Se habla mucho dentro del universo de las altas capacidades intelectuales de la doble excepcionalidad, un concepto extendido que no todo el mundo entiende con facilidad. Sobre todo, porque no es fácil hacerlo desde el plano teórico, sin verlo en casos prácticos en el entorno cercano. Por ello, este ejemplo visual en el que se utiliza una báscula te puede ayudar a entender mejor qué es esto de la doble excepcionalidad en el aprendizaje.
El ejemplo lo ha puesto en una de sus últimas publicaciones Beatriz Belinchón, madre que convive con las altas capacidades intelectuales en casa y experta en la materia, en la que se ha formado a conciencia. Belinchón, en su perfil de Instagram @hijos_con_altas_capacidades, explica con una báscula cómo se comporta la doble excepcionalidad con una dificultad en el aprendizaje como el TDAH, TEA o Desorden de Procesamiento Sensorial (DPS).
“Convivir con la alta capacidad y una dificultad es vivir en un ‘arre-so’, es tener unos brazos muy largos que te ayudan a alcanzar cosas en la altura con facilidad, pero que te molesta al andar…”, dice la experta. “Es un juego de equilibrios naturales que a veces se compensan y en otras se descompensan, no en todas las áreas ni en todos los momentos…”, añade.
A grandes rasgos, con las doble excepcionalidad hay tres posibles escenarios que desarrollamos a continuación de la mano de Beatriz Belinchón con el ejemplo de la balanza.
Altas capacidades elevadas
En el caso de que las altas capacidades sean elevadas, dice Beatriz Belinchón, “se puede camuflar la dificultad, de forma que pase desapercibida”.
En estos casos, comenta, “el cerebro aprenda a compensar esa dificultad de forma natural, se retrasa la oportunidad de la identificación de la dificultad porque no se muestra”: Son las altas capacidades las que se imponen en esa convivencia, como hacen los ojos marrones en la genética con respecto a los colores claros, por ejemplo.
Este tipo de alumnado con altas capacidades elevadas y una dificultad “pueden tener un rendimiento académico alto si se le ofrece reto y enriquecimiento individualizado”, apunta Beatriz Belinchón.

La dificultad es elevada
En cambio, hay otros casos en los que ocurre al revés: son las altas capacidades las que pueden pasar desapercibidas porque la dificultad sea elevada, de manera que la balanza se desequilibra en este caso para el otro lado, el de la citada dificultad, que se hace visible y fuerte en el aprendizaje.
“Es cuando pensamos que no puede ser un alumno con altas capacidades porque tiene ciertas dificultades; parece ser un alumno más propio de refuerzo que de enriquecimiento”, reflexiona Beatriz Belinchón.
Este tipo de estudiantes pueden experimentar un “bajo o medio” rendimiento académico “sino se identifica y no se realiza una adaptación curricular”, concluye la experta.
La balanza equilibrada
El tercer escenario de la doble excepcionalidad en las altas capacidades es que ambos factores se oculten entre sí, dejando la balanza en su posición natural, equilibrada. Esta situación se da cuando las altas capacidades y la dificultad “interactúan recíprocamente, ocultándose entre sí”, dice Beatriz Belinchón.
El alumnado que experimenta este contexto en el aprendizaje suele tener, según la experta, un nivel académico en la media. Además, “según su conducta puede que sea poco probable que sea reconocido por alguna de sus dos condiciones”. Por ello, insiste Belinchón. “tendremos que mostrar más atención a ciertos detalles y observar cómo va evolucionando en la etapa educativa”, apostilla.
Por todo lo expuesto mediante el ejemplo visual de la balanza, Beatriz Belinchón hace hincapié en la dificultad extra que supone la doble excepcionalidad al condicionante de las altas capacidades. “Quizá os resulte visualmente fácil de entender con estos ejemplos, aunque en la realidad es algo mucho más complejo de acompañar”, reconoce Beatriz Belinchón, que pide más investigación sobre la doble excepcionalidad en el aprendizaje.