manejas el ‘fracaso’ (aprendizaje) con dignidad y reflexión”.

Hazle saber que, para convertirlo en una enseñanza positiva, te preguntas cosas como “¿En qué he fallado? ¿Qué puedo hacer con lo que me ha sucedido para que juegue a mi favor y no en mi contra?” Este tipo de preguntas sumarán y lo acompañarán durante toda su vida en sus experiencias.

Bríndale el apoyo necesario para superar la frustración: Los fracasos repetidos, especialmente sin la experiencia de superarlos, pueden desanimar a un niño de asumir desafíos en el futuro. Es importante asegurarnos de que esto no ocurre y trabajar con ellos esta actitud de superación personal. La manera de hacerlo es ofreciéndoles soporte emocional mientras afrontan el reto de nuevo de forma independiente; de esta manera tendrán una vida más exitosa y saludable.

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