Cuando hay una pérdida hay dolor. Cuando hay una pérdida las personas necesitamos transitar un proceso de adaptación a esta nueva situación. Tomar como patologías los procesos naturales y adaptativos tiene consecuencias negativas como, por ejemplo, empujar a silenciar un dolor que si no sale, se atasca y terminará por explosionar.

En el caso de las pérdidas gestacionales es especialmente preocupante el silencio social al que están sometidas, como si todos quisiéramos hacer que no ha pasado nada cuando, evidentemente, algo ha sucedido.
Sensaciones que es normal experimentar tras la pérdida de un bebé
Así que si estás tratando de digerir la pérdida de tu bebé estas son algunas de las sensaciones que es normal experimentar:
- Desconcierto: una sensación de desorientación, de confusión, de no saber qué está sucediendo, de no entender ni el pasado ni el nuevo presente.
- Bloqueo emocional: en muchas ocasiones ni siquiera puedes saber cómo te sientes, incluso necesitas bloquear emociones para defenderte de esta situación que genera un dolor tan intenso que ni quieres experimentar ni sabes cómo hacerle frente.
- Tristeza: ganas de llorar, sensación de pesadez, como si el tiempo estuviera ralentizado, como si el cuerpo pesase demasiado.
- Sensación de vacío: físico y emocional.
- Apatía: perder las ganas y la ilusión por cosas que hasta hace nada te resultaban divertidas o te ilusionaban. Vivir con la sensación de que todo te da igual y a la vez nada te importa.
- Culpa: muchas mujeres experimentan una culpa muy intensa preguntando que han hecho mal o qué tiene mal su cuerpo que no ha logrado que el embarazo llegase a su fin. Otras muchas se sienten culpables cuando tienen momentos de calma e incluso alegría tras una pérdida. En otras ocasiones, la culpa viene de la mano de estar demasiado triste a ojos ajenos.

- Rabia: una sensación de injusticia, de no poder parar de preguntarte ¿por qué a mí? De no entender cómo otras personas tienen a sus hijos en sus brazos y tú no tienes nada.
- Miedo: miedo a no ser capaz de superarlo y a la vez a olvidarlo. Miedo a no poder volver a quedarte embarazada, y miedo a pensar en cómo podrás vivir un embarazo después de esta experiencia. Miedo al juicio.
- Soledad: una sensación de que nadie te entiende. Socialmente se tiende a no hablar de esta realidad, a “pasar página” rápido y eso hace que muchas mujeres se sientan muy solas ante esta dura realidad.
Y estas son solo algunas de las emociones y sensaciones que podemos experimentar cuando estamos atravesando un duelo. Sufrir cuando algo duele, es normal. Sufrir ante una pérdida, es normal. No podemos tomar como patología el sufrimiento adaptativo y natural, porque entonces lo único que estamos haciendo es lanzar un mensaje de que “sufrir es malo”. Y, sin embargo, las emociones tienen una funcionalidad y, a veces, el único camino para aceptar una pérdida es integrarla (que no olvidarla). No significa hacer como si nada, si no reconstruirnos, saber quiénes somos ahora que esto ha sucedido, ahora que este bebé ya no está con nosotros.
Sufrir ante una pérdida es normal, pero no tienes por qué sufrirlo solo.